España, tardía en en entrar al club de los países democráticos, importó igualmente con retraso la dinámica de debatir y confrontar las ideas programáticas. Ello, importado de Estados Unidos. La idea generalizada que impulsa a celebrar estos encuentros mediáticos entre los grandes aspirantes políticos a la presidencia del Gobierno, en un espacio cerrado y milimétricamente organizado por tiempos y bloques, es fomentar la movilización electoral: afianzar a tu votante, convencer a los indecisos y sacar de la abstención a los decepcionados. Sin embargo, los expertos cada vez más coinciden en que los debates, por estar enmarcada la política en un símil de campaña 'permanente', apenas condicionan el voto. Puede servir, eso sí, para inclinar a una corriente u otra el voto, pero dentro de un mismo bloque y difícilmente con cruces entre derechas e izquierdas. Esto es consecuencia de un cambio de tendencia del bipartidismo hacia el multipartidismo.

Esta semana, el jefe del Ejecutivo, Pedro Sánchez ha ofrecido un debate semanal cara a cara al líder de la oposición Alberto Núñez Feijóo para movilizar el espacio de centro en detrimento del PP, frente al declive acreditado de Ciudadanos [no concurrirá a las elecciones], y la crisis y descomposición del espacio a su izquierda [Sumar y Podemos no concurrirán juntos]. Ello, para mostrarse la opción más útil de cara a las generales del 23 de julio. Frente a esta propuesta, el PP ya ha descartado participar periódicamente en enfrentamientos, lo que supondría superar el número histórico de duelos duales de la democracia. Desde Génova limitan a un cara a cara y otro debate a cuatro, de momento, este tipo de escenificaciones.

Ante este órdago de Sánchez, previamente explorado junto a su equipo y lanzado a sabiendas de que Feijóo lo declinaría, surge la pregunta de si los cara a cara hasta la fecha han cambiado en algo el escenario electoral. El actual deja al dirigente popular en buena posición para entrar en la Moncloa, aunque ello mediante un acuerdo de gobierno con otra formación. Sánchez, al contrario, no podría reeditar la estructura de la investidura. Estos son los seis cara a cara de la democracia, su contexto previo y las consecuencias posteriores:

Felipe González vs. José María Aznar, 1993

Ese año se produjeron los dos primeros debates nacionales televisados. El primero, el 24 de mayo de 1993 a cargo de Antena 3 y moderado por Manuel Campo Vidal. El segundo en Telecinco estuvo guiado por Luis Mariñas. El secretario general de los socialistas y presidente del Gobierno, Felipe González, aspiraba a su tercer mandato, mientras que José María Aznar se postulaba a sus primeros comicios nacionales tras su victoria regional en Castilla y León ya con la marca PP. En el primer debate, el candidato del PSOE llegó algo descolocado al mismo, y evidenció poco preparamiento. Posteriormente se conoció que había sufrido un accidente de avión la noche anterior. El análisis generalizado fue el de que González no supo reaccionar a los 'golpes' de Aznar, señalado como ganador. Aunque crónicas del día siguiente como la de El País señalan que frente al "hostigamiento" del popular, éste no fue capaz de dar "propuestas alternativas" para la crisis económica del momento.

Uno de los momentos tensos del debate fue la discusión en torno a la falta de compromiso de la oposición con las decisiones del Gobierno a nivel económico de cara al entorno europeo, aunque decisiones como el envío de tropas a Bosnia por un líder que venía defendiendo la salida de la OTAN también marcó el debate. La falta de compromiso con las decisiones de Estado que hizo González, es un reproche perfectamente aplicable a Sánchez respecto Feijóo en esta recta final de la legislatura. "¿Quién ha ganado?", le preguntaron los compañeros de prensa al presidente a la salida, que contestó: "Eso lo deciden ustedes".

En el segundo debate, no obstante, González jugó mejor sus cartas y salió claramente victorioso del mismo tras una semana de preparación. Así lo aseguraron, al menos, desde la prensa hasta demoscópicas como SigmaDos. Frente a generalidades, el andaluz ganó "en el dominio de los temas". Aznar, eso sí, fue considerado "más sincero". Las encuestas a mitad de ambos duelos, como la del CIS, dio un empate técnico entre ambos líderes. Incluso algunas pronosticaban una ligera victoria de Aznar. Algo que no se materializó, aunque el PSOE perdió la absoluta.

Ese segundo debate, para los politólogos, sí fue determinante [no hay imágenes disponibles del mismo]. Aquí se empezaba a avistar un cambio de ciclo, tanto que Aznar, ya visto ganador los años posteriores, rechazó participar en más debates. La legislatura se truncó a los tres años y el PP consiguió entrar en la Moncloa. Por este descarte, hubo que esperar quince años para volver a ver otros dos cara a cara.

Zapatero vs. Rajoy, 2008

El socialista José Luis Rodríguez Zapatero se jugaba, como su antecesor, la reelección para un segundo mandato, todo ello, en la previa de la que sería la crisis económica más dura de las últimas décadas. Lo hacía frente al heredero de Aznar al frente del PP, Mariano Rajoy, que no conseguiría entrar en la Moncloa hasta 2011. En contraste con sus antecesores, los dos debates se celebraron en la Academia de la Televisión, un enclave 'neutral' pactado por los equipos de campaña socialista y popular. Igualmente, Campo Vidal los moderó.

