El 18-F se asemejó más al 28-M que al 23-J. Los socialistas sufrieron de nuevo la hiel de las urnas, la misma que saborearon en las elecciones autonómicas y municipales del pasado mayo, y no el subidón inesperado de las generales. Galicia propinó un tremendo varapalo al PSdeG: ni logró sumar con el Bloque Nacionalista Galego los 38 escaños necesarios para arrebatar la Xunta al PP, ni logró aguantar el que ya era su peor resultado histórico, el que obtuvo hace cuatro años, ni pudo debilitar el liderazgo de Alberto Núñez Feijóo. El partido se hundió por completo, pasó de 14 a 9 parlamentarios, cinco menos. Vivió otra noche electoral pésima, y la de este domingo era la primera competición con la ley de amnistía ya en marcha. El candidato del PSdeG, José Ramón Gómez Besteiro, se llevó un tremendo castigo, y de manera indirecta los electores también enviaron un severo recado a Pedro Sánchez. El cabeza de cartel, no obstante, prometió seguir trabajando "desde la oposición" en los próximos cuatro años, tras reconocer que no obtuvo los resultados "esperados". Y Ferraz le apoyó en ese empeño.

El PSdeG, con el 99,97% escrutado, consiguió en estas elecciones autonómicas gallegas el 14,04% de los votos, y solo 9 escaños. Es decir, 5,34 puntos menos que en 2020 y cinco diputados menos. En número de votos, los socialistas continúan con la tendencia descendente que iniciaron en 2009. Desde entonces, desde aquellos comicios en los que perdieron la Xunta y se la cedieron a Feijóo, no han parado de caer. Las 555.603 papeletas de 2005, su máximo histórico, pasaron a 524.488 en 2009, a 297.584 en 2012, a 256.381 en 2016 —cuando ya quedaron como tercera fuerza, superados en aquella ocasión por En Marea—, y a 253.750 sufragios en 2020. Ahora, el suelo electoral del PSdeG se agujerea aún más: poco más de 207.000 votos este 18-F. O sea, unos 46.000 apoyos menos, en una cita en la que la participación aumentó en 18,35 puntos respecto a la anterior convocatoria: del 48,96%, en plena pandemia, al 67,30%.

El PSdeG continúa la tendencia descendente desde 2009. Ahora cede 46.000 votos, pese a que la participación aumenta en más de 18 puntos. Pierde dos escaños por Pontevedra y dos por Ourense, y uno por A Coruña. La izquierda crece en un diputado

El resultado fue un desastre sin paliativos para el PSdeG y para su candidato, José Ramón Gómez Besteiro, la apuesta inequívoca de Sánchez. Perdió un tercio de sus escaños, un total de cinco, y bajó del 19,38% a un pírrico 14,04% de los votos. Trasvasó parte de su fuerza a un BNG que se consolida como alternativa del PP de Alfonso Rueda. Los nacionalistas de Ana Pontón saltaron de los 19 a los 25 diputados, seis más y casi el triple que el PSdeG.

La izquierda en su conjunto crece en un representante: de los 33 asientos de 2020 (19 el BNG, 14 el PSdeG) a los 34 de 2024 (25 Pontón, 9 Besteiro), pero el pésimo tirón de los socialistas no pudo vencer a un PP que pudo conservar su mayoría absoluta en su bastión histórico. Ambos se quedaron a cuatro diputados de lograr la Xunta. Sumar, sexta fuerza (1,90%), y Podemos, octava (0,26%), se quedaron fuera de la Cámara autonómica. Rueda solo consiguió dos escaños menos que Feijóo en 2020. En el Parlamento entra un cuarto partido, Democracia Ourensana (DO), la formación liderada por el histriónico alcalde de Ourense, Gonzalo Pérez Jácome, con una sola acta.

Resultados autonómicos en Galicia

Comparativa con 2019

El PSdeG concentró su bajón en A Coruña, donde perdió un parlamentario, y en Pontevedra y Ourense, provincias en las que cedieron dos escaños en cada una. En Lugo, la circunscripción por la que se presentó Besteiro, el partido aguantó sus dos diputados. Por capitales, en A Coruña y Vigo, ambas dirigidas por los socialistas, quedaron terceros. En esta última, en la que Abel Caballero ha cosechado sucesivas mayorías absolutas en las municipales, ganó el Bloque, seguido por los populares. Y en Lugo, la tercera gran ciudad encabezada por el PSdeG, también se llevó el bronce. En Ourense, el resultado fue aún peor: cuarta fuerza, tras PP, BNG y DO.

En A Coruña, Vigo y Lugo, ciudades que dirigen, los socialistas quedan terceros, y son cuartos en Ourense

La previsión de que el partido respondería mejor en las zonas urbanas, donde tradicionalmente ha sido más fuerte, no se cumplió. De hecho, el mapa de Galicia se tiñó casi por completo de azul PP. Los socialistas solo ganaron en tres pequeños concellos de Lugo y en otros dos de Ourense. A falta del escrutinio del voto exterior, el PSdeG disputa los últimos escaños en las cuatro provincias, pero solo lo tiene algo más al alcance de la mano en Ourense: a 112 papeletas. En su contra tiene que los residentes españoles en el extranjero suelen apoyar masivamente al PP.

"Ningún cambio es fácil"

Los socialistas fiaron el devenir del 18-F a una alta participación, a la activación de sus electores de las generales y municipales, convocatorias en las que consiguieron cerca de medio millón de papeletas. Pero este domingo la movilización fue muy alta, del 67,30%, 18,35 puntos más que en 2020. Desde el primer minuto del recuento, todo parecía ya perdido para el PSOE. El escrutinio no deparó ninguna emoción, a diferencia de lo que ocurrió el 23-J.

