Implantar el modelo de Madrid pase lo que pase. Esa es la hoja de ruta que se ha marcado el PP, y no pretende desviarse de ella aunque las encuestas, tanto internas como externas, sugieran que Vox está en condiciones de ejercer una enorme presión sobre Alfonso Fernández Mañueco tras el 13-F. En la dirección nacional del PP aún miran al domingo con optimismo y creen estar en condiciones de sumar más que la izquierda. "Aunque sólo sea por un escaño, habremos ganado", sentencian fuentes autorizadas del partido.

En el PP nadie niega que el respaldo de Vox será fundamental para mantener la Junta de Castilla y León, pero sostienen la premisa de que no se repartirán consejerías con los de Santiago Abascal. Su influencia se limitará a cesiones programáticas, "como sucede en Madrid", donde Rocío Monasterio avaló la investidura de Isabel Díaz Ayuso pero, a cambio, araña compromisos ideológicos puntuales a la presidenta madrileña.

Los cuatro votos que separan al PP de la mayoría absoluta en la Comunidad de Madrid han sido utilizados por Vox para implantar parte de su agenda ideológica. Por ejemplo, durante la negociación de los presupuestos autonómicos, Monasterio presionó con un recorte en las partidas de gasto público o con auditorías de los costes y subvenciones a los centros de menores inmigrantes no acompañados.

Los populares creen que el coste mediático y político que podría tener conceder determinadas prerrogativas programáticas a Vox es menor que el de firmar un eventual ejecutivo con los de Santiago Abascal. Las fuentes consultadas opinan que se trataría también de un escenario altamente perjudicial para Vox, sobre todo con las elecciones andaluzas a la vuelta de la esquina, donde Macarena Olona sí estaría aparentemente en disposición de condicionar a Juanma Moreno más allá del programa. "Ellos tampoco quieren asumir ese desgaste a poco más de un año de las generales", sostiene un alto cargo en permanente contacto con Pablo Casado, que cree que Vox mantendrá su órdago en Castilla y León "durante un tiempo", pero terminará desinflándose.

En Génova alegan además que los de Santiago Abascal cuentan con un punto débil, y es que a nivel territorial carecen de "gestores" y de experiencia política, por lo que aspirar prematuramente a un Gobierno en Castilla y León puede terminar pasándoles factura. "Y ellos son perfectamente conscientes", zanjan en el PP, donde afirman que hay dirigentes de Vox que les han trasladado esta misma tesis en privado.

"34, 35 o 36 escaños"

En el PP sostienen que las encuestas privadas que actualmente manejan indican que se quedarán en unos 35 escaños, aunque la horquilla puede variar uno arriba o uno abajo en función del baile de escaños en provincias como Valladolid, el territorio donde Francisco Igea puede obtener representación y donde Vox podría atraer hasta tres procuradores, según apuntan los sondeos más optimistas para los de Santiago Abascal. Asumen que el escrutinio será "tenso" por esa pelea de escaños en algunas provincias, pero esperan que su estrategia para movilizar a los indecisos en la recta final de campaña surta efecto. "El voto en Castilla y León es lineal. Al final, se acabarán imponiendo los partidos tradicionales", auguran en el partido, en el que minimizan también el impacto de las formaciones de la España Vaciada.

La influencia de Vox, esperan en el PP, se limitará a un máximo de "siete u ocho votos" en las Cortes, a su juicio "insuficientes" como para alargar en el tiempo el órdago de su entrada en los gobiernos autonómicos del PP. "La prioridad es el programa", aseguraba el candidato de Vox a las Cortes, Juan García-Gallardo, en una entrevista con El Independiente.