Desde que el pasado 8 de diciembre se confirmó que la ministra de Economía Nadia Calviño asumirá en enero la presidencia del Banco Europeo de Inversiones, todo han sido preguntas y cábalas. Los intentos de adivinaciones se intensificaron, aunque las conjeturas llevaban encima de la mesa desde las elecciones generales. Pero quién ocupará la cartera de Economía no será la única decisión crucial que tendrá que tomar Pedro Sánchez, porque en junio caduca sin posibilidad de renovación el mandato del gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, al que nombró Rajoy. 

Las dos elecciones marcarán profundamente la legislatura, y el presidente del Gobierno no puede permitirse un error en una cartera tradicionalmente esencial, que todavía lo será más con los fondos europeos -ahora sí que sí- jugando un papel decisivo en el crecimiento del PIB. El silencio a día de hoy es total y absoluto, como es habitual en el entorno del jefe del Ejecutivo de cara a este tipo de nombramientos. Sin embargo, hay claves que ya están encima de la mesa, y podría ser cuestión de unir la línea de puntos. Repasémoslas. 

A día de hoy parece que cualquiera con el suficiente currículum y experiencia podría ser el próximo ministro o ministra de Economía. Con la única excepción de los economistas del entorno de Podemos y Sumar, hay ideas de todo tipo: quien cree que será uno de los actuales ministros, quien apuesta por uno de los ex secretarios de Estado de Economía y quien tiene la corazonada de que Sánchez tratará de pescar un perfil más técnico, quizá del sector privado -en medio de la entrada en Telefónica-, pero siempre con buenas relaciones con Bruselas.

Porque lo que sí está del todo claro son los requisitos que debe reunir la elegida o el elegido: el excelente currículum, el perfil internacional y técnico, el tono lo suficientemente moderado como para no llamar demasiado la atención, pero lo suficientemente conservador como para ejercer de contrapeso a las reivindicaciones del lado rosa del Gobierno. El corte político se presupone por el tinte que ha rodeado al resto de nuevos ministros, pero no es imprescindible. Una mujer sería deseable, en línea con el corte feminista que ha impuesto Sánchez, aunque los perfiles femeninos escasean en las cábalas. De forma similar sucede con el nombramiento en el Banco de España, tradicionalmente consensuado entre PP y PSOE, con lo que el proceso de decisión podría estar produciéndose de manera simultánea.

¿Repetirá Sánchez con alguno de sus ministros? De cara a la conformación del nuevo Gobierno, parecía evidente que Sánchez podría poner a Escrivá a cargo de la cartera de Economía. Su experiencia en BBVA, la AIReF y el Banco de España lo convierten en un buen perfil, pero él podría preferir aspirar a ser la cabeza de este último. Por otro lado, sus constantes salidas de tono ante los medios lo convierten en un posible foco de conflicto, lo que casa con haberle relegado al Ministerio de Transformación Digital, pese a que a todas luces se le queda pequeño. Otra opción es que Sánchez opte por fusionar dos ministerios económicos: Economía y Hacienda, a cargo de María Jesús Montero, o Economía y Transición Ecológica, de la mano de Teresa Ribera. Los primeros departamentos han sido siempre uno; no así los segundos, pero sería una manera de elevar la importancia que el Gobierno le da a la transición verde en un momento clave para el cambio climático.

Pero los entendidos prefieren inclinarse por perfiles más técnicos, y en concreto por secretarios o ex secretarios de Estado. David Vegara, que fue el número dos de Pedro Solbes y que a día de hoy es consejero del banco Sabadell, supondría un guiño al entorno catalán, y además ha trabajado en el FMI. José Manuel Campa eleva ese perfil internacional ya que ejerce como presidente de la Autoridad Bancaria Europea, y ha sido profesor en las universidades de Harvard y Columbia. Ana de la Cueva, funcionaria del Estado y que ha desarrollado toda su carrera en el Ministerio de Economía, ha trabajado con ambos y es la única mujer que ha ostentado el cargo de secretaria de Estado de dicho Ministerio. Además, en enero quedó libre de pecado ya que la jueza archivó el caso por el rescate de Plus Ultra, descartando que la SEPI cometiera delitos de malversación y cohecho, lo que podría propiciar su regreso.

