"¿Cómo justifica que que el presidente del Gobierno de Italia y ex presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, reciba un premio en Barcelona y el presidente de la Generalitat esté en Waterloo?". La pregunta, formulada por el presidente del Círculo de Economía, Javier Faus, se la lanzó un socio de la entidad a Pere Aragonès en su estreno como president ante el empresariado catalán. Y da de lleno en el Talón de Aquiles de la nueva presidencia catalana.

Aragonès, y el conjunto de la cúpula de ERC, se esfuerzan por convencer tanto al PSOE como al mundo empresarial catalán de que su acceso a la presidencia de la Generalitat abre una nueva etapa de diálogo y distensión. Etapa que se ejemplifica con el encuentro de Aragonès y Sánchez en la sede de Foment del Treball, previamente acondicionada por la carta en la que Oriol Junqueras aceptaba los indultos y renunciaba, aparentemente, a la vía unilateral.

Pero esa distensión, basada de momento en gestos, tiene enfrente a los dos socios de ERC, Junts y la CUP, que exigen a los republicanos fidelidad al ideario de la confrontación independentista. De ahí la crisis provocada en el seno del Govern la decisión sobre quién debía acudir a la cena de estado presidida el miércoles por el Rey en Barcelona. Y a esa presión responde también una agenda en la que Aragonès ha hecho coincidir la segunda visita de Pedro Sánchez a Barcelona con su investidura con su primer encuentro con Carles Puigdemont.

En los medios contrastarán este viernes la imagen de Sánchez premiando en Barcelona a uno de los pilares de la política europea, ahora al frente del Gobierno de Italia, con la de Aragonès, junto a Puigdemont, en Waterloo. "La agenda institucional de la Generalitat es intensa", argumentó Aragonès en el Círculo. "El Govern estará presente el viernes de otra manera en el acto de reconocimiento a Draghi. Estaremos en todos los ámbitos en los que tengamos que estar".

Ausencia intencionada

El presidente catalán intentaba así restar importancia a su ausencia en el homenaje a Draghi. Su equipo se ha abonado esta semana a esa fórmula -"el Govern estará donde tenga que estar"- para dejar claro que no se repetirá una situación como la de la visita a la fábrica de Seat en Martorell.

Entonces la Generalitat plantó al presidente del Grupo Volkswagen para evitar una foto con el Rey en plena campaña electoral. Una ausencia que la dirección del grupo automovilístico acusó. Y que los sindicatos criticaron abiertamente en plena crisis del sector en Cataluña.

Pero lo cierto es que el temor a la imagen de renuncia que supone para una parte del independentismo cualquier fotografía con Felipe VI o Pedro Sánchez sigue pesando, y mucho, en la agenda de Aragonès. Una amenaza que explicitó el líder de la CUP, Carles Riera, en la sesión de control parlamentaria del miércoles.

Aviso de la CUP

Horas antes de que Aragonès mantuviera su fugaz encuentro con el Rey, Riera le advertía en el Parlament: "No se puede defender la amnistía y la autodeterminación y sentarse en la mesa con el Rey". Riera no se quedó ahí. Señaló también al encuentro con Sánchez, advirtiendo que "no se puede defender a la clase trabajadora y congraciarse con Fomento del Trabajo".

"Nosotros tenemos claro de qué lado estamos" añadió el líder antisistema. "Ustedes, con estas malas amistades y complicidades se están equivocando de bando". Un aviso tras el que subyace la amenaza a la estabilidad parlamentaria del nuevo ejecutivo, que cada vez despierta más dudas entre los antisistema.

Tampoco sus socios de Junts favorecen esa política de gestos que espera el PSOE. Lo ejemplifica la crisis abierta en el Govern por la asistencia a la cena inaugural de las Jornadas del Círculo. Según explicaron en su momento desde Presidencia, el vicepresidente, Jordi Puigneró, había aceptado asistir al acto de Estado como número dos del Govern. Pero el desmentido del propio consejero dejó claro que JxCat no va a apoyar esa línea.