El umbral del éxito o del fracaso de los socialistas no es solo un número de diputados, un porcentaje de votos. Es una suma. Si alcanza con el previsible huracán del Bloque Nacionalista Galego los 38 escaños —y con Sumar, en caso de que logre entrar en el Parlamento autonómico—, será menos relevante el resultado individual del PSdeG y de su candidato, José Ramón Gómez Besteiro. Si juntos, sin embargo, no llegan a esa meta, entonces sí importará el marcador propio.

Esa operación matemática está instalada en la dirigencia del PSOE y del PSdeG. La clave es la suma. Y la partida se puede decantar hacia cualquiera de los lados. Porque lo que aseguran todos los cuadros consultados, en Ferraz y en la federación, es que la batalla está "muy apretada", que todo puede pasar. Que está "todo muy ajustado". Lo nunca visto en Galicia desde hace 15 años, desde que Alberto Núñez Feijóo arrebató la Xunta al socialista Emilio Pérez Touriño tras un solo mandato, y en coalición con el BNG. Si la izquierda conquista la victoria, si el candidato popular, Alfonso Rueda, pierde las riendas del Ejecutivo, el PSOE está seguro de que Feijóo quedará herido de muerte. Debilitado por completo al frente del PP. Vencido de manera indirecta por Pedro Sánchez. Otra vez.

Los socialistas aprecian "ganas de cambio" y movilización de los votantes progresistas. Creen que han "mejorado" en la recta final de campaña, aunque "no lo suficiente" para poder remontar

Distintos dirigentes consultados subrayan, más allá de las consignas de los mítines, que en esta ocasión se respiran "ganas de cambio". Que las percepciones se asemejan a las de 2005, cuando Manuel Fraga perdió la mayoría y el Gobierno autonómico pasó a manos de Touriño. Pero nada es seguro. Unas altas expectativas que quedan, sin embargo, empañadas por el previsible peor desempeño de Besteiro, según apuntan las encuestas. Frente a los 14 escaños actuales —los mismos que en 2016—, los sondeos señalan una horquilla de 12-14 diputados, aunque el CIS empeoraba incluso el pronóstico para el PSdeG (9-14). El BNG se mueve en el entorno de los 24 parlamentarios —19 en 2020—, y el PP de Rueda, rondando las 38 actas, una mayoría absoluta muy por los pelos —42 tuvo Feijóo hace cuatro años—. Con unos números tan ajustados, puede que la llave de la gobernabilidad la tenga Democracia Ourensana (DO), la formación del extravagante alcalde de Ourense, Gonzalo Pérez Jácome, con un pie dentro y otro fuera del Parlamento gallego, como sucede con Sumar. Vox y Podemos quedarían fuera. Los 476.514 votantes residentes en el exterior, un 17,69% del censo total, también pueden ser decisivos. Todo dependerá también de la participación en las urnas, que se espera sea mayor que la de hace cuatro años, en plena pandemia, que fue de tan solo el 48,97%.

Los socialistas confían en que la tendencia a la baja se haya invertido en esta última semana. En la federación gallega sienten que campaña empezó más floja, que los primeros días fueron "más duros", pero que el partido, en esta decisiva recta final, "mejoró", según valoran distintos mandos autonómicos. Calentó el ambiente a su favor, creen, el tropiezo de enorme magnitud de Feijóo con los indultos y la amnistía, porque les permitió recuperar la asociación del PP con la "mentira", que ya les funcionó en las generales del 23-J. El embrollo de Feijóo, relatan tanto en Ferraz como en el PSdeG, ha "animado" y "movilizado" al electorado socialista. "No lo suficiente para remontar", observa sin embargo un importante cargo gallego. El objetivo era cosechar el entorno a medio millón de votos que el PSOE consiguió en las últimas generales, un registro muy próximo al de las municipales del 28 de mayo. Pero lo que ya está claro, salvo sorpresa, es que esa cifra no se alcanzará y que el BNG quedará con seguridad por delante.

