El retraso sine die de la entrevista entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias ha creado malestar en Unidas Podemos, que llevaba varios días preparando un encuentro que ellos mismos difundieron y que en un principio estaba previsto para la semana pasada. No hay acuerdo ni sobre el formato ni sobre los contenidos, puesto que el vicepresidente segundo quería una reunión larga que permitiera un análisis en profundidad, no sólo de los temas que les dividen, sino de las perspectivas del resto de la legislatura con la pretensión de poner "las luces largas".

Para ello hasta el vicepresidente segundo se reunió el lunes pasado con los ministros de Unidas Podemos -salvo Antonio Castells, de Universidades- al objeto de recabar de primera mano las peticiones y necesidades de cada departamento. También estuvieron presentes los portavoces parlamentarios Pablo Echenique y Jaume Asens, la secretaria de Estado de la Agenda 2030, Ione Belarra, y el diputado Enrique Santiago (IU), lo que da una idea de la importancia que Iglesias concedía a su encuentro en uno de los momentos más difíciles para la coalición.

No obstante, Moncloa lo redujo este jueves a un futuro "café" e insiste en que los dos políticos ya "hablan entre semana", además de verse todos los martes en el Consejo de Ministros, sin prisas, "con naturalidad", aducen.

Moncloa no tiene prisa

Una situación del todo anómala habida cuenta de la buena interlocución que Sánchez e Iglesias han venido manteniendo desde que firmaron su pacto de gobierno de coalición e, incluso, en otros momentos de fuertes enfrentamientos internos. De hecho ha sido gracias a esa relación engrasada que se han superado otras crisis.

No obstante, en el entorno de Iglesias aseguran que el ambiente es mejor que el que trasciende a los medios de comunicación, por lo que podría haber mucho de escenificación beneficiosa para ambos socios, lo que no se compadece con el malestar e incomodidad creada por el nuevo aplazamiento. La idea es llevar la reunión con la mayor de las discreciones, incluso de puertas para adentro, de modo que sólo trascendería una vez producida.

El pasado miércoles Iglesias explicó a los europarlamentarios del Grupo Confederal de la Izquierda Unitaria Europea la experiencia del gobierno de coalición, que calificó de "terreno de combate político", donde se expresan "distintos intereses económicos y esto hay que normalizarlo. No habla de la debilidad de un gobierno, sino de cómo funciona la política en sociedades avanzadas".

El Gobierno de coalición es para Iglesias "terreno de combate político"

"Claro que el PSOE y nosotros representamos intereses diferentes y claro que el Consejo de Ministros va a ser un terreno de disputa política, esto es normal, esto habla bien de nuestros sistemas democráticos y esta pedagogía hay que hacerla", prosiguió el vicepresidente segundo olvidando sus críticas hacia la, a su juicio, poca calidad y normalidad democrática de nuestro país. Y tras señalar que un gobierno de coalición en el que se discute, en el que se representan posiciones distintas "es un más democrático y más ajustado a la ley", se atribuyó el grueso de las medidas del llamado "escudo social".

Conforme a la versión que ofreció Iglesias a sus socios europeos, los principales acuerdos derivan "de un esfuerzo incansable por nuestra parte para hacer cumplir el acuerdo. Ojala fuera más fácil y se cumplieran sin esfuerzo por nuestra parte, pero la realidad es la que es y los actores políticos más importantes en España no son la ultraderecha y la ultraultra derecha, sino el poder mediático y del mundo judicial para que no se cumplan dichos acuerdos".

Por lo pronto ayer se desbloqueó uno de los escollos de la nueva ley de vivienda en lo que afecta a los desahucios. Bien es cierto que la versión que dio uno y otro socio difería en cuanto al significado real de lo pactado, aunque la prohibición de los lanzamientos de familias vulnerables se limita al fin del actual estado de alarma, que termina el próximo 9 de mayo. El acercamiento sobre el control de los precios del alquiler parece más complicado.