La educación es la herramienta con mayor capacidad de transformación, especialmente en los entornos más vulnerables. El programa de innovación educativa ProFuturo, presente en 5.000 escuelas del mundo, trabaja para proporcionales herramientas tecnológicas en las que apoyarse para cumplir sus metas y sueños, además de contribuir en el acceso a recursos educativos interactivos.
Es una realidad que América Latina es una región marcada por profundas desigualdades y millones de niños siguen enfrentando barreras significativas para acceder a una educación de calidad, especialmente en zonas rurales y marginadas. Sin embargo, iniciativas como ProFuturo, un programa impulsado por Fundación Telefónica y la Fundación "la Caixa", han comenzado a marcar una diferencia significativa al promover la inclusión digital y la innovación tecnológica en las aulas. Este programa ha permitido a miles de niños y niñas acceder a herramientas educativas que de otro modo serían inaccesibles, abriendo nuevas puertas a oportunidades que antes parecían lejanas.
Un claro ejemplo de esta transformación se encuentra en Porcón Alto, una pequeña aldea ubicada en la región de Cajamarca, Perú. Esta comunidad, situada a más de 900 kilómetros de Lima, vive una realidad desafiante, con escasos recursos y una infraestructura educativa limitada. En este contexto, la llegada de ProFuturo ha sido un cambio de paradigma. Gracias al programa, los estudiantes de la escuela primaria 82912, ubicada en la cima de las montañas, han comenzado a tener acceso a herramientas digitales que les permiten aprender de manera más dinámica y efectiva, especialmente en áreas clave como matemáticas, ciencias, gestión de emociones y medio ambiente.
Helen, una niña de 12 años, es uno de los testimonios que refleja el impacto de ProFuturo. “Me gusta estudiar matemáticas en la tablet porque aprendemos un poco más rápido. Además, esta tableta con el programa de mates nos va mostrando problemas que nosotros vamos resolviendo, y podemos ver lo que vamos aprendiendo y avanzamos mucho”, comenta con una sonrisa. Helen sueña con ser médica para poder ayudar a las personas, y gracias a la tecnología, no solo ha mejorado en matemáticas, sino también en el conocimiento de sí misma y sus emociones.
Cyntia, también de 11 años, comparte una experiencia similar. A Cyntia le encanta ayudar a su madre en la cocina, pero también disfruta enormemente de las clases en la escuela, especialmente cuando utiliza la tablet para aprender matemáticas y ciencias. “Me gustan mucho las flores, pero lo que más me gusta es ver cómo son las células o aprender cómo cuidar el medio ambiente y no tirar basura”, dice con entusiasmo. Gracias a los dispositivos digitales de ProFuturo, Cyntia puede aprender de manera más interactiva y divertida, lo que le permite dominar conceptos que antes le resultaban complicados.
Estos testimonios son solo algunos ejemplos de cómo la tecnología está transformando la educación en las comunidades más necesitadas. Sin embargo, la brecha digital sigue siendo uno de los mayores obstáculos para la inclusión educativa en América Latina. Mientras que en algunas áreas urbanas los niños tienen acceso a dispositivos y plataformas de aprendizaje digital, gran parte de la población, especialmente en zonas rurales, carece de recursos educativos y tecnológicos. Según la Unesco, más de 100 millones de niños y jóvenes en América Latina se ven afectados por la exclusión educativa. Esta situación se ha agravado aún más tras la pandemia de COVID-19, que dejó en evidencia las disparidades en el acceso a la educación digital y a los recursos educativos interactivos.
En este contexto, iniciativas como ProFuturo se convierten en un puente esencial para cerrar esa brecha digital, apostando por ofrecer educación digital de calidad a los niños y niñas de las zonas más vulnerables de América Latina y África. A través de su plataforma educativa, los niños tienen acceso a contenidos interactivos, lo que les permite aprender a su propio ritmo y según sus necesidades. Además, el programa está diseñado para fomentar el desarrollo de habilidades tecnológicas en los estudiantes, algo fundamental para su futuro en un mundo cada vez más digitalizado.
El programa trabaja en estrecha colaboración con los educadores, brindándoles formación constante para asegurarse de que los maestros puedan integrar eficazmente la tecnología en sus clases. Leila, de 12 años, es otro ejemplo de cómo la tecnología ha transformado su forma de aprender. “Gracias a las tablets, puedo trabajar matemáticas más rápido. Después de terminar un problema, tengo tiempo para repasar ciencias y sociales”, explica. De mayor, Leila sueña con estudiar administración de empresas y viajar por el mundo. La oportunidad de usar tecnología de calidad le ha permitido avanzar en su educación y acercarse a sus metas profesionales.
Los contenidos ofrecidos por ProFuturo están adaptados a las realidades culturales y pedagógicas de cada región, lo que permite a los niños sentirse identificados con el material que están aprendiendo. En lugares como Colombia, México, Argentina y Perú, los recursos están contextualizados para reflejar las costumbres, tradiciones y la historia local, lo que enriquece la experiencia de aprendizaje. Por ejemplo, Joel, un niño de 12 años de Porcón Alto, sueña con ser piloto. “Me gustaría pilotar aviones para llevar a las personas de un lugar a otro. Además, me gustan las matemáticas, y me encanta resolver los problemas matemáticos. A través de la tablet, también he aprendido a gestionar mis emociones y ahora entiendo que soy tímido, algo que no sabía antes”, comenta con entusiasmo.
El impacto de ProFuturo va más allá de la mejora en el rendimiento académico. Los niños y niñas de Porcón Alto han aprendido sobre medio ambiente, el cuidado de la flora y fauna local y cómo cuidar los recursos naturales. Dairis, de 11 años, explica que, gracias a las clases de ciencias, ahora sabe que las heces de las ovejas pueden ser utilizadas como fertilizante para las plantas, lo que contribuye a un mayor respeto por la naturaleza y el entorno. “Me gustaría ser ingeniera civil para poder construir un hospital aquí, donde los niños y mayores puedan recibir la atención médica que necesitan”, comparte Dairis, una de las muchas estudiantes que ya visualizan un futuro lleno de posibilidades gracias a la educación digital.
Hoy, en el Día Internacional de la Infancia, las historias de niños como Helen, Cyntia, Joel y Leila nos recuerdan que, a pesar de las barreras, el acceso a una educación de calidad es posible. Iniciativas como ProFuturo demuestran que, con el uso adecuado de la tecnología, es posible cerrar la brecha educativa, proporcionando a todos los niños y niñas, independientemente de su contexto, las herramientas necesarias para un futuro mejor.
El uso de la tecnología en favor de la innovación pedagógica se ha convertido en una herramienta esencial para la inclusión y el desarrollo en América Latina. Gracias a programas como ProFuturo, los niños de las zonas rurales ya no están limitados por la falta de recursos o infraestructura. En lugar de eso, tienen acceso a una educación moderna, interactiva y personalizada, que les permite desarrollar las habilidades necesarias para enfrentarse a los retos de un mundo cada vez más digitalizado. La inclusión digital es, sin duda, una vía hacia la igualdad de oportunidades y el cumplimiento de los sueños de miles de niños que hoy, gracias a ProFuturo, ven su futuro más cercano y alcanzable.
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