El actual número dos de Calviño, Gonzalo García Andrés, tiene muchos puntos para conseguir el cargo. Es el delfín de la vicepresidenta, quien se ha esforzado en posicionarlo como tal a lo largo de los últimos meses, conoce Bruselas y conoce el funcionamiento del Ministerio de primera mano, y también tiene perfil internacional: ha sido consejero económico en la Embajada española en Washington DC y director general de Financiación Internacional, con lo que representó a España en el FMI, el Banco Mundial y otros bancos multilaterales. Antes de ser elegido como secretario de Estado, era socio director de Economía en Analistas Financieros Internacionales (AFI) y profesor en el Máster de Finanzas de AFI Escuela. Previamente ya había desarrollado gran parte de su carrera profesional en el Ministerio de Economía y en la AIReF. 

Un perfil similar tiene Ángel Ubide, el eterno futuro ministro económico del PSOE. Tiene experiencia a nivel global en mercados financieros y políticas económicas, sobre todo en el sector privado (McKinsey, Citadel), domina los idiomas y reside en Washington DC, EEUU. También hay quien señala a Manuel de la Rocha, el actual sherpa económico de Sánchez, más político y menos internacional, pero de mayor confianza para el presidente. 

Lo que parece claro a la vista de estos perfiles es que no hay ninguno como el de Calviño. Echando un vistazo al lugar a donde Sánchez buscó para nombrarla ministra, la Comisión Europea, hay dos nombres que llaman la atención: el de la directora adjunta de Presupuestos, María Rosa Aldea Busquets, y el de la directora general adjunta de Inversiones e Internacional, Elena Flores Gual. Ambas ostentan con larguísimas carreras en el ente, son economistas reputadas, catalanas y dominan varios idiomas. Por el momento no han tocado la política, justo como era el caso de Calviño cuando ejercía de directora general de Presupuestos de la Comisión y recibió la llamada de Sánchez.

El Banco de España, una pieza más del puzzle

El nombramiento del líder del Banco de España depende solo del presidente del Gobierno, algo que el actual gobernador, Hernández de Cos, ha criticado. A su juicio, en la elección debería tener un papel fundamental el Congreso, y los mandatos deberían ser de ocho y no de seis años, para desvincularlos de los ciclos electorales, como ya sucede en la Comisión Ejecutiva del BCE. No obstante, este proceso no se ha modificado y por tanto el Gobierno debe pensar quién va a sustituir a De Cos.

El cambio debe producirse esta primavera, ya que fue en mayo de 2018 cuando Rajoy eligió a Hernández de Cos para sustituir a Luis María Linde y lo blindó en el BOE, para que pasase lo que pasase en la moción de censura que le dio la presidencia a Pedro Sánchez fuese él quien llevase las riendas del banco central los próximos años. El nombre más repetido para el cargo es el de Margarita Delgado. De conseguirlo, sería la primera mujer al frente del supervisor. Delgado estuvo a punto de marcharse hace unos meses, cuando el consejo de Gobierno del Banco Central Europeo elegía a su candidata para presidir el consejo del Mecanismo Único de Supervisión (MUS), el área que se ocupa de controlar a los mayores bancos de la mayoría de países de la UE. Ella optaba para sustituir este enero a Andrea Hernia, pero se le adelantó su homóloga alemana Claudia Buch. 

La economista sería también un buen perfil para el Ministerio de Economía tras haber ocupado una de las seis direcciones generales adjuntas del MUS, después de ser profesora de Económicas y empresariales en la Complutense y de trabajar en Campsa. En 1989 entró en el Banco de España, a donde volvió tras pasar por el MUS, y desde entonces es subgobernadora. Perfiles similares tienen el actual director general de Economía y Estadística del Banco, Ángel Gavilán, justamente el cargo que ostentaba De Cos antes de ser nombrado gobernador.