Laffer es el apellido que todos nombran cuando explican que bajar los impuestos no afectará negativamente a la recaudación ni a los recursos de los que dispondrá el Estado. El economista Arthur Laffer es quien está detrás de esa explicación, a través de la denominada curva de Laffer, una teoría económica con tantos defensores como detractores y que se ha aplicado en las políticas económicas de todo el globo. Ahora, el experto busca volver a influir en la economía y se ha propuesto a Donald Trump como presidente de la Reserva Federal (Fed) de Estados Unidos.

Volviendo a la curva de Laffer, desde TaxDown explican que “lo que defiende es que si bajamos los impuestos se pueden recaudar más ingresos. Dicha bajada de gravámenes lo que hace es reactivar la economía. Aunque también considera que tiene que haber un equilibrio, porque no siempre puedes bajar impuestos así porque sí, por ejemplo, si hay 100% de impuestos todos viviríamos solo para pagar impuestos y si los impuestos son un 0% el gobierno no recaudará nada”.

Es decir, la curva de Laffer argumenta que hay un punto de equilibrio en el que bajando los impuestos se logra recaudar más, en cambio, una subida de impuestos mayor puede terminar repercutiendo en los ingresos de forma negativa, porque se desincentiva la actividad económica. El problema es que encontrar ese punto de equilibrio no es una tarea sencilla.

El economista dibujó en una servilleta esa curva en 1974. Lo hizo ante un periodista y ante dos miembros del gabinete del presidente Gerald Ford, según reza el museo nacional de Historia Americana, que guarda todavía ese trozo de papel que marcó un antes y un después en la economía estadounidense. Laffer se mostraba en contra de la estrategia que pretendía implantar Ford que incluía una subida de impuestos. El economista pintó su famosa curva para explicar a Dick Cheney y Don Rumsfeld, que lo que había que hacer era bajarlos.

El dibujo le valió a Laffer un puesto en el ejecutivo de Ronald Reagan, quien llevó a cabo una de las bajadas de impuestos más importantes de la historia estadounidense en 1981, que desencadenó un incremento del déficit mayor del previsto. Graduado en dos de las universidades más prestigiosas de Estados Unidos, Economía en Yale y Economía Internacional, en Stanford, Laffer también asesoró a Trump en 2016, durante la campaña electoral. En 2019, Trump otorgó a Laffer la Medalla Presidencial de la Libertad, como muestra la imagen que acompaña a este artículo.

Ahora, el economista busca volver a ocupar un puesto de referencia en la política económica del país y se ha postulado para presidir la reserva federal, el banco central de EEUU, si Trump se convierte en presidente en las próximas elecciones. Según ha publicado The Wall Street Journal, Steve Moore y Arthur Laffer dieron una lista de candidatos a presidir la Fed a Trump la pasada semana. En la quiniela, figuraba el nombre de Laffer, junto el de Kevin Warsh, que fue asesor de George W. Bush y el de Kevin Hassett, que fue asesor de Trump en su único mandato.

Fue Trump quien nombró al actual presidente de la Fed, Jerome Powell, cuyo mandato expira en 2026. No obstante, siendo presidente criticó la política monetaria aplicada por Powell. Además, aseguró recientemente en una entrevista que no le volvería a nombrar de ganar las elecciones previstas para noviembre de este año.

La curva de Laffer en España

La curva Laffer también ha tenido defensores en España. Desde TaxDown citan como ejemplo la bajada tributaria de la Comunidad de Madrid en 2019. En una entrevista reciente, Rocío Albert López-Ibor, consejera de Economía de la Comunidad de Madrid defendía que “hay margen para bajar más los impuestos en 2024 en Madrid. Es una buena receta para recaudar”. El gobierno autonómico de Isabel Díaz Ayuso aplica la curva de Laffer asegurando que tener unos impuestos más bajos que en otras regiones de España atrae inversión y acaba generando más ingresos.

Otro lector y defensor de la curva de Laffer es el ex ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro. Si durante su primera etapa como ministro defendió que se podía recaudar más bajando los impuestos, no dudó en acometer una de las mayores subidas del impuesto sobre la renta de las personas físicas (IRPF).