Es una obviedad, pero en ocasiones es necesario recordarlo: la sanidad pública no es gratuita. Tiene un coste y es elevado. La inmensa mayoría de sus usuarios no abona sus servicios directamente sino a través del pago de impuestos. En el caso de Euskadi, la comunidad autónoma con la sanidad más cara del Estado, el gasto se incrementa de año en año. En este ejercicio 2021 en el que la batalla sanitaria para hacer frente al impacto del coronavirus será ambiciosa, el Gobierno vasco ha elevado un 6% el presupuesto sanitario. La partida para sufragar la sanidad alcanza los 4.183 millones de euros.

Un montante elevado si se tiene en cuenta que el País Vasco apenas cuenta con una población de 2,1 millones de personas. La partida le permitirá seguir encabezando el gasto per cápita un año más y que pase de los 1.801 euros por personas a los 1.902 euros. La asistencia pública vasca se presta a través del Servicio Vasco de Salud (Osakidetza) convertido ya en la mayor empresa de Euskadi con una plantilla estructural de casi 28.000 personas y que no deja de aumentar para hacer frente a la demanda creciente de prestaciones.  

Además de los procesos de ingreso por infección por Covid-19 que estos días concentra la atención mediática, y que en el caso de Euskadi se prevé que eleve aún durante varios días los ingresos hospitalarios, la actividad en la red sanitaria continúa su ritmo habitual. Osakidetza ha llamado a la sociedad vasca a la responsabilidad para evitar que el impacto de la tercera ola lleve a la red de centros hospitalarios a una situación difícil. La consejera de Salud, Gotzone Sagardui asegura que por ahora la disponibilidad de camas UCI permite fijar en un nivel tres de cinco el grado de saturación.

Antes de la llegada del Covid los llamamientos a la responsabilidad de la población se dirigían al uso responsable de la sanidad. Desde hace unos años el Ejecutivo vasco detalla la factura que supone cada uno de los servicios que presta y que de año en año aumenta a un ritmo superior de lo que lo hace la población. El elevado envejecimiento que acumula la demografía del País Vasco es uno de los factores determinantes en la cada vez mayor demanda de servicios. La sanidad absorbe ya casi uno de cada tres euros del presupuesto del Gobierno vasco.

Un 20% más cara

Se estima que el tratamiento de un paciente por una enfermedad aguda en la sanidad pública vasca supone un coste medio de 4.550 euros. A esta cuantía se debe sumar otros cerca de 1.000 euros en concepto de estancia hospitalaria. De media un paciente agudo requiere 4,5 días de ingreso hospitalario. El coste por ocupar una habitación en un centro médico se ha visto incrementada de manera significativa en los últimos cinco años, con un encarecimiento de casi el 20%. Cada vez más ciudadanos vascos requieren un ingreso hospitalario. El año pasado la cifra alcanzó el máximo desde hace un lustro con 277.000 hospitalizaciones, la inmensa mayoría pacientes con patologías agudas.

Pacientes que antes de recibir ese tratamiento habrán pasado por el circuito habitual de exploración inicial en la Atención Primaria y posterior consulta con el especialista. Por estos dos conceptos el gasto medio que se estima por paciente en Osakidetza es de 165 euros por la primera consulta y 82 por las sucesivas. Visitas al médico de las que se derivan pruebas, en muchos casos de un coste elevado. El año 2019 en la sanidad pública se hicieron 430.000 pruebas diagnósticas, se trata de la cifra más elevada de los últimos años, 77.600 más que hace sólo tres años. Se dispara la petición de todo tipo de pruebas, especialmente las resonancias y los TAC, que aumentan en un solo año un 10%.  

El año pasado se contabilizaron en Euskadi 16 millones de consultas médicas en Osakidetza, de las que algo más de una cuarta parte -4,6 millones- fueron consultas hospitalarias, la cifra más alta en los últimos cinco años.

Acudir a Urgencias: 173 euros

La factura detallada que hace Osakidetza también cuantifica el coste medio de cada paciente que acude a Urgencias y que se cifra en 173 euros. Sólo el año pasado se registraron en toda Euskadi 1,96 millones de visitas a urgencias, una cifra que también ha aumentado de manera muy importante, un 6% desde 2015.

Respecto a las patologías agudas más habituales se detalla el coste de 25 de ellas. Así, el coste de un parto en Osakidetza ronda los 3.100 euros. En caso de tener que ser asistido por algún tipo de insuficiencia cardiaca los servicios que se deberán destinar supondrán un coste similar, cercano a los 3.000 euros y algo menos, 2.400 euros en caso de tratarse de una arritmia cardiaca. Una de las intervenciones más habituales en personas de avanzada edad, una intervención de sustitución de una articulación de cadera supone un coste de alrededor de 7.700 euros.

En caso de tratarse de intervenciones que conllevan hospitalizaciones de media y larga estancia las actuaciones más habituales incluyen facturas más elevadas. En la lista de las 25 más frecuentes se incluyen los procesos de rehabilitación que pueden suponer una factura media de casi 15.000 euros. También son especialmente costosos los tratamientos en casos de hemorragias cerebrales, alrededor de 14.000 euros.