El lehendakari Iñigo Urkullu lo ha dejado claro desde que supo que no repetiría, que no sería el candidato del PNV para optar a un cuarto mandato. Exprimiría al máximo la legislatura hasta aprobar las leyes con las que considera que deberá cerrar el mandato. Desde su Ejecutivo aseguran que para cumplir sus planes, para culminar la aprobación de las cuatro leyes que están pendientes, necesitarán agotar el mes de febrero y quizá arañar algún día más a marzo. De igual manera, en el PNV se traslada ya que serán necesarios los dos primeros meses de este año antes de dar por iniciado el proceso electoral para renovar el Parlamento vasco. De este modo, el horizonte que Ejecutivo y el partido dibuja parea las elecciones autonómicas las sitúa en el próximo mes de abril.

El PNV ya ha programado el que será su primer gran acto electoral. Tendrá lugar el próximo día 27 en Durango, donde proclamará a su candidato a lehendakari, Imanol Pradales, el candidato propuesto por la dirección y al que no se ha propuesto ninguna otra alternativa en el proceso interno de las bases. Junto a él se proclamará a la candidata a repetir como presidenta del Parlamento Vasco, Bakartxo Tejeria, y se darán a conocer las listas para los tres territorios históricos, así como para los comicios europeo del próximo 9 de junio.

El PNV ha escogido el Landako de Durango para la celebración de su Asamblea Nacional con la que dará por terminado el proceso a doble vuelta que ha puesto en marcha para la conformación de sus listas. La presentación de sus candidatos se plantea como un acto al que ha llamado de modo “muy especial” a su militancia a participar de forma masiva en una carrera electoral que considera de gran relevancia. La pugna que en los últimos meses libra con EH Bildu y la necesidad de recomponerse de la pérdida de casi 100.000 votos con las que culminó las elecciones generales y municipales convierten a estos comicios en una prueba clave para medir la salud electoral del PNV.

Si bien inicialmente se barajó la posibilidad de que las elecciones pudieran ser en marzo, el propio lehendakari Urkullu se ha encargado en sus últimas comparecencias en recordar su intención de agotar al máximo la legislatura. También en subrayar que las elecciones de 2020 tuvieron lugar el 5 de abril. El lunes, en un acto del Grupo Noticias, Urkullu se negó a hacer pública la fecha y se limitó a señalar que baraja “varias” como probables. La última semana de marzo, con la coincidencia con la Semana Santa, y la primera de abril, con la Semana de Pascua, festiva en el País Vasco, condiciona de modo importante fijar un día. Las tres últimas semanas de ese mes sí apuntan como posibles.

Cuatro leyes y tres transferencias

De este modo, la disolución del Parlamento Vasco debería producirse 54 días antes, de modo que tras reactivar la actividad parlamentaria en este inicio de año el Ejecutivo contaría hasta finales de febrero o comienzos de marzo para sacar adelante las cuatro leyes pendientes. Se trata de la ley de Transición Energética, la ley de Cooperación, la Ley de Infancia y Adolescencia y la ley de igualdad de trato y no discriminación. Normas que saldrían adelante gracias a la mayoría absoluta que ostentan PNV y PSE en la Cámara de Vitoria pero que Urkullu quiere intentar aprobar con el apoyo de más grupos.  

El presidente del PNV, Andoni Ortuzar, también apuntó ayer hacia el mes de abril como el más probable de celebración de elecciones autonómicas en Euskadi. En declaraciones a TVE aseguró que el Gobierno Urkullu “necesita” de los “dos o tres primeros meses de este año” antes de que puedan celebrarse los comicios. Un trimestre en el que aseguró que además de completarse el ‘hito’ de la aprobación de leyes señalado también se tendrá que completar el compromiso del Gobierno español alcanzado con su partido. Un acuerdo de legislatura que establecía que antes de los tres primeros meses de 2024 se habrá tenido que completar el traspaso de tres competencias: la gestión de la acogida a inmigrantes, la homologación de títulos extranjeros y la referida a los ferrocarriles.

Para estas elecciones todos los partidos, a excepción de Sumar y Podemos, tienen designados a sus candidatos. Por el momento, tanto el PNV como EH Bildu, el PP y el PSE han elegido aspirantes hombres. En el caso de Sabin Etxea concurrirá con un desconocido Imanol Pradales, presentado como el relevo generacional que necesita el partido y que se visualizará también con la salida de algunos de sus diputados históricos, como el presidente del PNV en Gipuzkoa, Joseba Egibar. En el caso de la izquierda abertzale será un rostro nuevo y algo desconocido, Pello Otxandiano, quien disputará la lehendakaritza. En el PSE lo hará su secretario general, Eneko Andueza. Quien será el cabeza de cartel en el PP será su nuevo presidente en Euskadi, Javier De Andrés.

A la espera de Sumar y Podemos

Por ahora, Elkarrekin Podemos y Sumar Mugimendua –la marca de la coalición de Yolanda Díaz en Euskadi- continúan sin despejar la incógnita de cómo concurrirán. Las negociaciones continúan en busca de quién logrará imponer su candidata en caso de presentarse unidos; Podemos, con Miren Gorrotxategi o Sumar, con Alba García.

El Gobierno vasco lleva meses preparando la convocatoria de las elecciones. El último paso se conoció ayer con la designación de Miren Goitia, actual viceconsejera de Administración y Servicios como responsable de la organización de las elecciones. Un proceso en el que el Ejecutivo Vasco empleará además una nueva aplicación informática. Goitia será la responsable de poner en marcha todos los elementos necesarios para poder llevar a las elecciones.

En agosto pasado el Gobierno activó la primera fase relativa a la contratación de la impresión del material: papeletas electorales, sobres, documentación, etc. Una licitación para la producción de 26 millones de papeletas blancas y otras tantas verdes, en la que se plateaba incluso la posibilidad de que las elecciones se pudieran hacer coincidir con los comicios europeos previstos para el 9 de junio. Esta posibilidad se da por prácticamente descartada, si bien formalmente podría darse. La coincidencia de la campaña con un proceso a nivel nacional y polarizado, como se prevé en Sabin Etxea para las elecciones al Parlamento Europeo, no es un escenario deseado.