Delgado de pocas carnes; el cabello largo, muy negro y reluciente, casi hasta los hombros; los ojos negros, el mirar grave, que mirándole convidaba a amarle y reverenciare. Así describió Francisco Cervantes de Salazar, cronista de Indias, a Moctezuma Xocoyotzin o Moctezuma II, el último emperador azteca, el monarca absoluto y gran sacerdote que llevó hasta su zenit sus dominios y acabó derrotado por los conquistadores españoles liderados por Hernán Cortés. 504 años después de su muerte, Sofía no titubea cuando le preguntan por su ancestro: “Mi padre conserva los rasgos físicos de Moctezuma y también en mi caso estoy convencida de que ahí siguen los genes”.

No somos famosos; no vivimos de las rentas

Su progenitor es Juan José Marcilla de Teruel-Moctezuma, actual duque de Moctezuma de Tultengo, y Sofía, de 42 años, la llamada a heredar el ducado que prueba su conexión con el emperador mexica en virtud de una ley aprobada en 2006 que impone la igualdad en la sucesión de los títulos nobiliarios. Sofía rompe por primera vez su silencio. “Es mi primera entrevista”, avisa minutos después de producirse el encuentro. “Recuerdo que, de pequeña, un señor que estaba escribiendo un libro sobre la familia vino a hacernos algunas preguntas, pero ésta es la primera entrevista que he hecho en mi vida. Somos una familia muy discreta”, dice esta consultora tecnológica a caballo de Galicia y Madrid.

Entre los principales títulos nobiliarios de España

Ducado de Moctezuma de Tultengo, 400 años de historia

Condado de Moctezuma, otorgado por Felipe IV de España, el 13 de noviembre de 1627.

Condado de Moctezuma de Tultengo, nueva denominación dada por Carlos II de España.

Condado de Moctezuma de Tultengo, con grandeza de España, concedida por Carlos III de España el 13 de mayo de 1766.

Ducado de Moctezuma, creado por Isabel II de España el 11 de noviembre de 1865,

Ducado de Moctezuma de Tultengo, con grandeza de España, nueva denominación dada el 14 de enero de 1992 por Juan Carlos I.

La cita se desarrolla en la madrileña plaza de Colón, aprovechando uno de sus viajes a la capital. Han transcurrido algunos meses desde el primer contacto por correo electrónico y, tras varias tentativas previas condenadas al fracaso, Sofía aparece sonriente. Tiene el rostro alegre y los ojos expresivos que “denotaban amor o menester de gravedad”, como Bernal Díaz del Castillo dibujó 500 años al emperador mexica. “Hace algo más de un año estuve en el Museo de América. Nos invitaron y, una vez allí, me di cuenta de la importancia que tiene para el mundo el apellido que llevo. Realmente siempre lo he vivido con normalidad. No somos famosos; no vivimos de las rentas. En la guerra se destruyó prácticamente todo el patrimonio que teníamos”, señala.

Y, sin embargo, el título nobiliario que ostenta su familia es uno de los más insignes de la Historia de España. Establecido inicialmente como condado por Felipe IV en septiembre de 1627 y otorgado a un bisnieto de Moctezuma II, Carlos III lo elevó a grandeza de España en 1766. Un siglo después, en 1865, Isabel II lo convirtió en ducado, el de mayor jerarquía. El Moctezuma de Tultengo se codea con los títulos de más alto abolengo patrio, al mismo nivel de los duques de Alba, Medinaceli, Osuna o Lugo. “Con Grandeza de España hay muy poquitos. Al pertenecer a la diputación de la Grandeza de España nos invitan a una serie de actos”, explica Sofía. En el pasado, entre los privilegios asociados, figuraban ir a la guerra con categoría mínima de jefes y sueldo de generales, tener acceso libre a palacio hasta la galería de retratos, recibir honores militares y disfrutar de pasaporte diplomático, un ventaja suprimida en 1984.

