Habían quedado siempre fuera del foco. Aquella ‘lucha’ que se libraba en instituciones, en la calle y en la clandestinidad era cuestión de adultos. En las dolorosas décadas de violencia de ETA su entramado no contó ni utilizó a los niños, salvo en contadas excepciones. En Euskadi, y fuera de ella, los niños sólo sufrían… y morían. Sobre todo, los de sus víctimas. La banda terrorista dejó un rastro de 22 niños y niñas asesinados y 1.035 huérfanos en Euskadi, según reveló un estudio de Covite. Tras aquellos crímenes quedó un rastro de dolor y ausencia de por vida para aquellos hijos e hijas que tuvieron que aprender a vivir sin un padre, sin una madre.

En los últimos años ETA y su entorno han optado por convertirlos en agentes activos, en foco útil para sus reivindicaciones. Sus niños y niñas podrían dulcificar lo que habían representado durante tantos años. Además, permitirían simbolizar su dolor, el de la cárcel, el que la izquierda abertzale siempre ha enarbolado como la consecuencia de un “conflicto” que equipare dos bandos enfrentados. El dolor de los hijos e hijas de los militantes de la banda terrorista a consecuencia de la política de dispersión también debía ser tenido en cuenta en la era postETA y pasaría a ser uno de los activos y símbolos de la nueva era ‘por la convivencia’.

De este modo, en la última década la utilización de los menores ha permitido no sólo contribuir a ‘socializar’ sus reivindicaciones de modo amable entre las nuevas generaciones, sino también influir en la construcción del relato y la memoria. La izquierda abertzale defiende la necesidad de que la convivencia de la Euskadi del futuro y la construcción de una memoria sobre lo sucedido se consolide en torno a un relato de bandos enfrentados que sufrieron del mismo modo la violencia. El desconocimiento sobre lo ocurrido, la escasa transmisión familiar y la casi presencia testimonial del estudio de la violencia de ETA en el currículum académico del sistema educativo vasco ha facilitado esta pretensión de la izquierda abertzale iniciada tras el cese de la actividad armada de la banda.

La primera gran campaña para recurrir a los niños fue la petición del fin de la dispersión de los presos en cárceles alejadas del País Vasco. Así surgieron los llamados ‘niños de la mochila’, hijos de presos de ETA obligados a hacer cientos de kilómetros para visitar a sus padres en prisión. Doce años más tarde, y una vez logrado el acercamiento de los presos, los menores siguen estando presentes en iniciativas, pero ahora para reivindicar la siguiente fase: la reclamación de su vuelta ‘a casa’.

De la dispersión a la 'vuelta a casa'

La presencia de menores se intensificó a partir del anuncio del cese definitivo del terrorismo, el 20 de octubre de 2011. Su imagen, más amable, dulce y menos agresiva, encauzaría como ninguna otra sus reivindicaciones y lo haría con un aire renovado, alejado del pasado cruel que aún sobrevolaba. Más de una década después la aparición de niños continúa. Lo hace incluso para escenificar actos de solidaridad con los presos.

La utilización de menores ha sido frecuente en los últimos años. Se les ha utilizado en actos de bienvenida a presos de la banda, los ‘Ongi etorri’, en manifestaciones, en actos culturales en apoyo a presos, en iniciativas populares para apoyarles, en fiestas rodeadas de carteles y pancartas… incluso se han hecho películas cuyos protagonistas eran niños con historias pensadas para reforzar la reivindicación del momento de la izquierda abertzale.

En 2018 cientos de ellos encabezaron la marcha convocada para reclamar el final de la dispersión de los presos de la banda. Se habían convertido en los ‘niños de la mochila’, un símbolo del impacto del alejamiento de los miembros de ETA en cárceles de fuera de Euskadi. Incluso la televisión pública vasca los convirtió en protagonistas de un documental. También lo fueron de una película, ‘Motxilen umea’, en la que con la participación de la actriz Itziar Ituño, se relata la historia de la hija de una presa de ETA y sus viajes para visitarle en prisión.

También se les ha visto en actos de bienvenida a presos de la banda, pintando pancartas para darles la bienvenida, bailando ‘aurreskus’ de reconocimiento. No han sido pocos los actos que se han organizado para reivindicar medidas de apoyo a los etarras y en los que se han impulsado actos dirigidos a los niños, -como actividades de ocio, castillos hinchables, carreras populares...-, para atraer a las familias. En Itsasondo (Gipuzkoa) incluso se llegó a organizar una exposición de pintura infantil para felicitar a un preso de la localidad, Mikel Otegi, condenado por el asesinato de dos ertzainas. No ha faltado una ‘scape room’ con la temática relacionada con los presos o charlas impartidas a menores por un antiguo militante de ETA.

