El Gobierno descarta modificar el cuadro macro a pesar de las expectativas negativas del BCE

En Moncloa no han tocado el cuadro macroeconómico de este año desde abril. Cuatro meses después, no creen que sea necesario modificar sus previsiones sobre el avance de la economía Española relativas a este año, en lo que respecta al crecimiento del producto interior bruto (PIB), las exportaciones, las importaciones o la inflación.

Y, por ende, el Ministerio de Asuntos Económicos tiene previsto elaborar los presupuestos generales del Estado de 2022 en base a esas cifras, las que envió a Bruselas a finales del mes de abril. Fuentes de dicho departamento argumentan que se sienten muy cómodos con esos datos, que preveían para este 2022 un crecimiento del 4,3% con respecto al año anterior.

La creencia en que sus previsiones se cumplirán es total, a pesar de que no se conocen aún los datos de PIB del tercer trimestre, ni, por supuesto, del cuarto. No hay lugar para eso. Tampoco prevén cambiarlas ante las perspectivas del Banco Central Europeo, que se han conocido este jueves y apuntan a que la inflación de la eurozona este año se situará, en promedio, en el 8,1% en 2022, y el 5,5% en 2023.

Eso, en caso de que Rusia no corte completamente el suministro de gas a Europa, en cuya situación la inflación media de 2022 ascendería hasta el 8,4% y la de 2023 hasta el 6,9%. Con respeto al crecimiento, la institución cree que la eurozona crecerá este año un 3,1% y un 0,9% en 2023. En el escenario más adverso -el del corte del gas-, prevé un avance del 2,9% este año y una contracción del 0,9% en 2023. La institución no ha emitido previsiones relativas a España.

Sí asumen que deberán volver a cambiar sus previsiones de 2023

Lo que sí tienen claro en el Ministerio de Calviño es que deberán modificar sus previsiones del próximo año. Ahora mismo, estiman que el PIB sumará un 2,7%, según la actualización que llevaron a cabo en julio (la previsión de abril apuntaba al 3,5%). Pero eso puede cambiar cuando se conozcan los datos de contabilidad nacional de julio, que se publicarán la semana que viene, y el dato del PIB definitivo, en dos semanas.

Así lo expresan las mismas fuentes, especialmente preocupados también por el precio del gas y por la inflación, que pretenden contener con las medidas ya aprobadas, a la vez que siguen de cerca las decisiones de política económica. Aun así, descartan que el PIB caiga en el tercer trimestre, aunque admiten que necesitan tener más datos para poder emitir una previsión consolidada, y reconocen que los conocidos hasta ahora muestran una moderación del ritmo de avance de la actividad, aunque afirman que sigue siendo positivo.

La Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF) empeoró su previsión de PIB para el tercer trimestre hasta una caída del 0,4%, pero no se trata de un pronóstico oficial, sino el automático que calcula su Modelo integrado de predicción a corto plazo de la economía española (o MIPred). Lo hizo tras incorporar un nuevo indicador, el de trabajadores en alta laboral en la Seguridad Social, al conocerse los datos de afiliación de agosto. El resto de grandes instituciones económicas no han emitido predicciones recientemente.

Pese a todo, creen que España se encuentra en una situación sólida y consolidada de cara al otoño. Gran parte de ese éxito dependerá de que la inflación no comience a retroalimentarse -es decir, a generar más inflación en bucle-. Es un extremo que en Economía no creen que esté sucediendo aún, puesto que calculan que los salarios y los márgenes empresariales que suelen causar este fenómeno, los llamados efectos de segunda ronda, están muy contenidos. Pero insisten en que buscarán que los sindicatos y los empresarios lleguen a un pacto que garantice que los salarios no subirán demasiado para prevenir sorpresas de este tipo.