El emperador fue prolífico en descendencia: hasta 19 hijos reconocidos, aunque hay historiadores que sitúan la cifra por encima del centenar. La heredera del ducado que reconoce la aventura americana de España procede del primogénito de Moctezuma que, cuentan los registros, fueron trasladados a la península poco después del ocaso del monarca. Tecuichpo Ixcaxochitzi, bautizada como Isabel de Moctezuma, contrajo matrimonio con tres españoles cercanos a Hernán Cortés y tuvo hasta seis hijos legítimos y una séptima que no reconoció, Leonor Cortés Moctezuma, fruto de su relación con el extremeño. Recibió la encomienda de Tlacopan, la más grande del Valle de Anáhuac.

El otro hijo del emperador que cruzó el Atlántico, Tlacahuepantzin Yohualicahuacatzin, bautizado como Pedro de Moctezuma, es el origen de la rama familiar que representa Sofía. Su vástago Diego Luis de Moctezuma se casó con la noble Francisca de la Cueva y Valenzuela. Ambos se cuentan entre los pioneros de la introducción del cacao de México en la península a finales del siglo XVI.

Grabado del emperador Moctezuma II.

Fue el hijo de la pareja Pedro Tesifón el primer conde de Moctezuma, el título que en forma de ducado preserva hoy la familia. El apellido Moctezuma tiene otros portadores, tanto en España como en México. “En España hay numerosos descendientes de Moctezuma II; entre ellos, tanto por línea de varón (Duques de Moctezuma de Tultengo), como por línea de fémina (Condes de Miravalle)”, señala a este diario Alejandro González Acosta, investigador de la Universidad Nacional Autónoma de México.

“Pedro era el primogénito de Moctezuma. Quien vino a España fue el primer nieto de Moctezuma, hijo de Pedro. Mi familia lleva en España desde 1567”, apunta Sofía. “Otros muchos herederos del emperador recibieron propiedades y pensiones económicas a perpetuidad”, evoca. Unas prebendas a la dinastía de los Moctezuma que solo se extinguieron hace poco menos de un siglo. “Eso de vivir de las rentas se acabó con mis tíos abuelos a finales del siglo XIX o principios del XX”. Tampoco va con los suyos la exposición pública. “A efectos prácticos, los títulos nobiliarios se conocen hoy porque están muy asociados a la prensa rosa, que no es el caso ni quiero que lo sea”.

Cartas y un árbol genealógico

Sofía tiene extraviado en sus recuerdos de infancia la memoria de las visitas al palacete de sus tíos abuelos, entonces duques de Moctezuma. “Como no tuvieron descendencia, lo heredó el primer primo hermano, que fue mi abuelo. Cuando sucedió aquello corría 1992. Yo tenía 10 años. Para mí fue algo normal. En mi casa jamás ha habido nada ostentoso. Mis padres nos educaron a mi hermano y a mi insistiendo en que teníamos que estudiar. Yo soy una persona normal que vive de su título universitario”, esboza. Sofía cursó Dirección y Administración de Empresas y, tras trabajar viajando por Europa, se estableció en tierras gallegas, donde hoy crecen sus hijos.

Del noveno emperador de México-Tenochtitlan, la capital del imperio mexica que gobernó durante cerca de dos décadas, Sofía sabe lo que cuentan los libros de Historia y los legajos que aún conserva la familia. “En el salón de casa está colgado la concesión real de la pensión, con el árbol genealógico desde antes de Moctezuma con emperadores de nombres impronunciables. Es mi joya”, admite la joven. También conserva con celo “un montón de cartas y correspondencia con nobles”. Entre los Moctezuma más célebres de la Historia española, figuran  el héroe de la Guerra de Independencia Pedro Agustín Girón Las Casas o su hijo Francisco Javier Girón Ezpeleta, II Duque de Ahumada, primer director de la Guardia Civil. “Es uno de los personajes que más me llaman la atención porque en mi familia tampoco tenemos nada que ver con la Guardia Civil”.

