Es un problema que comienza a cronificarse de modo preocupante. En Euskadi apenas nacen niños. Según los datos oficiales, 2022 fue el año con la caída de la demografía más grave en al menos medio siglo. En el País Vasco las numerosas políticas de ayudas a las familias y medidas de carácter social y laboral puestas en marcha para revertir esta tendencia no están dando resultado. El año pasado nacieron 13.613 niños y niñas en el País Vasco, una cifra que desciende en sólo un año en un 4,5% y que supone una diferencia de algo más de un 20% si se compara con la fotografía de nacimientos de hace sólo cinco años.

La sociedad vasca arrastra un progresivo envejecimiento que las autoridades han intentado paliar con políticas de natalidad pero que por ahora no ha surtido efecto. Mientras la radiografía demográfica muestra cómo la esperanza de vida aumenta de año en año –casi un tercio de la población supera ya los 65 años-, engordando la parte alta de la pirámide poblacional, su base se adelgaza de modo preocupante poniendo en serio peligro el relevo vegetativo.

La tendencia no es exclusiva de Euskadi, sino que se podría trasladar al conjunto de España. Sin embargo, en el caso vasco sorprende que, pese a tener el índice de desempleo juvenil más bajo del Estado, el 17% frente al 30% de media nacional, los ratios de emancipación y de paternidad y maternidad son significativamente más bajos. Naciones Unidas estima que para asegurar un sano reemplazo generacional el número de hijos por mujer debería rondar los 2,13. En Euskadi esa cifra es casi la mitad, 1,3 hijos. En el año 1975, el considerado el último de este periodo de alta natalidad en el conjunto del país, sólo en el País Vasco nacieron casi 40.000 niños y niñas. Hoy para alcanzar esa cifra se debería sumar los nacimientos de casi tres años.

El Gobierno vasco acumula desde hace años la puesta en marcha de medidas que puedan influir de modo positivo en un repute de la natalidad. Entre ellas destacan algunas recientes como la aprobada el pasado verano y que contempla ayudas universales, si limitaciones de renta, de 200 euros mensuales por el nacimiento de un hijo. Esos 2.400 euros anuales de “Ayuda a la crianza y mantenimiento” se conceden hasta que el niño cumpla los tres años. Además, en el caso de las familias numerosas la ayuda se amplía con 100 euros mensuales desde los 3 y hasta los 7 años del menor. Unos importes que oficialmente entran en vigor con efecto retroactivo desde enero de este año y que ya han solicitado más de 42.500 familias.

Madres primerizas y tardías

La lista de ayudas para el criado de los niños incluye en el País Vasco el derecho a guardería gratuita hasta los dos años e incluso se contempla que las familias que lo deseen podrán acceder a bonificaciones de hasta el 45% de los gastos para dar de alta a una empleada de hogar contratada para el cuidado y atención de los niños. A estas ayudas también se suman las desgravaciones fiscales por hijo que prevé la política de IRPF que aplican las diputaciones forales vascas y que también se han visto mejoradas.

Pese a ello, en Euskadi las parejas jóvenes parecen reacias a tener hijos. La tasa de nacimientos está entre las más bajas de Europa. Por cada 1.000 habitantes apenas se producen 6,5 alumbramientos, un indicador que hace cinco años era de 7,8 hijos y de 8,8 nacimientos hace ahora una década. Y la situación sería aún más preocupante si no fuera por la población inmigrante asentada en la sociedad vasca. Actualmente las madres nacidas en el extranjero representan uno de cada tres nacimientos. Mujeres que deciden ser madre a una edad significativamente más temprana que las jóvenes vascas, a los 31,1 años frente a los 34,7 años de edad en los que las vascas optar por tener a su primer hijo.

Si lograr tener el primer hijo es una opción que cada vez tienen menos mujeres, la situación se complica aún más para encontrar familias con un segundo hijo o sucesivos. De todos los niños y niñas que nacieron el año pasado en prácticamente la mitad de los casos fueron mujeres primerizas, en un 37% se trataba de su segundo parto y en sólo un 13% era el tercero o sucesivo.     

Además de abordar el sostenimiento económico de la crianza de un hijo, la Administración viene situando el foco en mejorar las condiciones que permitan poder llevar a cabo un proyecto de familia a los jóvenes. En este aspecto, favorecer la capacidad de emancipación también se convertido en una vía de actuación. Los jóvenes vascos abandonan el hogar familiar de modo tardío, a los 30 años de media. Para facilitarla existe en vigor un programa, ‘Gaztelagun’ consistente en una ayuda de 300 euros al mes –tras haberla incrementado recientemente de los 275 euros que estaban establecidos- para el pago de un alquiler. Está dirigida a los jóvenes menores de 29 años. El objetivo marcado es reducir la edad media de emancipación a los 28 años antes de 2030.

Impacto laboral

También se está incidiendo en el terreno laboral. La regulación de la Administración vasca fue pionera en la equiparación de las bajas por paternidad y maternidad para el uso y disfrute de ambos progenitores durante 16 semanas retribuidas. Además, la normativa laboral permite el derecho a jornadas para el cuidado de niños menores de 12 años o poder solicitar el teletrabajo en circunstancias en las que favorezca la conciliación para el cuidado de menores. La preocupación de las autoridades es tal que incluso tienen en marcha un plan de control para inspeccionar la correcta aplicación de las medidas de conciliación familiar en las empresas relacionadas con la crianza de menores.

El descenso de la natalidad está teniendo un impacto negativo en la reducción de las matriculaciones en la red escolar, con el cierre de aulas y líneas educativas en algunos casos. En los primeros niveles de enseñanza, Educación Infantil y Primaria, el impacto está siendo muy significativo en los últimos años. En comparación con el curso 2017/18, actualmente en el País Vasco están escolarizados 23.000 niños y niñas menos. La pérdida de alumnos en este lustro es del 10.4%.

En menos de tres décadas el País Vasco se convertirá en una sociedad aún más envejecida, con más de la mitad de su población en edad de jubilación y dependencia, con altas necesidades asistenciales y sanitarias y que deberá hacer frente al pago de cientos de miles de pensiones más y sin mano de obra que las soporte. Las estimaciones del Gobierno vasco apuntan a que para 2050, si no se revierte la tendencia, -imparable desde 2008- la economía vasca se quedará sin casi 400.000 trabajadores.