Las malas perspectivas sobre la próxima cosecha de aceituna no invitan a pensar en una bajada de precios del aceite de oliva durante los próximos meses. De momento, la subida de precios ya se ha dejado notar a la baja en el consumo. Durante el primer semestre, la caída acumulada de las ventas es del 20,32% respecto al año anterior, con 125,70 millones de litros.

Los últimos datos de la Asociación Nacional de Industriales Envasadores y Refinadores de Aceites Comestibles (Anierac) reflejan caídas en casi todas las categorías. El virgen extra baja un 14,67%, con 54,44 millones de litros presenta. El suave alcanza los 40,15 millones de litros, un 31,41% menos que en 2022. El intenso baja un 21,53%, hasta los 17 millones de litros. Solo sube el aceite virgen un 2,64% interanual, hasta los 14 millones de litros.

La caída fundamental se debe a la subida de precios, porque cae el consumo doméstico. Aunque en el sector remarcan que la pérdida de clientes no está siendo tan fuerte como cuando empezaron a aumentar los precios. "La caída la notamos mucho más al principio y ahora mismo, las salidas de estos meses están siendo menos bajas de lo que cabía prever por la subida de precios", explica Primitivo Fernández, director Anierac.

Nadie se atreve a vaticinar el recorrido al alza que puede tener el litro ante una cosecha por debajo de lo habitual por segundo año consecutivo. "Las cosas son para preocuparse", opinan otras fuentes del sector consultadas. La sequía y las olas de calor han hecho que muchas flores de los olivos no pasaran a fruto. Y el que sí ha cuajado necesita completar el ciclo a la vuelta del verano. Las posibles lluvias del principio de otoño permitirían a las aceitunas crecer, engordar y terminar de formarse. Pero el rendimiento posterior en aceite dependerá de la evolución del clima hasta entonces. La evolución de precios dependerá de la evolución del consumo -si se sigue retrayendo o no- y si llueve abundante a principios de otoño.

Los productores apuntan que, en general, la estimación de la próxima cosecha no será buena. Los más pesimistas opinan que podría ser del mismo volumen que la que acaba de terminar, con unas 670.000 toneladas. Otros más optimistas, que confían en que llueva abundante a comienzos de otoño, creen que podría llegarse a las 800.000 toneladas. En ambos casos están muy lejos del 1,5 millones de toneladas de la campaña anterior. "Sigue siendo una cosecha tremendamente corta, la mitad de lo que tendríamos que tener de media", remarca Fernández.

"Las previsiones para la campaña que viene siguen siendo malas y habrá una cosecha muy similar a esta porque hemos seguido con la sequía y los olivos no se han recuperado, sino que la situación se ha agravado en muchos sitios", opina Esteban Carneros, director de Relaciones Corporativas de la cooperativa Dcoop. En todo caso, remarca que esta coyuntura de precios no significa que los agricultores "se estén forrando". "Si tienes un kilo y vale siete euros, ingresas siete euros. Pero el agricultor quiere tener 10 kilos aunque valgan tres, porque ingresará 30 euros", abunda Carneros.

Desde el gigante Deoleo, dueño de marcas como Carbonell u Hojiblanca, confirman que se está "viendo uno de los momentos más retadores de la historia del sector". En este sentido, fuentes de la compañía destacan que "la escasa cosecha lo ha sido tanto en calidad como en cantidad por
lo que los aceites de alta calidad se están pagando a precios muy altos". Y eso se traslada al consumo.

Para lo que queda de año, no ven que la situación vaya a mejorar. Al contrario, creen que "el entorno seguirá siendo muy retador para el sector. "Va a continuar acentuándose tanto la falta de calidad como de cantidad del aceite de oliva", afirman desde la empresa controlada por el fondo CVC.

Para paliar la situación, desde Dcoop piden establecer políticas hidrológicas a medio y largo plazo que permitan hacer frente a este tipo de situaciones. Por ejemplo, reutilizar aguas residuales depuradas que se están tirando al mar en la Costa del Sol.

En las comarcas olivareras, la merma en ingresos tiene un impacto directo en las economías locales y, en consecuencia, en el empleo. "Va a ser un problemón en muchos pueblos, porque otra cosecha corta impide que se contrate gente para recoger la aceituna", añade.

Menos reservas

En paralelo a la situación de sequía, esta campaña también estará marcada por unas reservas de aceite de oliva menores que en la campaña anterior. La actual campaña comenzó con un remanente de la anterior campaña de 450.000 toneladas, a las que se sumó la producción de 670.000 toneladas y la importación de unas 200.000.

La nueva campaña arrancará con un stock de inicio de apenas 250.000 toneladas, explican fuentes del sector. El posible aumento de la producción no serviría para compensar la diferencia, por lo que el que se traiga de fuera podría aumentar. Sin embargo, la disponibilidad en el exterior también podría ser menor este año. En general, las condiciones climáticas en el Mediterráneo no están acompañando. Ni en la parte europea (Grecia, Italia...) ni en la africana (Túnez, Marruecos...). "Hoy es tremendamente prematuro hacer ninguna estimación", dice Fernández.

Si en lugar del primer semestre del año se toma como referencia toda la campaña, las cifras de ventas de aceite de oliva durante los nueve primeros meses de la misma es un 15,06% inferior a la de la anterior, con 199,44 millones de litros.

En cuanto a otros aceites, los datos de Anierac reflejan también caídas acumuladas en algunos. Por ejemplo, el aceite de girasol presenta una cifra de 191,44 millones de litros, un 12,26% menos que en el mismo periodo de la campaña anterior. El aceite de colza también presenta una tendencia negativa con 2,61 millones, lo que supone un descenso de un 23,08%. El resto de aceites tienen cifras positivas: el de semillas con 60,48 millones de litros presenta un aumento del 42,14% y el de soja, con 1,10 millones de litros, muestra un ascenso de un 15,92%.