Será la victoria con mayor valor simbólico de la izquierda abertzale. Ni siquiera la iguala el incremento de votos con el que cierra el balance de este año electoral. Gobernar Pamplona supone regresar al sillón de poder de la que siempre ha sido para la izquierda abertzale la capital de ‘Euskal Herria’, el país soñado de siete provincias -Euskadi, Navarra y el País vascofrancés- de los soberanistas vascos. El próximo día 28 Joseba Asiron, fruto de una moción de censura, sustituirá a Cristina Ibarrola (UPN), regresará a un cargo que ya ocupó entre 2015 y 2019. Entonces reivindicó en numerosas ocasiones la 'vasquidad' de Navarra y la necesidad de avanzar en el camino hacia la consecución de la ansiada unión de 'Euskal Herria'. En actos posteriores ha continuado reclamando el derecho de la sociedad navarra a ser consultada y a decidir su estatus y relación con el “resto de territorios vascos”. En diciembre de 2020 Asiron participó en un acto en el que reclamó vías para que se escuche la voz de los navarros que reconoce como sujeto político con derecho a decidir.

En el historial del próximo alcalde de Pamplona figuran condenas como primer edil por hacer ondear la ikurriña en el Consistorio. Su figura no está entre las más beligerantes de la izquierda abertzale. Representa esa nueva corriente más moderada en las formas, más limpia en su pasado pero con las mismas aspiraciones en clave soberanista que siempre ha defendido la izquierda abertzale. Desde el jueves de la próxima semana será además uno de los cargos institucionales con mayor peso y altavoz de ese mundo. No en vano, la victoria de EH Bildu forzando la salida de la alcaldesa de UPN sólo seis meses después de acceder al cargo supone un peldaño más -gracias en este caso al respaldo del PSN- en la escalera de la normalización institucional de EH Bildu y sus aspiraciones políticas y que relega sus deudas pendientes del pasado.

Desde que Asiron abandonó el Ayuntamiento en 2019 el camino hacia el sueño de convertir a Pamplona en la capital de la 'república vasca' soñada por Bildu sigue lejos pero algo menos. La senda parece que se ha desbrozado, al menos en lo referente a las hojas de ruta para alcanzar la meta de la 'República vasca' y los acuerdos necesarios que permitan cruzarla. Bildu y el nacionalismo vasco en su conjunto cuentan hoy con pactos en los que se incluyen progresos reales en ese camino por la integración de Navarra en el País Vasco. A ello se suma que el propio Arnaldo Otegi ha insistido en que el reconocimiento nacional de "los pueblos" centrará esta legislatura y, entre ellos, sin duda, Bildu impulsará el "reconocimiento nacional de Euskal Herria", como ha reiterado.

La integración, algo más despejada

Poco después de que Asiron abandonara la alcaldía en 2019 en el vecino País Vasco se presentaban tres propuestas para renovar el Estatuto de Gernika. En la firmada por su coalición y en la respaldada por el PNV se incluía el derecho a decidir y la aspiración a alcanzar una ‘Euskadi Confederal’, con Navarra dentro de ella, y con capacidad para relacionarse de igual a igual con España.

En ambas propuestas, la del PNV y la de Bildu, se incluían puertas abiertas a facilitar la integración de Navarra en Euskadi mediante el ejercicio del derecho a decidir de los navarros. Documentos que ahora el Gobierno de Pedro Sánchez se ha comprometido por escrito con el PNV y con EH Bildu de modo tácito a abordar esta legislatura. Es parte del pago a su apoyo para continuar en La Moncloa.

Ocupar la alcaldía de Pamplona es un paso relevante en toda la operación a largo plazo que con paciencia ha ido ejecutando la coalición liderada por Otegi. De igual modo, Geroa Bai, la coalición del PNV en Navarra, -necesaria en la moción de censura en la capital navarra y en la investidura de la candidata Chivite a seguir presidiendo la Comunidad Foral-, también ha despejado estos años el camino de su ansiada integración de Navarra.

Escudo oficial de Euskadi, a la espera de Navarra

El PNV tiene el compromiso de Sánchez de dar pasos en el “autogobierno futuro” del País Vasco de acuerdo a lo que se acuerde en la Cámara vasca. En ella, el partido de Ortuzar tiene previsto volver a debatir su nuevo estatuto para facilitar su aprobación en Euskadi primero, en el Congreso después y en referéndum en Euskadi antes de su entrada en vigor. Y todo, en esta legislatura. Eso es al menos lo acordado.

El PNV lleva años trabajando por el reconocimiento de Navarra como parte de Euskal Herria. Lo impulsó quien fuera su presidenta en Navarra, Uxue Barkos. Lo hizo estrechando lazos y relaciones institucionales con el País Vasco durante su mandato, con avances simbólicos como el refuerzo de la presencia de la televisión pública vasca en Navarra, ETB, o reivindicando el reconocimiento de un símbolo vasco esencial como es la ikurriña. El PNV, junto a Bildu, reivindicó la modificación de la ley de símbolos para que la ikurriña pudiera ondear, no como símbolo oficial pero sí con seguridad jurídica, como una bandera más en las instituciones oficiales navarras que así lo acordaran. Una medida presentada como vía para expresar el “sentimiento vasco” de la sociedad navarra. Bildu fue más allá y reclama que sea una bandera oficial en Navarra.

El PNV históricamente siempre ha incluido la integración de Navarra en Euskadi. Incluso actualmente el escudo oficial que figura en instituciones y actos públicos del Ejecutivo vasco mantiene el hueco que en su momento ocuparon las cadenas símbolo de la Comunidad foral navarra. El escudo diseñado por el primer lehendakari vasco, José Antonio Agirre, previo a la Guerra Civil, incluía los escudos de Bizkaia, Álava y Gipuzkoa pero también cinco cadenas y dos ramas de roble para representar a Navarra. Fue así como comenzó la transición, hasta que un recurso del Gobierno de Navarra y una resolución del Constitucional de 1985 le obligó al Gobierno vasco a retirarla de su escudo, que a día de hoy mantiene el espacio vacío de modo visible.

Derecho a decidir de Navarra

El segundo de los 145 artículos de la propuesta de nuevo estatuto vasco del PNV hace referencia a la necesidad de reactivar el derecho de Navarra a formar parte de Euskadi para integrarse en una suerte de ‘Estado confederal vasco’. Se recuerda que es algo que ya está recogido en la disposición adicional cuarta de la Constitución y en el Estatuto de Navarra.

El documento que esta legislatura el PSOE se ha comprometido a abordar con el PNV contempla además que hasta que ese momento de integración de Navarra llegue, expresado en el derecho a decidir de los navarros, se podrá ir preparando el anclaje institucional en forma de órganos comunes entre Euskadi y Navarra. Se apunta incluso que serán órganos oficiales presididos por las presidencias de ambas comunidades vecinas.

El planteamiento que en estos últimos años ha ido puliendo EH Bildu va más allá. Plantea que al nuevo estatuto vasco que se deba aprobar esta legislatura, además de reconocer el derecho a decidir de Euskadi, se le dote de la posibilidad de convocar refrendos. También plantea consolidar una “articulación en clave interna” en la relación entre el País Vasco y Navarra. Bildu va más allá y considera que se debe reconocer la “nacionalidad vasca” y dotar a ‘Euskal Herria’, configuración cultural y administrativa que incluye a Euskadi, Navarra y el País Vasco Francés, de un “reconocimiento nacional”.