En febrero, con el euríbor aún en negativo, 15.338 hipotecas registraron cambios en sus condiciones, de ellas, el 27,6% modificaron los tipos de interés. Según los datos del Instituto Nacional de Estadística, después del cambio de condiciones, el porcentaje de hipotecas a interés fijo aumenta del 18,6% al 45,8%, mientras que el de hipotecas a interés variable disminuye del 80,8% al 52%.

El euríbor es el tipo al que se referencia el mayor porcentaje de hipotecas a tipo variable, tanto antes del cambio (72%), como después (46,6%). Tras la modificación de condiciones, el interés medio de los préstamos en las hipotecas a tipo fijo disminuye 0,8 puntos mientras que el de las hipotecas a tipo variable no experimenta variación, según los datos del INE.

En abril, el euríbor cerró por primera vez desde 2016 en positivo, por lo que se prevé que los cambios sean más grandes. Esta subida del euríbor no solo se está notando en los cambios de condiciones de las hipotecas ya contratadas, sino también en los nuevos préstamos contratados. También en las prisas por comprar una vivienda. Según los datos de BBVA Research, la venta de viviendas creció un 26,2% en los dos primeros meses de 2022 y una de las razones que dan es por los bajos tipos de interés y las condiciones favorables para endeudarse garantizando una cuota fija.

De hecho, los expertos de BBVA Research creen que en los próximos meses, el sector inmobiliario se verá condicionado por la revisión a la baja del crecimiento económico, la guerra en Ucrania, la escasez y la elevada inflación de los materiales de construcción, la previsible subida de los tipos de interés y la persistencia de la incertidumbre regulatoria.

Ante este escenario, ¿es momento de cambiar las condiciones de la hipoteca? Desde helpmycash consideran que es un buen momento para pasar una hipoteca variable al tipo fijo para “quedar a salvo de las subidas del euríbor”, sobre todo, para los que contrataron su hipoteca en los años 2011 y 2015.

Según los datos del comparador financiero, la mayoría de las hipotecas variables contratadas entre 2011 y 2015 tienen un diferencial que oscila entre el 1,50% y el 2%. En los préstamos firmados fuera de este período, en cambio, los tipos son mucho más bajos: alrededor del euríbor más 0,5% antes del 2011 y en torno al euríbor más 1% desde 2016.

Todo apunta a que el euríbor seguirá subiendo, sobre todo si se cumple con lo ya anunciado por el Banco Central Europeo: la subida de tipos en verano. Por ello, muchas de las hipotecas variables contratadas entre 2011 y 2015 pasarán a tener un interés de más del 1,50%, que es el tipo fijo medio que los bancos ofrecen actualmente. “Es decir, que si los poseedores de estos préstamos se pasan ya a un interés fijo, no solo disfrutarán de unas cuotas estables para siempre, sino que también podrán ahorrarse algo de dinero al mes”, aseguran desde Helpmycash.

Por ejemplo, supongamos que una persona tiene una hipoteca media de 150.000 euros, a 25 años y con un interés de euríbor más 1,50%. Si se le actualiza anualmente el interés con el euríbor de abril, su cuota mensual subirá de los 566,40 euros a los 600,68 euros. A priori, no parece una diferencia muy significativa. El problema es que si el euríbor sigue subiendo, por ejemplo, hasta el 1%, el siguiente año la cuota ascenderá hasta los 672,93 euros al mes. En cambio, si pasa ese préstamo a un tipo fijo del 1,50%, la mensualidad se le quedará en 600 euros para siempre.

No obstante, desde el comparador aconsejan hacer el cambio si se tiene poca tolerancia al riesgo o si se cree que no se podrán asumir las cuotas en caso de que el euríbor se dispare.

¿Cómo cambio el tipo de interés de mi hipoteca?

Según HelpMyCash, existen tres métodos. El primero, llamado novación, consiste en pactar esa modificación con el banco con el que se firmó el crédito. Con el segundo, denominado subrogación de acreedor, se traspasa el préstamo a otra entidad dispuesta a convertir el interés variable en fijo. En cuanto al tercero, consiste simplemente en contratar una hipoteca fija nueva para cancelar el préstamo a tipo variable que se tiene vigente.

La novación y la subrogación de acreedor son los métodos más baratos, dado que solo hay que pagar la tasación de la vivienda (unos 300 euros) y una comisión máxima del 0,15% sobre el importe pendiente (0% si la hipoteca tiene más de tres años de vigencia). Si se contrata un nuevo préstamo, en cambio, debe abonarse la tasación, los gastos por cancelar registralmente el crédito actual (unos 1.000 euros) y su comisión por amortización anticipada, que puede tener un coste de hasta el 2% sobre el importe pendiente.

No obstante, desde comparador señalan que si se consigue un interés fijo más bajo al contratar una nueva hipoteca, esta opción puede salir más a cuenta que una novación o una subrogación, pues sus gastos se compensan por el mayor ahorro en intereses. En consecuencia, “siempre es recomendable hablar con el banco con el que se tiene el préstamo y acudir también a otras entidades que ofrezcan subrogaciones o nuevos créditos para poder decantarse por la opción que le vaya mejor al cliente”, apuntan.