Son "días decisivos" para la vicepresidenta segunda y titular de Empleo,
Yolanda Díaz, según subrayan fuentes del sector morado del Gobierno. Y lo son por dos motivos, primero, porque necesita sacar adelante el que ha sido el proyecto estrella de su departamento, esto es, la reforma laboral antes de que acabe el año, y segundo, porque sobre la misma lanzará la campaña que la conducirá hacia la candidatura a la presidencia del Gobierno.

La reforma, hoy bloqueada por las reticencias de la patronal, le da a Díaz “la auctoritas” con la que presentarse ante los ciudadanos en calidad de alternativa de la izquierda, dicen en su entorno. De ahí el pulso que la ministra echó a la vicepresidenta primera, Nadia Calviño, cuando pretendió, a decir de los morados, arrebatarle esa negociación, para la que, por otro lado, los socialistas han arrastrado los pies.

La reforma le da a Díaz “la autoritas” con la que presentarse ante los ciudadanos

Fue una de las pocas veces en que Díaz elevó el tono y dejó que el enfrentamiento trascendiera a la opinión pública, contra su estrategia de cerrar las crisis del gobierno de coalición de puertas para adentro. Pero si el pasado jueves personalizaba los buenos datos de empleo de noviembre -"hoy tenemos 71.000 parados menos que cuando llegué al Ministerio", dijo a Radiocable- no se iba a dejar arrebatar la reforma del mercado laboral en su tramitación final.

Los morados dan por hecho que la reforma será una realidad a finales de este año, entre otras cosas porque está comprometida con Europa, pero también se había marcado noviembre como fecha tope para ultimarla y diciembre les ha alcanzado en el calendario.

Díaz se ha marcado como objetivo "intentar conseguir el apoyo de la CEOE a la reforma laboral" tras descolgarse la patronal del pacto para la sostenibilidad de las pensiones. En el Gobierno de coalición no dejan de insistir en que esa negociación, que solo contó con el plácet de los sindicatos, sirvió a modo de advertencia para los empresarios. El Ejecutivo está dispuesto a sacar adelante sus reformas "apoye o no la CEOE, a la que conviene sumarse esta vez si no quiere que los cambios sean aún más lesivos para ellos", avisan los morados.

La negociación con los agentes sociales se ha acelerado tanto como las reuniones de los Consejos de Ministros, aunque una cosa no sea causa de la otra. El presidente de la CEOE, Antonio Garamendi, que ya ha firmado con Trabajo varios acuerdos a lo largo de la legislatura, se resiste esta vez a ceder. No le gustan los límites a la contratación temporal. Opina que uno de los grandes problemas de nuestro mercado laboral «no se soluciona con un porcentaje». «No sé qué se pretende», ha dicho, tratando de «castigar» a las empresas cada vez que se hace un contrato temporal, por ejemplo, de un camarero extra para un evento. También se ha quejado de las filtraciones de los documentos a negociar. «Una negociación se hace en una mesa, con discreción», ha exigido.

Díaz arrancará su proceso "de escucha" en enero de 2022, una vez culmine la reforma laboral

Una vez consiga el plácet a su reforma laboral, la vicepresidenta segunda arrancará al inicio de 2022 su proceso "de escucha". Así ha llamado a una apretada agenda que le llevará a reunirse con colectivos de todo tipo en distintos lugares de España. Una especie de radiografía del estado del país. Ese sería, realmente, el inicio de una andadura que acabará con su designación como aspirante a la presidencia del Gobierno, pero para ese momento quedan todavía muchos meses a pesar de que Podemos desea que clarifique de una vez su candidatura.

El pasado jueves volvió a insistir en que su proyecto trasciende el espacio electoral e ideológico de la izquierda a la izquierda del PSOE. Ese hueco se le queda pequeño. Su proyecto pretende ser transversal. "No quiero estar a la izquierda del PSOE, le regalo esa esquinita. Es muy pequeña y marginal", dijo. Y ese es uno de los motivos que alarman en Moncloa. La vicepresidenta quiere crecer a su izquierda, pero, también a su derecha y, por ahí, el PSOE siente amenazada a parte de su base electoral, la misma que la ve como futura presidenciable, tal y como arrojan los sondeos del CIS.