Los mensajes de las últimas jornadas se dirigían precisamente a esos electores gallegos que confiaron en Sánchez el 23-J. "Si votan el próximo domingo también socialista, habrá un Gobierno aquí centrado en el empleo, conquistas sociales y convivencia", señaló Sánchez en el mitin de cierre con Besteiro en Santiago de Compostela, ante unos 1.500 militantes y simpatizantes, según la organización. "El voto útil del 23-J es el voto útil del 18-F y las siglas del cambio son las del PSOE", clamó. También el candidato identificó la papeleta socialista como la del "voto útil", la del "cambio seguro y garantizado" en Galicia.

El voto útil del 23-J es el voto útil del 18-F y las siglas del cambio son las del PSOE", clama el presidente en el cierre

Era la forma de repetir a los votantes que el PSdeG no pondrá objeciones para materializar el cambio si los números dan, aunque suponga ceder el control de la Xunta al BNG, y de pedirles que confíen en ellos y no en la nacionalista Ana Pontón. Que no se adentren en un cambio inseguro. Porque hay que "alinear la Moncloa y la Xunta", les razonó el presidente. Un llamamiento similar había hecho horas antes José Luis Rodríguez Zapatero desde Vigo: el PSOE es el partido de la "izquierda de los hechos, del cambio, de los compromisos y no solamente del discurso".

El impacto de la 'confesión' de Génova

Sánchez y Besteiro también estiraron el impacto del tropezón del líder del PP. El jefe del Ejecutivo se preguntaba "qué Feijóo es el de verdad", si el que negociaba los indultos y la amnistía con los independentistas catalanes o aquel que proponía ilegalizarles. "Yo os voy a dar la respuesta: ninguno. La única verdad de Feijóo es que todo en él es mentira, una gran mentira", sentenció Sánchez. E ironizó: que la próxima manifestación "no la haga en la calle de Ferraz frente a la sede del PSOE, que la haga en la calle de Génova frente a la sede del PP". "Si quieren ser coherentes, que se manifiesten contra sí mismos", aseguró el presidente, recuperando el mismo hilo que días antes le había dejado Zapatero.

El partido exprime hasta el final las "mentiras" del líder del PP: "La única verdad de Feijóo", señala Sánchez, "es que todo en él es una gran mentira"

El líder socialista quiso centrar su discurso en su oponente, en el jefe del PP. Lo explicitó: "La caída de Rueda y de Feijóo es como el cambio en Galicia: imparable". El PSOE es consciente de que, para el dirigente gallego, un resbalón en su comunidad, en la tierra en la que encadenó cuatro mayorías absolutas, supondría un golpe definitivo. Pero lo que la Moncloa también tiene claro es que, ocurra lo que ocurra este domingo, la estrategia de Feijóo se ha agujereado por la confesión de Génova de hace una semana: que valoró la amnistía 24 horas, que se abre a un indulto condicionado a Carles Puigdemont y que cree que no se podrá probar que el expresident cometió delitos de terrorismo. Ferraz ha detectado el nerviosismo del PP en los últimos días, cree que ha apretado el botón del "pánico" y por eso se ha lanzado en plancha contra los nacionalistas gallegos y contra Pontón, a los que han querido asociar a la "radicalidad" y a ETA.

PSOE y PSdeG saben que el sueño de recuperar la segunda plaza, la que perdieron ya en los comicios de 2016 —entonces el partido quedó superado, en porcentaje de votos, aunque no en escaños, por En Marea— será prácticamente imposible este 18-F. Reconocen que el BNG está "muy fuerte", disparado. La comparación en el cierre era evidente: las 1.500 congregadas por los socialistas en el Pavillón Fontiñas de Santiago, por las más de 3.000 que reunió Pontón en el Multiusos de la capital gallega. "Han sido capaces de articular una campaña muy potente y transversal, están recibiendo votos de diferentes ideologías y edades", señala una importante dirigente del PSdeG.

