Minimizar el golpe, cerrar filas y taponar cualquier extrapolación del escenario político catalán a la coyuntura nacional. A grandes rasgos, ésta ha sido la estrategia que ha mantenido Génova desde que se cerrasen las urnas este domingo y se confirmase la catástrofe: el PP de Alejandro Fernández no sólo no pudo frenar el sorpasso de Vox, sino que tampoco logró capitalizar la debacle de Ciudadanos, que perdió anoche 30 escaños. Los populares perdieron un diputado respecto a las últimas elecciones catalanas -pasaron de cuatro a tres- y firmaron el peor resultado de su historia en Cataluña: el partido no logró representación en las provincias de Girona, Tarragona y Lleida, y Alejandro Fernández es, de facto, el único diputado en el Parlament con carné del PP.

Mientras el PP se hundía, Vox arrasaba. Y los de Santiago Abascal no perderán la fuerza que les brinda ésta circunstancia para afianzarse como alternativa a Pedro Sánchez en la oposición pasando por encima de Pablo Casado. Miembros cercanos a la dirección del partido consultados por El Independiente no niegan la necesidad de "abrir un proceso de reflexión" sobre lo ocurrido en Cataluña, pero evitan en todo momento hablar de crisis interna. "Por un diputado menos no va a haber dimisiones ni se va a tirar a toda la dirección por la ventana", comentan las citadas fuentes, que tratan de cortar cualquier relación entre el Parlament de Cataluña y el Congreso de los Diputados.

Las voces del poder territorial del PP que se plantean exigir dimisiones en Génova por el descalabro catalán -tal y como adelantaba El Mundo- existen, pero el PP cierra filas con la actual dirección -y, por supuesto, con Pablo Casado- y descartan de entrada cualquier proceso de reestructuración, al entender que el de Cataluña es un escenario en que las siglas populares sufren una debilidad histórica y que ha habido factores externos que han precipitado ese hundimiento, como el escándalo e la 'caja B' del PP avivado por el ex tesorero del partido, Luis Bárcenas.

"El PSOE se hundió en Galicia y el BNG le dio el sorpasso, y nadie en el partido ha planteado un cambio de estrategia ni se reconocieron errores", recuerda un miembro destacado del PP, e insiste en el argumentario que han defendido públicamente varios portavoces de la formación este lunes, como el vicesecretario de Comunicación, Pablo Montesinos; el portavoz del PP en el Senado, Javier Maroto; o la portavoz del Congreso, Cuca Gamarra. "En las catalanas ha habido una polarización extrema entre los dos bloques del odio", inciden fuentes del PP. Montesinos deslizaba incluso un órdago a las voces críticas del partido que cuestionan de puertas para adentro el liderazgo de Casado, y subrayaba que "todo el PP se ha comprometido en estas elecciones" y, por tanto, el partido en su conjunto es corresponsable de lo sucedido.

Alejandro Fernández fue el único dirigente del PP que reconoció públicamente este domingo que el resultado había sido "muy malo". El resto de dirigentes, empezando por el número dos del partido, Teodoro García Egea, esquivó la autocrítica y vinculó lo ocurrido a las siglas del PP en Cataluña a las "facturas del pasado"; el "pacto" de Bárcenas con la Fiscalía para abrir la caja de la corrupción del partido en mitad de la campaña; y la baja participación, que ha lastrado especialmente tanto a PP como a Ciudadanos.

Casado mantendrá "el rumbo" del partido

El PP reunirá este martes a su Comité Ejecutivo Nacional para analizar lo sucedido en Cataluña, cuantificar daños y buscar "soluciones". De puertas para adentro sí se reconoce, no obstante, que lo que sí merece un debate pausado es el motivo por el que Vox "ha subido tanto" en estas elecciones y "por qué nosotros nos hemos estancado". Pero no habrá discusión sobre el "rumbo" que emprendió el partido hace ya unos meses, cuando decidió desvincularse por completo de Vox y vincular sus siglas abiertamente con las de la "extrema derecha".

Sean cuáles sean las conclusiones a las que se llegue este martes en la reunión del Comité Ejecutivo, el giro que ejecutó Casado hacia la "moderación" y la "centralidad" el pasado mes de octubre, cuando rompió públicamente con Vox en mitad de la moción de censura que planteó esta formación al Gobierno de Pedro Sánchez, será inamovible y "se mantendrá firme". El partido de Pablo Casado quiere evitar a toda costa trasladar la imagen de "partido veleta" que arrastra Ciudadanos, y en las altas esferas de la formación se entiende que un nuevo cambio de estrategia no haría sino mermar su credibilidad.