De 'Txirri, Mirri y Txiribiton' a 'Pirritx' eta 'Porrotx'

El último episodio lo conocimos el pasado lunes. Los populares payasos ‘Pirritx, Porrotx y Marimotots’ animaban a los niños y sus familias a participar de las movilizaciones para reclamar ‘la vuelta a casa’ de los presos de ETA. Entre bailes y música infantil pegadiza se les instaba a “sentir, pensar y actuar todos juntos” en favor de una ‘llave’ que abra la puerta a la solución de los presos de la banda terrorista en forma de salida de prisión.

‘Pirritx y Porrotx’ -no tanto 'Marimotots', de incorporación más reciente- son viejos conocidos en Euskadi. Acumulan tres décadas de trayectoria como payasos. En los últimos años su fama y aceptación entre los más pequeños ha crecido de modo importante. Tras la jubilación de sus predecesores en el arte de hacer reír a los niños, ‘Txirri, Mirri ta Txiribiton’, siempre alejados de la implicación política-, ‘Pirritx, Porrotx y Marimotots’ se convirtieron en los payasos de referencia en Euskadi. Su éxito les permite ser capaces de llenar grandes aforos y beneficiarse de la contratación de numerosos ayuntamientos en Euskadi. En su currículum, además de una veintena de discos, figura una vinculación inquebrantable con las reivindicaciones de la izquierda abertzale y haber sido concejales en Lasarte-Oria.

Una de sus integrantes, Aiora Zulaika, (‘Pirritx’) fue concejal de Euskal Herritarrok (EH) en Lasarte, su localidad natal. En 1999 sustituyó en la concejalía a su compañero Joxe Mari Agirretxe, (‘Porrotx’), también vinculado a la izquierda abertzale y natural de Lasarte. La tercera de las integrantes, ‘Marimotots’, Mertxe Rodríguez, se incorporó en 2008.

El 19 de marzo de 2001 ETA asesinó de un tiro en la nuca al concejal del PSE de Lasarte, Froilán Elespe. Zulaika, ‘Pirritx’, compañera de corporación, se negó a condenar el asesinato. Aquella decisión provocó un profundo malestar y derivó en la cancelación de contratos en algunos ayuntamientos. Pero hoy, dos décadas más tarde, están presentes en multitud de actos públicos promovidos por ayuntamientos y distintas organizaciones.

'Scape room', exposiciones, castillos hinchables

En 2009 publicaron un vídeo en el que en el contexto de la ‘Korrika’, una carrera popular de apoyo al euskera, reivindicaron el acercamiento de los presos de la banda: “¿Sabéis que muchos de nuestros amigos deben hacer miles de kilómetros para visitar a sus padres y madres, tíos y tías?, ¡No hay derecho!” y añadían en su mensaje dirigido a los niños que “muchos viven con sus madres fuera de Euskadi en prisión” y no pueden “jugar en el parque con sus amigos, ni ir a pasear al monte, ni bañarse en el mar Cantábrico…, haremos algo, ¿verdad?”.  

En 2021, en San Sebastián, ante numerosos niños, ‘Porrotx’ dialogó en tono amable con la hija de un preso de ETA en torno a los años que su padre llevaba en prisión y los viajes que eso le obligó a realizar “desde los 8 años” para visitarle. El pasado mes de octubre estos payasos invitaron a los niños a participar en el “Etxera eguna”, una jornada en apoyo a los presos de ETA.

Actos todos ellos en los que las referencias al sufrimiento de los otros niños, los de las víctimas de ETA, no está presente. La Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT) ha pedido al defensor vasco del pueblo, el ‘Ararteko’, que tome medidas ante lo que considera un intento por “manipular” e influir “negativamente” en los niños que se esconde dentro de la participación e implicación de los niños en este tipo de actos. Tras hacerse público el último vídeo de ‘Pirritx, Porrotx y Marimotots’, la AVT reclama al ‘Ararteko’ que se implique para impedir la “manipulación por parte de algunos sectores” que se quiere impulsar sobre los menores y evitar que se “cree un caldo de cultivo preocupante” que pueda legitimar la violencia.