En el partido asumen que la campaña se polarizó entre PP y BNG y a Besteiro le costó meter la cabeza, pero subrayan la importancia del debate en TVE

El hecho de que la campaña se haya "polarizado" entre PP y BNG, entre Rueda y Pontón, ha hecho, sienten los socialistas, que Besteiro haya tenido "muy difícil meter la cabeza". "Cuando partes tercero, de una posición tan débil, es todo más complicado", reflexionan en la cúpula del PSdeG. Por eso en el partido conceden relevancia al debate en TVE del pasado miércoles, en el que confrontaron —o, más bien, escenificaron su sintonía— Besteiro y Pontón, sin el presidente de la Xunta en el plató. El duelo televisivo cosechó un 17,4% de cuota de pantalla y 372.000 espectadores únicos. El programa se convirtió en líder de su franja en Galicia. Las cifras deslizan, interpretan los socialistas, un interés de los gallegos en la campaña.

La noche del 18-F puede ser de infarto, y ni tan siquiera está claro que se resuelva el enigma de quién gobernará la Xunta los próximos cuatro años. No solo porque quede a expensas de los pactos posteriores, sino porque el voto exterior puede decidir el ganador. Ya en 2020 privó de un escaño al PSdeG, acta que consiguió el PP. Ahora, además, ya no hay voto rogado. Pero los socialistas sí anticipan que si el escrutinio depende del CERA, entonces caerá del lado del PP, que "se ha trabajado mucho más el voto emigrante en todos estos años". De los 476.514 electores gallegos en el extranjero, 166.289 viven en Argentina. La siguiente colonia más numerosa reside en Cuba (45.672), según el INE.

"Tres meses es muy poco tiempo para convencer"

¿Por qué esa fuga de voto tan rotunda del PSdeG al BNG? Mandos de las cuatro provincias apuntan en una misma dirección: Besteiro "entró tarde" en el 18-F. Es decir, apenas ha tenido tiempo para darse a conocer. En la cúpula autonómica recuerdan que reclamaron a Ferraz haber designado a su candidato mucho antes, ante la previsión de un anticipo electoral. Besteiro acababa de ser rehabilitado por el partido después de sufrir el ostracismo político durante seis años: una cascada de imputaciones judiciales le sacó abruptamente de la política hasta que, a finales de 2022, se desmontó la última de ellas. Sánchez lo nombró primero delegado del Gobierno en Galicia, luego lo hizo candidato por Lugo para las generales del 23-J. Estaba claro que era su apuesta, y también la del PSdeG. Pero necesitaba de la formalización. La dirección federal entendió que había que esperar a que culminara el proceso de investidura, aunque este se acabó alargando más de lo previsto y al final, en octubre, tuvo que atender el requerimiento de las dos federaciones que se iban a exponer a unas autonómicas en 2024: Euskadi y Galicia.

La percepción es que Besteiro es un buen cabeza de cartel, pero entró "tarde" en campaña, aunque hay algunos cuadros más críticos que estiman que ha estado "fuera de onda" tras haber estado seis años fuera de juego

Pontón, diputada por A Coruña en el Parlamento autonómico desde 2004 y líder del BNG desde 2016, "lleva muchos años en primera línea, con un proyecto que ha podido consolidar, mientras que Besteiro acaba de llegar, y eso influye mucho", resume un relevante cargo público del PSdeG. "Besteiro es un buen candidato, pero tres meses es muy poco tiempo para convencer —coincide una destacada responsable de la ejecutiva autonómica—. Tenemos que consolidar un proyecto fuerte con él. Nuestra gente está muy ilusionada, con fuerza". "Creo que hemos echado en falta una campaña más intensa y haber designado a Besteiro antes para que tuviese más tiempo previo", apunta otro integrante de la cúpula del PSdeG. El convencimiento interno es general, aunque hay cuadros que son más críticos y que creen que el candidato no ha funcionado, que ha estado "fuera de onda" tras seis años fuera de la primera línea: "La gente está decepcionada. José Ramón no cuajó nada. Como decimos aquí, la vaquiña no ha dado la leche que pensábamos".