Las joyas de Sofía

A la izquierda, el árbol genealógico que ha acompañado a Sofía desde su infancia. A la derecha, retrato dedicado por Isabel II a la primera Duquesa de Moctezuma. "Esta es la época que me fascina más de la historia de la familia y la influencia silenciosa que pudo ejercer sobre la historia de España", explica la heredera.

Su antepasado, hijo del también emperador Axayácatl, gobernó un imperio que extendía sus dominios hasta el actual estado de Michoacán, más allá de Tehuantepec. Pero Sofía reconoce no haber pisado México. “Mi padre fue en 1994 porque se celebró un reencuentro con la heredera de Hernán Cortés. Mi abuelo estaba enfermo del corazón y tuvo que ir él en representación de la familia. Mi padre lo vivió con muchísimo respeto y admiración, pero a la vez con mucho miedo. Tuvo que ir con guardaespaldas y tenían que estar probando el agua que iba a tomar”, rememora. “Tengo muchas ganas de ir a México, pero viví de pequeña la experiencia de mi padre. Siempre me insiste en que, cuando decida viajar, lo tendré que hacer con seguridad. También pienso que habrá gente que me conozca sin yo conocerlos a ellos”.

Los dardos de López Obrador

Unos recelos que muestran también los jirones de las relaciones entre España y México. El actual presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador, que abandonará el cargo tras las elecciones previstas para junio, insiste en que España tiene pendiente de responder una petición de perdón oficial por los abusos cometidos durante la conquista que Cortés lideró  a principios del siglo XVI. López Obrador inició su mandato en 2019 enviando una carta a Felipe VI sugiriendo la necesidad de que ambos países preparan una ceremonia conjunta al más alto nivel encaminada a que “el Reino de España exprese de manera pública y oficial el reconocimiento de los agravios causados” en la conquista de hace 500 años. La Casa Real jamás contestó a la misiva y trasladó la respuesta al Ministerio de Asuntos Exteriores, que rechazó la sugerencia. En diciembre de 2022 el mexicano aseguró que las relaciones se hallaban en “una pausa” a falta de “un gesto de humildad”. Hace semana y media volvió a la carga tras reconocer que "no hay una buena relación" con Felipe VI.

Sofía con su padre, el actual duque Juan José Marcilla de Teruel-Moctezuma

Sofía no comparte la estrategia de pedir cuentas por lo que sucedió hace medio milenio. “Creo que hay que dejar las cosas tranquilas y no levantar viejas heridas. Yo solo puedo hablar desde el respeto porque conozco la historia de mi familia desde una perspectiva”, replica. "Los españoles crearon escuelas, universidades, hospitales creando un verdadero mestizaje; la esclavitud se había abolido hacía muchos años. A nuestra familia los trataron con honores y nos dieron un reconocimiento en España con títulos y tierras, por lo que somos prueba de ello", añade. “Cada personaje de la Historia está ahí por un motivo y no hay que olvidar lo malo que hizo pero hay que aprender de ellos y no volver a repetirlo. No creo que merezca mucho la pena removerlo todo. Gente como López Obrador nunca cambiará de opinión. Le respeto. Es su idea, pero no tiene sentido hacer revisionismo. Al final pienso que es una forma de gobernar, una forma de politizar las cosas”.

Tampoco alberga ninguna aspiración de recuperar ningún privilegio ni resucitar ensoñaciones imperiales. “A mi padre le ofrecían hacer una contrarrevolución contra la República y volver a instaurar la monarquía. Él fue muy claro: 'Yo vengo aquí a un acto oficial y me vuelvo a mi casa'”, recuerda Sofía, quien -como su progenitor- reivindica una historia libre de lamentos y reproches. “A diferencia de los ingleses, que fueron y arrasaron, en la conquista española hubo mestizaje. Así lo atestigua la historia de mi familia”, advierte. “Se los trajeron a España tras haberlos conquistado como una forma de reconocerlos. Se les dieron tierras y dinero y se les incluyó en la corte”.

