La constitución ayer del Congreso de los Diputados, en la que la socialista Francina Armengol consiguió un amplio respaldo gracias a los siete votos de Junts, no es más que el preámbulo del que se avizora como un pacto de legislatura para revalidar la presidencia de Pedro Sánchez. Y todo ello, con las manos libres, sin interferencias ni cuestionamientos de otros sectores del partido. Si hasta hace poco había un núcleo de resistentes a Sánchez representados por una serie de baronías críticas, ahora sólo queda el castellano-manchego Emiliano García Page como el único reducto a contracorriente.

De ese grupo ha formado parte hasta el 28-M el aragonés Javier Lambán y, en sus tiempos, el extremeño Guillermo Fernández Vara, aunque éste último se convirtió a la nueva fe hace tiempo, abrazó el catecismo de Ferraz y Sánchez le premió con un puesto en la ejecutiva socialista y, ahora, con una de las vicepresidencias del Senado.

El presidente de Castilla-La Mancha ha quedado como el único crítico

De este modo, la oposición interna se ha ido desactivando y en un partido que se diferenciaba del PP precisamente por sus dosis de fuerte debate y un potente sistema de contrapesos en las direcciones territoriales, el poder del secretario general socialista es mucho más rocoso e inexpugnable que el de una formación de corte presidencialista.

Desde Navarra, a donde Page acudió ayer para asistir a la toma de posesión de María Chivite como presidenta de la Comunidad Foral, se lamentó de cómo el prófugo Carles Puigdemont tiene "el mando a distancia de la legislatura", sometiendo a una suerte de "libertad condicional" al futuro Gobierno de España y con un gran capacidad decisoria.

"La votación del Congreso no deja de ser el trámite para que se dé comienzo a las negociaciones y eso nos tiene a todos en vilo, por no decir muy preocupados", agregó en plural mayestático sobre la votación en ayer en el Congreso donde Armengol salió elegida presidenta en primera vuelta tras conseguir el respaldo de 178 diputados. Pero las palabras críticas de Page no tuvieron mayor eco entre sus compañeros de partido. Ha quedado, de hecho, como la única voz que clama en el desierto. Nadie parece cuestionar en el PSOE -al menos de entre sus dirigentes en activo- la alianza con el conjunto de las fuerzas independentistas, ni siquiera con la que parecía la última frontera, esto es, la formación de Carles Puigdemont.

Lengua, espionaje, desjudicialización... las cesiones se aceleran

De hecho, los guiños al independentismo se han acelerado en los últimos días. Sólo el apoyo de ERC para la Mesa del Congreso ha costado el uso de las lenguas cooficiales en todas las instituciones del Estado y en la UE; una comisión de investigación sobre el supuesto espionaje a líderes independentistas y un paso más en la "desjudicialización del conflicto catalán", que para los de Oriol Junqueras sólo tiene un nombre: Ley de amnistía. Y eso es el aperitivo, porque insisten por activa y por pasiva no haber arrancado las negociaciones para la investidura. De lo directamente prometido a cambio de su apoyo Junts nada se sabe, salvo ofrecerle Grupo Parlamentario propio al igual que a ERC.

Moncloa está contenta y también el PSC porque entienden que muchas de estas medidas sobre la lengua o respecto a lo que ahora se define muy eufemísticamente "poner en contador a cero" -esto es, olvidar los delitos cometidos durante el procés- también benefician a los socialistas catalanes, con Salvador Illa al frente,que esperan no sólo volver a ganar las próximas elecciones autonómicas, sino llegar, esa vez sí, al gobierno de la Generalitat.

No deja de ser paradójico que a pesar de haberse dejado el secesionismo catalán 700.000 votos por el camino desde las elecciones generales de noviembre de 2019 y siete escaños -en la legislatura anterior ERC y Junts sumaban 21 ahora 14- sean los dos más necesarios que nunca. La votación de ayer lo demostró, pero entre las filas monclovitas hay un optimismo indisimulable.

Moncloa se felicita de que Feijóo "no puede articular una mayoría"

Desde Moncloa se felicitaban ayer respecto a que "el PP no puede articular una mayoría" y que frente a esa "soledad" de Albert Núñez Feijóo lo de ayer constituye "el primer paso para una mayoría de Gobierno". Además, no dejaron de mostrar su satisfacción de que Vox haya quedado fuera de la Mesa de la Cámara Baja por entender que "manda un buen mensaje a Europa". Ahora dudan que el líder del PP se presente a la investidura tras perder el apoyo de los diputados de Santiago Abascal. "El día de hoy no le ha ido bien", bromeaban con respecto a Feijóo y hasta llegaban a aventurar que, en el fondo, Vox "le ha hecho un favor" porque así no tiene que ir a una investidura fallida.

"No vamos a a presionar al Rey, no se nos ocurre" responden respecto a cuándo creen que Felipe VI iniciará la ronda de consultas para encargar la formación de Gobierno, cosa que, muy probablemente arranque la semana que viene.