En la dirección del PSdeG apuntan a otra razón para el bajón del partido: la estrategia. La opción de nacionalizar la campaña. "La hiperinflación de la política estatal nos daña, más que auparnos. No ha funcionado esta vez. Si en vez de hablar de los asuntos de Galicia lo que hay es una inundación de ministros, al final se habla de la gestión del Gobierno, por lo que hemos dejado el discurso más autonómico al BNG. La campaña ha sido dirigida desde Madrid", señala un dirigente autonómico de primera línea. Sin embargo, no todos en la federación comparten el mismo diagnóstico. Unos estiman que era el guion adecuado, precisamente para confrontar con la estrategia seguida por Feijóo y para poner en valor la gestión del Ejecutivo y recuperar a los votantes del 23-J.

Al PSdeG no le ha ayudado tampoco, entienden algunos mandos, un cambio constante de candidato, por lo que no ha podido asentar rostros y proyectos

Otros, que incluso ese propósito se quedó corto. "Ojalá hubiéramos planteado un referéndum sobre Pedro sí o Pedro no, porque eso sí hubiera movilizado los nuestros. Pero hemos optado por un híbrido, y al final nos ha salido una campaña sin chicha ni limonada", analiza un mando muy bregado en el manejo de la estrategia electoral del partido. Una responsable provincial se muestra más crítica: "La campaña ha estado anticuada. No hemos colocado un solo mensaje, y no es verdad que no ha habido tiempo. Jamás habíamos visto un entreguismo y una sumisión tan clara hacia Ferraz".

El BNG, admiten en el PSdeG, ha sido percibido como el partido del "cambio", y eso ha generado una absorción del voto de la izquierda en torno a su candidata. Esa es la razón por la que dirigentes con muchos años de oficio advierten de que el problema en la federación es más estructural: "Viene de mucho más atrás. Nos hemos dejado comer por el BNG. Una campaña te puede mover algo de voto, pero nunca va a ser determinante para que se te vea como una alternativa. Estábamos bastante por detrás de ellos. No se supo armar un proyecto galleguista, progresista, socialdemócrata en Galicia. Hay que analizar por qué nos va bien en municipales y en generales y no en autonómicas".

Los socialistas firmaron un 29,17% en las locales del 28-M, un 29,76% en las generales del 23-J y un magro 19,39% en las gallegas de 2020. El PSdeG tiene ahora mismo 102 alcaldías —entre ellas, las de A Coruña, Vigo y Lugo— y cogobierna en 18 municipios, así que está al frente del 47% de la población gallega.

La incertidumbre es máxima. Puede que Jácome sea la llave, o que el ganador lo decida el voto exterior, que el PP, admiten en el PSOE, ha trabajado mucho más

Tampoco ha ayudado, analizan en el partido, el cambio constante de candidato y de liderazgo: en 2009, el presidente Touriño fue batido por Feijóo, y en cada una de las elecciones posteriores el PSdeG presentó un cabeza de cartel distinto: Pachi Vázquez en 2012, Xoaquín Fernández Leiceaga en 2016, Gonzalo Caballero en 2020 y ahora, en 2024, Besteiro. Pontón, en cambio, ha conducido al Bloque desde su pírrico resultado de 2016 (6 diputados) hasta su último éxito de 2020 (19), y ahora su expectativa es claramente de ascenso.

A horas de que se abran las urnas del 18-F, es imposible predecir quién se hará con el control de la Xunta. La incertidumbre es máxima. Todo puede ocurrir. Hasta que Jácome sea la llave. O que decida el voto exterior. La izquierda acaricia más que nunca en 15 años la posibilidad de tumbar al PP en su bastión más clásico. La suma es exigente: 38 diputados y San Caetano será para BNG y PSdeG.