Como en los grandes clanes, Vox se guía por el secretismo y el silencio en su actuación política. Por una jerarquía muy perfilada y cerrada. El jefe hace presencia en los momentos clave, mientras que delega funciones en sus hombres de confianza. Estos se dividen entre los que asesoran, y los que actúan sobre el terreno de interés. Y Jorge Buxadé, combina ambas gestiones con un papel indiscutible frente a Santiago Abascal: el de consejero; el de mano derecha que intuye y prepara los movimientos políticos. Aunque eso no le impide remangarse cuando es necesario, bajar al barro y actuar como el 'poli malo' para asegurar los intereses de la formación.

Nacido en Barcelona en junio de 1975 (48 años), ultracatólico y vinculado al Opus Dei, Buxadé ha transitado por varias ramas políticas de la derecha del tablero. Pasó de ser candidato a mediados de los noventa por Falange Española de las JONS al Parlamento de Cataluña ['siete' en las listas de 1995] y por Falange Española Auténtica al Congreso un año después [como 'ocho' por Barcelona], a integrarse en el PP de José María Aznar en 2004 como afiliado. Durante ese periodo, fue presidente del Foro Catalán de la Familia, una asociación provida cerca a a Hazte Oír. De hecho, durante ese mandato, y ejerciendo su trabajo como abogado del Estado, fue el encargado de recurrir el referéndum de independencia hecho por el ayuntamiento de Arenys de Munt en septiembre de 2009, algo de lo que presume. En 2015 se integró en Vox.

Buxadé no reniega de su pasado. De hecho, en alguna entrevista ha mencionado que se arrepiente de haber transitado por el PP, no por Falange. En otras, en cambio, cuando se le pregunta si se sigue sintiendo falangista, argumenta: "yo me siento español". Eurodiputado desde 2019, el catalán muestra su desagrado por las "etiquetas", que considera reduccionistas. Más si éstas se emplean para reflejar el arrinconamiento del sector más liberal de Vox en estos últimos meses, el grupo mayoritario y fundacional del partido del que, en estos momentos, Iván Espinosa de los Monteros es su mayor exponente. Víctor González y Enrique Cabanas también, pero solo integran la Ejecutiva como vocales, sin representación ya en las listas.

Precisamente, a Buxadé se le atribuye haber arrinconado a Vox hacia el polo más extremo del eje representativo, como muestran las últimas listas a las Cortes con cambios, dice, puramente "técnicos" [se caen González u otros reconocidos liberales como Víctor Sánchez del Real y Rubén Manso]. Un polo en el que cogen peso figuras como Javier Ortega Smith o Ignacio Garriga, y subalternos como María Ruiz, la vicesecretaria de Organización, frente a ese ámbito liberal. También un intento de alejar a Espinosa de un cargo tan esencial y visible como es la portavocía del Congreso. "¿Qué es ser liberal?", pregunta en tono irónico cada vez que se aborda esta cuestión.

¿Qué es ser liberal? Suele preguntar Buxadé cuando se habla de las facciones ideológicas existentes en Vox, y para mostrar su rechazo a las etiquetas"

Sus conocedores, en conversaciones con El Independiente, aseguran que en primera persona es tal cual como se muestra, sin filtros. Desde el tono de voz que le caracteriza hasta la forma de relacionarse. Le atribuyen cercanía y sentido del humor, aunque en ocasiones, destacan, es dado a pronunciar comentarios que "desentona" y lo dejan "fuera de lugar". Ponen de ejemplo una anécdota dada en una reunión entre cargos del partido, en el que, de acuerdo a la versión de estas fuentes, Buxadé habría rechazado la presencia de mujeres en su equipo de trabajo "para no caer en tentaciones". Hay quien reduce este comentario a ese humor que le caracteriza frente a una imagen mediática gris, y quienes lo atribuyen a una actitud más machista. Una palabra que, pese a todo, en público Vox rechaza pronunciar.