Es una forma de gobernar, de politizar las cosas

Por su sangre corre una historia que sigue provocando ríos de tinta y controversia, alimentada por otras cuitas más recientes como las de las empresas españolas instaladas al otro lado del charco. “Para mí es un honor y un enorme respeto venir de donde vengo. Mucha gente me pregunta cuando se dan cuenta de mi apellido o me ven morenita. Piensan que no soy de aquí, pero llevamos ya 500 años”, desliza entre risas. “Siempre me ha llamado la atención toda esta historia que he vivido en cuadros y libros. Pero siempre me ha gustado vivir en el anonimato, por eso no me has encontrado tan fácilmente”.

De su infancia guarda las cartas que recibía en casa de su abuelo pidiendo autógrafos. “Llegaban continuamente, también de México. En la Diputación de la Grandeza hay un libro con las direcciones de todo el mundo. Es un ejemplar que se puede adquirir. Era la vía por la que mi abuelo recibía las cartas”, comenta Sofía, decidida a reivindicar ahora ese legado con el que creció con la naturalidad de quien respira. “Siempre me molestó que por mi apellido muchos me juzgaran antes de conocerme. He huido de ello y siempre he querido ser anónima. Pero quiero conservar esta historia aunque prefiera ser conocida por cómo pasé mi vida, por intentar ser una buena persona, una buena madre, una buena profesional y no ser nada más”.

El triste ocaso de Moctezuma

Motecuhzoma II Xocoyotzin fue el último gobernante totalmente independiente del Imperio azteca antes de la caída de la civilización tras la conquista española a principios del siglo XVI. Asumió el cargo como líder religioso y político en 1502 y gobernó hasta 1520. “Era el gran Moctezuma de edad de hasta cuarenta años, de buena estatura y bien proporcionado, delgado y de pocas carnes, no muy moreno, sino propio color y matiz de indio. Traía los cabellos no muy largos, sino cuanto le cubrían las orejas, y pocas barbas, prietas, bien puestas y ralas. El rostro algo largo y alegre, los ojos de buena manera, y mostraba en su aspecto y modales tanto ternura como, cuando era necesario, gravedad”, le describió Bernal Díaz del Castillo, que lo vio en 1519. Hábil guerrero, logró expandir los dominios de su imperio desde los límites septentrionales de México hasta la actual Guatemala. Emprendió hasta cuatro guerras. “Me parece que era una civilización muy avanzada. Cuando llegaron los españoles, ellos se bañaban dos veces al día. Tenían un orden que me parece admirable”, explica Sofía.

El final de su imperio suscita aún debate entre los historiadores. En agosto de 1519 Hernán Cortés marchó hacia Tenochtitlan. Según fuentes españolas, Moctezuma le permitió entrar en la ciudad. La relación fue al principio amistosa, pero dos semanas después fue tomado como rehén y sometido a un arresto domiciliario. Fue forzado a rendir pleitesía a Carlos I de España. La irrupción de los soldados españoles en una ceremonia religiosa en la que se realizaban sacrificios llevó a los aztecas a rechazar a Moctezuma como líder y elegir a un nuevo monarca. Moctezuma trató de calmar a su pueblo pero una roca le golpeó mortalmente la cabeza. Nueve meses después, Tenochtitlan, la que fue la capital de su imperio, acabaría saqueada y destruida por las tropas españolas.  

En la imagen, ilustración del Códice Durán, manuscrito del siglo XVI del fraile español Diego Durán, que representa el momento en que Nezahualpilli, tlatoani de Texcoco, advirtió al emperador Moctezuma II del Imperio mexica sobre la destrucción del imperio.