Es un particular 'puente aéreo' político entre Euskadi y Madrid, entre la política vasca y el Congreso de los Diputados en Madrid. Durante muchos años en el vuelo sólo viajaba el PNV pero hace cuatro años que ha tenido que compartir pasaje con EH Bildu. Esta legislatura ambos han disfrutado de un billete en ‘business’ como socios preferentes de Pedro Sánchez. Los de Otegi lo vivían por primera vez. Los de Andoni Ortuzar habían normalizado tener ese privilegio casi en exclusiva, una suerte de un derecho adquirido con presidentes de Gobierno anteriores. Ahora, tras el revés de las elecciones municipales y el reforzamiento del poder de la izquierda abertzale el escenario de cara al 23-J ha cambiado de modo radical y empieza a percibirse en esta precampaña.

Por ahora, a cinco semanas de las elecciones generales, sólo la lealtad a Pedro Sánchez, -con matices-, parece situarles en un mismo punto. Los líderes de EH Bildu y del PNV no han ocultado que desearían reeditar el entendimiento con el candidato del PSOE y que el peor de los escenarios sería una victoria de Feijóo con el apoyo de Vox. En Sabin Etxea critican la gestión de Sánchez en la segunda parte de la legislatura, los incumplimientos y la pérdida de sintonía con ellos pero lo hacen con moderación, sin que se vislumbre a día de hoy una ruptura. Los reproches ante un posible escenario liderado por Feijóo son mucho más contundentes.

En EH Bildu la preferencia es la misma. El peor de los resultados el 23-J sería una victoria de la “extrema derecha” y su prioridad absoluta es poder entenderse con el entorno de Sumar y ERC para condicionar y respaldar un nuevo gran acuerdo de progreso junto a Sánchez.

Por el camino, PNV y Bildu librarán por primera vez una disputa electoral por avalar sus resultados y gestión “en Madrid”. La pérdida de 80.000 votos que sufrió el PNV en las elecciones municipales la achacó más al desgaste de la gestión de gobierno en Euskadi que a su inclusión y participación en la 'coalición Frankestein' de la que ha formado parte.

Hasta el momento eran los de Ortuzar los únicos que enarbolaban la bandera de los buenos resultados “traídos” al País Vasco gracias a su gestión en la Cámara Baja. Ahora, esa vitola la comparten con EH Bildu, que ha comprobado cómo el electorado vasco comienza a reconocer con mayor solidez su capacidad de gestión en influencia.

PNV-PSE, la "coalición nini"

Esa es una parte de la moneda, sus preferencias en la presidencia del Gobierno de España. La otra es la batalla en calve autonómica que libran en Euskadi. La constitución de los Ayuntamientos en Euskadi ha encendido ya el pulso electoral entre los de Otegi y los de Ortuzar. Los acuerdos alcanzados entre PNV y PSE para respaldarse en las instituciones eran previsibles. Lo que EH Bildu no imaginaba era que el PP vasco tuviera un papel determinante en algunas instituciones y menos aún que PNV y PSE se apoyarán en los de Feijóo para desplazarles de instituciones tan relevantes como los ayuntamientos de Vitoria y Durango o la Diputación de Gipuzkoa. Otegi ya ha calificado al entendimiento entre PNV, PSE y PP de "santa alianza" y a la coalición entre socialistas y nacionalistas de “coalición nini”, ni socialista ni soberanista.

El presidente del PNV teme que la sangría sufrida por su partido el 28-M no se detenga el 23-J. En las últimas horas insiste en recordar que “el voto útil” en Euskadi no debe responder a “si Sánchez o Feijóo” sino a elegir a las personas que “defienden mejor los intereses de los vascos en Madrid”. Ante el riesgo de que parte de su electorado más soberanista pueda marcharse a Bildu, hoy en tendencia ascendente y pragmática en Madrid, y el más conservador a Feijóo en busca de la expulsión de Sánchez, o seguir quedándose en casa, el PNV intensifica sus descalificaciones al proyecto del PP. El apoyo de los populares en algunas instituciones importantes no parece rebajar los reproches. El PNV ve en Feijóo un candidato con “sed de venganza”, que ha incorporado las posiciones más duras de Vox: “Si gana Feijóo y Vox no hará falta el voto útil, si gana Sánchez, tendría que contar con nosotros, ese es el voto útil, ojalá los números den”, aseguró ayer Ortuzar.

En la otra acera del nacionalismo, la de EH Bildu, también la preferencia es reeditar la alianza que este mandato ha aupado a Sánchez. Incluso poder hacerlo con mayor peso soberanista e independentista. Para ello se ha reforzado la alianza ERC-Bildu en forma de coalición en la lista al Senado del 23-J.

Un cambio de "ciclo político"

El margen de apoyo social entre las dos principales marcas del nacionalismo vasco ha ido estrechándose de modo progresivo desde la legalización de la izquierda abertzale -tras una década sin poder concurrir a elecciones-. Hoy Bildu es la fuerza con más alcaldías en Euskadi, 107 frente a las 90 del PNV.

Las críticas de Otegi y los suyos a Sánchez apenas afloran. La mano dura que la coalición abertzale emplea contra el PNV no aparece contra el PSOE de Sánchez. Los ataques son ahora sólo para la ‘traición’ del PNV en sus acuerdos municipales para arrebatarles consistorios con el apoyo del PP, “la extrema derecha”. Otegi ha planteado a sus bases las elecciones del 23-J como una segunda vuelta de los comicios electorales en los que EH Bildu se quedó a sólo 25.000 votos del PNV. La coalición concurre en el que es su mejor momento, con más poder local que el PNV y con el desgaste electoral de los jeltzales amenazando a tres semanas de unas elecciones generales. Una suerte de “sirimiri”, de lluvia fina, que Bildu confía en poder intensificar para apuntalar el “cambio de ciclo político” que detecta.

Las encuestas no auguran ningún sorpasso en el pulso ‘nacional’ entre PNV y Bildu, pero en algunos casos sí un estrechamiento de peso y apoyos. Los seis escaños actuales del PNV podrían revalidarse y EH Bildu podría estar cerca de igualarlos. De ello dependerá que Sabin Etxea sepa movilizar al numeroso electorado desencantado que en gran medida optó por quedarse en casa –uno de cada cinco-. A Bildu le bastará mantener la tensión tres semanas más entre sus votantes ya movilizados.