Por otro lado, hay figuras dentro de Vox que también aluden su valía para ejercer su posición de vicepresidente de Acción Política: "tiene muy buenas ideas". Es "tenaz", aluden. Y es que por él pasa toda la estrategia de partido, tanto a nivel nacional como internacional por su persona. Aunque, como en todo, hay quien cree que esas funciones se llevan al límite. Desde algunas provincias se denuncia que los altos cargos regionales están "intervenidos" [por Buxadé y Garriga, secretario general] y "las decisiones se toman en Madrid". En Bambú [la sede nacional], en cambio, se habla de "equilibrio". Si su poder es tal, ¿por qué Abascal no sofoca esa corriente extremista que empieza a copar los ámbitos de decisión? La respuesta generalizada es silencio, aunque se deja caer que hay grupos de influencia [social y económica] muy potentes conectados que impulsan a Vox. Sería el caso de la Asociación Católica de Propagandistas.

Tiene la última palabra en los pactos

El liderazgo de Abascal, pese a todo, sigue siendo incuestionable en Vox y figuras como Buxadé están a su servicio. Otra cosa son los métodos. Si Abascal pide tener influencia y peso territorial para llegar fuertes a las generales, Buxadé filtra e interpreta: la demanda debe ser entrar en los gobiernos. Se ha pasado, de hecho, de buscar exigencias razonables y acordes a los resultados, a pedir indiferentemente cuotas de poder. Mientras el pacto está encarrilado en Baleares y Buxadé brilló allí por su ausencia, ha aparecido en las jornadas de inauguración de la Asamblea extremeña y las Cortes de Aragón. Apuntalado por los suyos y con un mensaje claro: "mano tendida" y "responsabilidad", pero "respeto a Vox y sus votantes". Abascal irá a Valencia para la apertura de Les Corts, como contrapunto y donde ya se ha aprobado una coalición.

—Traemos un acuerdo, dijo Guardiola en la reunión celebrada este lunes en el Parador de Mérida.

Se refería a los quince puntos programáticos que luego rechazaría Vox y a la cesión de la presidencia de las Cortes para el control legislativo.

—Queremos Agricultura y Educación. Tenemos que entrar en el Gobierno para garantizar que se cumplen los acuerdos, le dicen desde el equipo negociador interrumpiendo la lectura que Guardiola hacía del texto presentado.

—Crearemos una comisión de seguimiento del pacto. Cada 15 días no reuniremos, insiste Guardiola, comprometiéndose con su palabra. Recibe la negativa de Vox.

Es entonces cuando entra en acción Buxadé. Ignacio de Hoces, vicesecretario de Institucional, presente en la reunión pide un receso para "hacer una llamada". La hace a Madrid, al vicepresidente político que le deja claro el camino a tomar.

—Imposible. Queremos entrar en el Gobierno.

A partir de ahí, el encallamiento quedó patente, y ninguno de los mensajes cruzados con cesiones más amplias del PP, como una secretaría de la Mesa o un senador por designación autonómica para Vox lo facilitó. Al día siguiente, Buxadé hizo su aparición en Mérida para presionar públicamente. Los rivales de Vox directos, caso del PP, califican ahora a Buxadé como dinamitero de posibles pactos programáticos como los de Murcia o la propia Extremadura. Falta por ver si ocurre lo mismo en Aragón, a cuya constitución de Cortes acudió el viernes. "Si se implica en las negociaciones, más asunto. Será más difícil el acuerdo", explican fuentes populares. Que lo tildan de "agresivo" en ocasiones.

Salvo excepciones, Buxadé es la 'cabeza parlante' de las ruedas de prensa, quien deja el mensaje semanal y define los ejes de actuación. Puede decirse que, además, entre otros, el barcelonés es uno de los ideólogos de Vox en esta nueva etapa afianzada, tras nutrirse el partido de las corrientes llegadas del neoconservadurismo trumpista de estados unidos, pero también de los fratelli italianos, y el este de Europa.

Frente a un intocable Abascal, Buxadé, sin haber ejercido responsabilidades parlamentarias nacionales, es la figura que se percibe como más encarrilada a suplir al gran jefe en relación a influencia y poder. Pero como en todos los clanes, existen cruces de intereses que en un contexto determinado pueden dar un vuelco completo al equilibrio de la estructura en momentos de crisis. Lejos de eso, de momento la tarea del consejero está siendo la de dar apoyo en los frentes para ampliar las cuotas de control de territorios políticos; las autonomías. El mensaje de Buxadé y los suyos es claro frente al PP extremeño y murciano: o trabajamos juntos, o todo seguirá como está.