El PP inició ayer una partida de ajedrez que no terminará hasta finales de 2023. El acelerado adelanto electoral en Castilla y León ha cogido a todos los grupos con el pie cambiado. A todos, salvo a los populares. Hacía meses que la apertura de urnas estaba en la mente de Alfonso Fernández Mañueco, y tal y como informó El Independiente, la idea del barón del PP pasaba por convocar nuevos comicios antes de que lo hiciese Juanma Moreno en Andalucía, aunque en su entorno se inclinaban por esperar al cónclave del PP de Castilla y León -previsto para mediados de enero- para anunciar la disolución de las Cortes. Los recelos a una supuesta moción de censura en la región por el acercamiento de PSOE, Ciudadanos y el partido Por Ávila -que los naranjas desmienten- activaron todas las alarmas en el ejecutivo de Mañueco, "en permanente contacto" con la dirección nacional de Génova, y precipitó la decisión.

El anuncio se conoció, tuit mediante, a primera hora del lunes. Para entonces, Pablo Casado ya le había dado el 'ok' a Alfonso Fernández Mañueco y anunció a los medios que el PP se volcará en una campaña electoral que comenzará justo después de Navidad, pero las sensaciones son "muy buenas" a juzgar por miembros de la cúpula nacional, que esperan un "gran triunfo" de Mañueco, y por extensión de Casado, en las urnas. Las encuestas que manejan los populares no distan de las publicadas recientemente y dibujan a un PP al borde de la mayoría absoluta -fijada en 41 escaños- que necesitaría el apoyo de Vox, a la espera de que se despeje la incógnita de la España Vaciada.

Los populares quieren que el nuevo ciclo electoral diluya por sí mismo los problemas internos, especialmente la guerra entre Casado y Ayuso por el PP de Madrid que sigue viva, y el partido se una en torno a un triunfo que, esperan, debe empezar por Castilla y León, continuar en Andalucía y llegar a la esfera nacional con Casado en Moncloa.

De confirmarse el éxito de Fernández Mañueco en las urnas quedaría anulado también el argumento que esgrimen en el equipo de la presidenta de la Comunidad de Madrid en su batalla con Génova por el control orgánico del partido: que el éxito que logró Ayuso en Madrid impulsó al PP a nivel nacional. La victoria de otros dos barones, confían algunas fuentes del partido, diluiría el peso de Díaz Ayuso para mostrar a un partido más "compacto" en torno al proyecto de Pablo Casado.

Además, la apertura de urnas en Castilla y León lleva implícita otra circunstancia: el congreso del PP de Madrid no se celebrará antes del mes de marzo, tal y como exigían en la Puerta del Sol. El nuevo carrusel electoral es un "escenario excepcional" contemplado en los estatutos del partido para aparcar la celebración de un congreso que en la cúpula nacional se empeñan en situar para finales del primer semestre de 2022, es decir, no antes del mes de mayo o junio y siempre que no se solape con una hipotética campaña electoral en Andalucía.

El PP al completo ha cerrado filas con el presidente de Castilla y León. La dirección nacional del partido ha defendido la decisión de su barón frente a los ataques de Ciudadanos, desde cuya formación han acusado a Pablo Casado de estar detrás de la convocatoria electoral para "tapar" la crisis de Génova con Ayuso. Mañueco ha querido mirarse en el espejo de Ayuso, que apretó el botón de adelanto electoral en Madrid por temor a que Ignacio Aguado presentase una moción de censura junto al PSOE para desbancarla de la región. "Tenemos precedentes recientes que avalan esa decisión", esgrimía Pablo Casado, en relación al intento de moción en Murcia de Ciudadanos y PSOE que, finalmente, fracasó. La presidenta de la Comunidad de Madrid comparte también los recelos de su homólogo castellanoleonés. "Cuenta conmigo", escribió la dirigente en Twitter.