En el primer encuentro entre el presidente y el entonces líder de la oposición estuvo marcado por discusiones duras. Entre ellas, destaca en la que Rajoy acusa a Zapatero de haber "agredido a las víctimas del terrorismo" por "los pactos con ETA" y el "uso partidista" del asunto. Pero si hay un momento que marcó el debate, fue 'la niña de Rajoy' en el último minuto de intervención, como se muestra.

El debate de vuelta, moderado por Olga Viza y marcado por la faceta propositiva, afianzó la victoria de Zapatero. Así lo certificaron las publicaciones del día siguiente: El Mundo aludió a una encuesta de SigmaDos en la que el 49% de los sondeados daban al candidato socialista la victoria frente a un 40,2% logrado por Rajoy. En este caso, otra frase y también en 'el minuto de oro' quedó en el imaginario colectivo. Zapatero, en su despedida, dijo "buenos noches y buena suerte". Una despedida que podría pasar desapercibida de no tratarse de la frase recurrente del periodista de la CBS Ed Murrow para despedir su programa de serie de reportajes que lo enfrentaron con el senador Joseph McCarthy. El contenido abordó la "caza de brujas" contra sospechosos de comunismo en EE.UU.

Tras ello, no se cortó como con Aznar la dinámica de debates, aunque si se limitó a uno los futuros duelos. El adelanto electoral de Zapatero llegó por la gravedad de los problemas económicos y la necesidad de abordar medidas que confrontaban con su discurso social. En las semanas previas a la convocatoria, fue afianzando el camino para su sucesos Alfredo Pérez-Rubalcaba, que sin embargo, pasó desapercibido frente a un consolidado Rajoy.

Pérez-Rubalcaba vs. Rajoy, 2011

El vicepresidente del Gobierno asumió por tanto el rol de candidato. De nuevo la Academia de la Televisión acogió el debate con Campo Vidal como moderador. La crisis marcó el mismo, con acusaciones de Rubalcaba a Rajoy sobre el supuesto "plan oculto" de recortes, entre otros, a los subsidios por desempleo. Pese a ello, Rajoy utilizó la gestión del Gobierno para atosigar al socialista, y no entró en sus ataques. Hubo un momento conciliador al final del duelo, y es que ambos se comprometieron a ponerse de lado del ganador encarar el final de la lucha contra ETA.

El CIS de noviembre, publicado tres días antes del debate, daba al PP entre 190 y 195 escaños y el 46,6% de los votos, una clara victoria para Génova que se materializó ligeramente algo más por debajo en las urnas el 20 de noviembre: Rajoy consiguió 186 escaños (44,63%), el resultado más holgado de un partido en democracia hasta la fecha. La entidad pública si clavó, no obstante, el resultado del PSOE con 110 diputados.

Rajoy vs. Sánchez, 2015

La crisis económica provocó cambios estructurales a varios niveles, incluso en el político. El sistema bipartidista viró hacia un modelo multipartidista con la irrupción de Podemos y Ciudadanos. Unos capitalizando el descontento social desde la calle por los recortes, y los otros exigiendo regeneración democrática e institucional. Ambos, no obstantes, con la aspiración de dar un sorpasso a los partidos clásicos. Y las encuestas en ese momento así lo determinaban. Hubo periodos en el que morados y naranjas cabalgaban al frente de los sondeos.

Aunque ese año varios debates, como a dos entre Pablo Iglesias y Albert Rivera organizado por la Universidad Carlos III, y otro por El País al que se sumó Pedro Sánchez, también se celebró un debate a cuatro como novedad. Lo organizó Atresmedia junto a la Academia de Televisión. Ello no impidió que se mantuviese el tradicional cara a cara. Rajoy, que solo acudió a este y envió a su 'dos' Soraya Sáenz de Santamaría al 'a cuatro', lidió con el aspirante socialista.

Los momentos más tensos del encuentro fueron aquellos en los que Sánchez intentó acorralar con la corrupción a Rajoy, con reproches a su política de recortes en añadido. Esa noche del 15 de diciembre de 2015, el líder socialista acusó al presidente del Gobierno de ser un "indecente" y de "mentiroso". A este ataque, Rajoy acusó a Sánchez de ser un "mezquino" y un "ruin". A quien considera que ese tono del líder de la oposición reforzó algo a Rajoy, que ganó las elecciones del 20-D. Lo volvió a hacer tras la repetición del 26-J con 135 diputados, pudiendo pactar con los 32 de Ciudadanos cien medidas para la legislatura que se frustró con la moción de censura del PSOE en 2018.

Pese a haberse producido dos periodos de comicios en 2019 por nuevamente la incapacidad de alcanzar acuerdos postelectorales, no se ha vuelto a celebrar otro cara a cara. El protagonismo de Podemos, Ciudadanos y, después Vox, ha limitado los debates a enfrentamientos plurales. En 2016, Rajoy sí participó en un debate marcado por las críticas conjuntas a su gestión, pero también por una doble confrontación entre espacios: Sánchez-Iglesias y Rajoy-Rivera. La escena se repitió dos veces y 'a cinco' con Santiago Abascal en 2019. Pablo Casado, el aspirante del PP, propuso a Sánchez un nuevo cara a cara que éste rechazó apelando a la realidad política del momento y con especial deseo de confrontar con Vox, enemigo a que se arrojó en campaña. Hoy, no obstante, Sánchez, aunque participará en debates múltiples, cree que la realidad del momento, si requiere de un diálogo con Feijóo.