Se denomina pasivo a las deudas y obligaciones que las empresas adquieren al financiar, a través de terceros, su actividad o mantenimiento. Dicho pasivo se puede dividir en corriente o no corriente. Este último, conocido también como pasivo fijo, engloba aquellos adeudos que deben ser devueltos a largo plazo.

Según un análisis hecho público desde Debitoor, programa de contabilidad y facturación online, el tiempo resulta clave para definir este concepto. En el no corriente el vencimiento de los plazos debe ser superior a un año mientras que en el pasivo corriente será inferior. Los ejemplos más comunes para ambos casos son un préstamo o crédito bancario, en el caso del pasivo fijo, o el pago a los proveedores, si hablamos del corriente.

Anotación en el Plan General de Contabilidad

Las cuentas que conforman el pasivo no corriente, según el Plan General de Contabilidad son: las provisiones a largo plazo (cuenta 14), las deudas con entidades de crédito (1605, 170), los adeudos con acreedores por arrendamiento financiero (625, 174), otros tipos de deudas a largo plazo (1615, 1635, 171, 172, 173, 176¡5, 176, 177, 179, 180, 185).

También se incluyen otras como los pasivos por impuesto diferido (479), las periodificaciones a largo plazo (181) y las deudas con empresas del grupo y asociadas a largo plazo (1603, 1604, 1613, 1614, 1623, 1624, 1633, 1634).

Este pasivo fijo es imprescindible a la hora de calcular el fondo de maniobra de una empresa. Es decir, el capital o los bienes de los que dispone para financiar su actividad a corto plazo. Además, es el que contribuye a que haya liquidez para nuevas inversiones.

Su importancia también se mide en relación al pasivo corriente. Por ejemplo, cuando una empresa no está pasando un buen momento debido a las deudas o pagos que debe hacer a corto plazo, puede renegociarlos con la otra parte para convertirlos a largo plazo. Es decir, pasarían de pasivo corriente a pasivo no corriente.