La aerolínea Volotea fue una de tantas compañías que protagonizaron en 2017 la fuga de empresas de Cataluña por la declaración unilateral de independencia. Más de seis años después y con unas elecciones catalanas a la vuelta de la esquina, la aerolínea de los fundadores de Vueling no tiene nada claro si va a volver a mover su sede social desde Asturias a Barcelona. En el aeropuerto Santiago del Monte del Principado era donde tenía su única base operativa en España.

"No lo hemos debatido", expresó su consejero delegado Carlos Muñoz este martes en la presentación de resultados realizada en Lyon, donde celebró los 60 millones de pasajeros transportados desde su fundación. El primer espada de la aerolínea que aspira ahora a salir a Bolsa justificó la marcha producida en 2017 para escapar de la inseguridad jurídica.

Dejó la puerta abierta a un posible retorno al lugar donde nació la empresa "si empieza a cambiar esa inercia", en relación a una hipotética vuelta de un volumen suficiente de las 5.000 empresas que salieron huyendo de la inseguridad jurídica creada por el proceso independentista, con los bancos a la cabeza.

Muñoz cree, en todo caso, que para que se produzca el retorno, las entidades financieras deberían ser las primeras en concluir que se vuelve a dar "un marco jurídico totalmente fiable". Por ejemplo, Sabadell decidió trasladar su sede social a Alicante y Caixabank a Valencia.

Al margen de su sede, el objetivo más inmediato que se marca ahora la aerolínea de bajo coste experta en conectar ciudades pequeñas y medianas en Europa es la salida a bolsa. El CEO de la compañía aseguró que en el mejor de los casos, el salto al parqué se podría producir en el segundo semestre de este año. Y, si no, a lo largo de 2025 o 2026.

Precisamente, citó el caso de una de las grandes compañías catalanas que no se mudó tras el 1 de octubre, la cosmética Puig, que también está preparando su debut bursátil. En este sentido, Muñoz aseguró que empresas más pequeñas como la suya deben esperar a que otras grandes den el paso y les vaya bien.

"Somos cotizables y hemos tenido mucha interacción con inversores. Pero no salimos todavía a Bolsa porque el mercado tiene que estar muy abierto para salir", reflexionó. En todo caso, aseguro que es imposible poner una fecha exacta porque "depende de factores externos". El intento de saltar a cotizar ya se frustró en 2016.

Con un crecimiento de la facturación del 24,6%, hasta los 694 millones de euros, la empresa logró en 2023 el mayor beneficio bruto (Ebitda) ajustado de su historia, alcanzando los 96 millones de euros, frente a las pérdidas de 44 millones del año anterior. Asimismo, espera poder hacerse con buena parte de las rutas que deban ceder Iberia y Air Europa si la Comisión Europea aprueba su fusión.

En total, tiene identificadas 1.200 rutas que podrían ser susceptibles de ser operadas por la compañía en un futuro, al margen de esa operación. El 70% de ellas podría hacerlo en solitario. Dentro de su plan de expansión, la compañía ha renovado su flota con modelos más eficientes, lo cual le ha permitido reducir costes operativos.

Parte del dinero que obtenga con su salida a Bolsa, dejó caer Muñoz, podría ser empleado para reducir los 313 millones de deuda que tiene. La empresa obtuvo un préstamo avalado por el Instituto de Crédito Oficial (ICO) de 150 millones de euros tras la crisis del coronavirus, de los que ya ha devuelto 37 millones. También negoció un préstamo participativo con la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI) por valor de 200 millones, con vencimiento en 2029.