Para Ferraz, el candidato es "el mejor líder para recuperar la confianza de la mayoría de los gallegos". Besteiro era una apuesta inequívoca del presidente

Besteiro compareció pasadas las 22.30 horas y, primero, reconoció el mal dato de esta noche —"No tuvimos los resultados esperados"— y trasladó su felicitación a Rueda, pero su principal mensaje fue el de continuidad. No pegará la espantada. "Debemos consolidar un proyecto reconocido entre toda la ciudadanía, una alternativa real y segura", señaló, "y ese es el trabajo que realizaré desde la oposición". "Nosotros mejor que nadie sabemos que ningún cambio es fácil y no se consigue de un día para otro. No vamos a defraudar. Iniciamos nueva etapa, reafirmamos nuestro compromiso con la mayoría social de nuestro país", remachó. Esto es, que tomará posesión de su acta en el Parlamento autonómico y abandonará el asiento que consiguió en el Congreso, por Lugo, en las pasadas generales de julio. En la federación gallega tenían dudas de que su candidato fuese a dejar la Cámara baja. No será así.

Ferraz, minutos más tarde, prestó un respaldo cerrado a su candidato. Tras felicitar a Rueda y al PP por su quinta mayoría absoluta consecutiva, la portavoz de la cúpula federal, Esther Peña, subrayó que Besteiro es "el mejor líder para recuperar la confianza de la mayoría de los gallegos". "Creemos que, cuando el PSOE lidera la alternativa a la derecha, el cambio siempre está más cerca. Vamos a trabajar durante los próximos cuatro años codo con codo con el PSdeG para darle a los gallegos una alternativa, un proyecto de país que sea capaz de aglutinar a grandes mayorías sociales", remató Peña durante su comparecencia sin preguntas, de apenas minuto y medio.

Ese apoyo a Besteiro se explica, indicaban fuentes de Ferraz, porque solo se consiguen "victorias y mayorías" consolidando proyectos y rostros, y ponían el ejemplo de Pontón, que logró impulsar al BNG desde los seis diputados de 2016 —cuando a punto estuvo de quedarse fuera del Parlamento autonómico— a los 25 de este 18-F. "Ha estado ocho años picando piedra", reseñaban. En la cúpula de Sánchez, que este lunes se reúne a las 10.30 para analizar los resultados, aventuran que dentro de cuatro años Besteiro repetirá como cabeza de cartel. Pero todo dependerá de los movimientos que se produzcan en el PSdeG.

La cúpula federal achaca el mal resultado al trasvase de votantes al BNG, insuficiente para contener la altísima movilización de la derecha, que reaccionó por el miedo a la suma de la izquierda

En la dirección federal asumían este domingo el mal resultado. En el cuartel general del partido, adonde no acudió, como ya es costumbre, el propio presidente, que permaneció en la Moncloa —sí estuvieron María Jesús Montero, Santos Cerdán, Javier Izquierdo, Esther Peña y varios miembros más de la ejecutiva—, admitían que Feijóo ha aprobado el examen, por lo que su situación interna quedará como estaba. Eso sí, recordaban que el PP ha bajado en escaños —ha perdido dos— y en porcentaje de voto —0,60 puntos solo—, pero en cambio sí ha ganado más de 72.000 papeletas. Los socialistas achacan su batacazo al trasvase de sus votantes al BNG, pero esa transferencia "no ha dado resultado, no ha sido suficiente". Sí ha servido para que la izquierda tenga un escaño más (hasta 34), pero hasta ahí. "Lo importante es que ha habido una gran movilización de la derecha. La expectativa de que pudieran perder la Xunta les ha llevado a votar", explicaban desde el cuartel general.

En Ferraz rechazan la lectura de que los electores les hayan castigado por la ley de amnistía, porque el BNG la defiende con ahínco también y no ha sufrido ninguna penalización. Creen que, simplemente, se ha votado en clave gallega, por lo que la aportación nacional "no ha sido gran cosa". En la sede no se escuchaba apenas autocrítica: lo endosaban todo al corrimiento del voto hacia el BNG, sin que eso suponga que el PSOE pierda su carácter de partido vertebrador nacional. Así, destacaban que el PP tiene menos de un 4% del voto en Cataluña y un 6,77% en Euskadi. "Nosotros tenemos en Galicia el 14%". Para el PSOE, también Sumar y Podemos "tienen que hacérselo mirar", al presentarse por separado. Pero ambos solo cosecharon el 2,16% de los sufragios. La formación de Yolanda Díaz quedó por detrás de Vox, y los morados, por debajo de los animalistas del Pacma.

Será a partir de este lunes cuando se compruebe si la debacle en Galicia tiene consecuencias internas en el PSdeG y en el propio PSOE. El varapalo fue muchísimo más duro de lo previsto, aunque en los últimos días sí se percibía inquietud en la federación por las dificultades de Besteiro para "meter cabeza", por la falta de tiempo para consolidar su proyecto, por la estrategia de campaña, por su nacionalización.

Habrá que ver, también, si tiene repercusión en la negociación en marcha con Junts para rematar la ley de amnistía. El escenario de sombras que los socialistas soñaban para el PP se vuelve ahora contra ellos. Sánchez prueba otra vez otra severa derrota en un territorio menos de un año después de la sorpresa del 23-J. El punto se lo anota a quien quería dejar muy tocado, Feijóo.