Ha sido el año en el que la izquierda abertzale ha visto el resultado de la estrategia de la paciencia. Es la que ha aplicado desde hace más de una década y en 2023 le ha reportado los resultados más valiosos. Se rige por cambiar sin prisas, sin que apenas se perciba pero consolidándose poco a poco en el imaginario social. En octubre de 2011, cuando ETA anunció que abandonaba las armas, aquella coalición que arrancaría el nuevo tiempo, EH Bildu comenzó a aplicarla. Desde entonces han pasado más de doce años y la mochila pesada, cruel y oscura que entonces arrastraba aparenta hoy mucho más liviana, menos oscura y, sin duda, mucho más poderosa en el tablero político, el vasco y el nacional.

El último logro ha sido Pamplona. La moción de censura que ha permitido instalar a Joseba Asirón de nuevo como alcalde de la capital Navarra y desalojar a Cristina Ibarrola (UPN) supone además una victoria política. Desde el mismo día de las elecciones EH Bildu había reclamado al PSN dar forma a una alianza de izquierdas que situará a Asiron en el Consistorio. Las resistencias iniciales mostradas por los socialistas ante la convocatoria de elecciones generales pronto se desvanecieron y afloró una interlocución en la que EH Bildu siempre ha tenido el mando de control. También lo tuvo en el caso de la conformación del Gobierno de María Chivite.

Sin duda, 2023 ha sido el año de la institucionalización, 'normalización' y 'blanqueamiento' de la izquierda abertzale ante los ojos de amplios sectores progresistas de la sociedad vasca, navarra y española y del derribo del muro que aún incomodaba el entendimiento con el socialismo español.

Desde el final de ETA, el tiempo, la desmemoria y el hastío social ha corrido a su favor. A ello se ha sumado que el devenir de la política española le ha brindado oportunidades que no imaginaba. En este 2023 la paciencia que impuso Arnaldo Otegi para avanzar en la reconversión de la izquierda radical vasca -bajo el paraguas de EH Bildu- ha alcanzado las mayores cuotas de éxito.

'Sorpasso' al PNV

Sin duda, el principal logro en Euskadi en este año es el ‘sorpasso’ dado al PNV en las elecciones municipales y en las elecciones al Congreso de los Diputados. En ambas citas Bildu logró más escaños y más diputados. En 2024 Euskadi celebrará elecciones autonómicas y la gran incógnita es saber si el empuje que los de Otegi vienen demostrando en las últimas citas con las urnas se repetirá.

Más allá de los resultados electorales, la victoria de fondo de Bildu que se ha apuntalado en 2023 es haber conseguido hacer olvidar a amplios sectores de la sociedad vasca y española su pasado. Incluso sus deudas pendientes. Con más de 300 crímenes de ETA sin resolver, la izquierda abertzale es aún incapaz de condenar la violencia etarra. También de hacer autocrítica por el apoyo que brindó a ETA durante décadas. Tampoco su complicidad con los presos de la banda ha desaparecido. Los incluyó en listas electorales el pasado 28 de mayo. A ello se suma la incorporación de significados nombres de la dirección de ETA, como David Plá, a los órganos de dirección de Sortu, la ‘nave nodriza’ de EH Bildu. Nada de eso parece pasarle factura.

Este año EH Bildu ha continuado con su estrategia de renovación, o de olvido, según se mire. La apuesta por los discursos en clave progresista, feminista, de medio ambiente, juventud o empleo frente a los pulsos soberanistas y de ruptura con España, le han dado resultado. De cara el nuevo ejercicio que ahora comenzará, el líder de la izquierda abertzale ya ha asegurado que las cosas cambiarán, que el discurso soberanista volverá a al mesa. Arnaldo Otegi ha visto en la debilidad de Pedro Sánchez una oportunidad para situar en el centro de la legislatura "el reconocimiento nacional de Euskal Herria", según el mismo ha afirmado. También aquí aplicará la estrategia de la paciencia, de avanzar poco a poco y no de modo abrupto. Pequeños logros para grandes avances.

En Euskadi, EH Bildu sabe que vive un momento dulce, que la distancia con el PNV se ha acortado y que el desgaste de la formación de Andoni Ortuzar le abre la puerta a un nuevo escenario. Los sondeos auguran un importante incremento de representación en el Parlamento Vasco que pueda salir de las elecciones que se celebren en 2024. Una fortaleza que se hace más valiosa ante el previsible desgaste del PNV que podría incluso poner en peligro la mayoría absoluta con el PSE de la que disfruta desde hace dos legislaturas.

Una izquierda abertzale 'bicéfala'

El candidato de EH Bildu a lehendakari es un nuevo paso en la estrategia de blanqueamiento y paciencia. El camino corto hubiera sido la presentación de Arnaldo Otegi como candidato, pero quizá no el más eficiente. El dirigente de la izquierda abertzale continuará al frente de la sala de mandos. El mismo día que anunció que no se presentaría a ser lehendakari anunció que sí lo haría para seguir siendo el coordinador general de EH Bildu, para seguir marcando el camino. La bicefalia en la izquierda abertzale no sólo se juega entre partido e instituciones, sino entre pasado y futuro. Otegi es el pasado que aún arrastra dependencias costosas como los presos de ETA, décadas de complicidad con la violencia terrorista o reconocimientos y perdones pendientes.

Pello Otxandiano, el candidato a lehendakari, irrumpe como una nueva imagen alejada de la que tuvo la izquierda abertzale cuando fue Herri Batasuna, Euskal Herritarrok, Batasuna o cualquiera de de las muchas marcas con la que se disfrazó. Una nueva generación sin mochila oscura que aspira a atraer a las generaciones que apenas conocieron la Euskadi herida de violencia.

La necesidad de mayorías con la que Pedro Sánchez llegó a Moncloa en 2018 le abrieron la puerta y las que ha requerido en este 2023 ha culminado de modo simbólico el un final del proceso de ‘institucionalización’ de la izquierda abertzale iniciado hace más de una década: el apretón de manos de manos de un presidente de España y la portavoz de la coalición, Mertxe Aizpurua, es el éxito de la estrategia de la paciencia que un día Otegi ideó y Sánchez le ayudó a culminar.