En la calle, en las tertulias de radio y tele que han devorado los mensajes como si fueran palomitas, en las Cámaras, en las conversaciones de pasillo, los comentarios recurrentes eran más o menos estos:

—Vaya, solo le falta un "cáspita". O un "córcholis".

—¿Pero quién dice "petardo" o "pájara" hoy en día?

Nadie resistiría un escrutinio de wasaps.

Y podríamos seguir. Los chats privados del presidente del Gobierno cruzados con el que era su mano derecha en el Ejecutivo y en el partido, José Luis Ábalos, hoy imputado por el Supremo por presunta corrupción, han sido el plato principal —casi único— de esta última semana (política, se entiende). Para pesadilla de la Moncloa. Pero además de dejar titulares vistosos, de desnudar (un poco) la trastienda de los partidos, de las relaciones entre dirigentes, de apuntar a temas conflictivos aún para los socialistas y jugosos para la oposición —en plata: el rescate de Air Europa—, esos wasaps hicieron asomar otra cosa más. El carácter de Pedro Sánchez. El tono de sus comunicaciones con quien era su hombre de confianza. Cesarista y killer para unos, educado y correcto para otros. Pero a los suyos no les sorprendió. Para nada.

Sánchez es "bien hablado", no emplea tacos, "puede enfadarse pero no las guarda", tiene "bastante autocontrol, es correcto", "hay buen ambiente", "es superprofesional, serio, correcto, siempre así, muy educado", aseguran ministros y cargos socialistas

En la cadena de mensajes publicados por El Mundo, y presumiblemente facilitados por el propio Ábalos —en el partido y en el Ejecutivo ya se van haciendo a la idea de que esa es la tesis más probable, visto que él sí admitió públicamente que consintió la difusión de los intercambiados con Sánchez en 2023—, el presidente habla de sus compañeros. De algunos de sus barones ("son unos hipócritas", "hay que seguir marcándoles"), como de Emiliano García-Page ("creo que convendría que tanto tú como Santos [Cerdán] le pegarais un toque y que dejara de tocar los cojones"), de Javier Lambán ("llamad al petardo este") o de Susana Díaz (ella "sí que está jodida"). Y de ministros como Margarita Robles ("se acuesta con el uniforme, jajaja. Es una pájara") o Pablo Iglesias ("un maltratador, cuñadismo"). Nada de los improperios e insultos que a todos se nos vendrían a la cabeza. No hace falta explicitar.

—Es que es muy controlado. No dice ni palabrotas. Si te escribe "coño", te pide perdón en el mensaje siguiente. No insulta —explica un miembro del Consejo de Ministros de su máxima confianza.

No es una impresión aislada. Varios integrantes del Gabinete, algunos de sus colaboradores más cercanos, exministros suyos, también dirigentes y altos cargos socialistas, todos con contacto con el presidente, tejen un mismo relato. Sánchez es "bien hablado", no emplea tacos, "puede enfadarse pero no las guarda", tiene "bastante autocontrol, es correcto", "hay buen ambiente", "es superprofesional, serio, correcto, siempre así, muy educado, y aunque no lo parezca, es muy amable y cariñoso", "supera la prueba ampliamente, difícilmente alguien la superaría, él no es nada faltón", "los barones han dicho cosas bastante peores de él". "Yo tengo cientos de mensajes con él y no insulta, hablamos claro, claro de los demás y de todo pero sin ofender —afirma una persona quien ha formado parte de sus equipos—. Pedro se descontrola, como todo el mundo, pero es muy racional y sabe siempre el terreno que pisa".

El presidente "está ya inmunizado ante toda la basura que sale", comenta uno de sus interlocutores más frecuentes, que coincide en que "es comedido" en sus conversaciones y "jamás dice tonterías"

—Está ya inmunizado ante toda la basura que sale. No creo que le cree ni un problema. El ruido ya no hace el mismo efecto. En los wasaps jamás le he visto decir tonterías. ¡Hay que pensar dos veces siempre antes de darle a enviar! —señala uno de sus interlocutores más frecuentes y que conoce bien a Sánchez fuera de la política—. No suele decir tacos nunca. Es comedido en todo. Es su personalidad.

Pero, más allá del tono, los mensajes han revuelto al Gobierno y al partido. Han sumado "inquietud" a la zozobra casi permanente en que vive un Ejecutivo aquejado de falta de apoyos parlamentarios y a un presidente al que la Justicia no da tregua.

En política, y esta regla es oro en todos los manuales, es capital intentar marcar la agenda. Recuperar la iniciativa. Y es evidente que Sánchez no ha conseguido ese objetivo en esta semana. La actualidad informativa nacional se ha visto copada por los wasaps. El miércoles el Gobierno hizo un intento de colocar un mensaje propio, el de la convocatoria (no esperada) de la XXVIII Conferencia de Presidentes, el 6 de junio en Barcelona. Una cita en la que, obviamente, se venía trabajando desde tiempo antes. Este viernes, el presidente cumplió con su agenda: viajó a Tirana (Albania) a la sexta reunión de la Comunidad Política Europea y después voló hasta Bagdad (Irak) para participar como invitado este sábado en la cumbre anual de la Liga Árabe.

En la Moncloa reconocen su frustración porque la conversación pública de esta semana ha estado dominada por los mensajes, y no se ha hablado de la gestión o del Ejecutivo

En la Moncloa y en el PSOE reconocen una "inquietud" lógica por la publicación de los mensajes. Para empezar, porque "da igual que no salga nada que pueda hacer caer al Gobierno, porque al final se habla de eso y no de lo que es importante para España". "Las tertulias hablan de esto, y nosotros preferiríamos hablar de la gestión o del Ejecutivo, pero es imposible, esto es una cortina de humo", sancionan en el equipo íntimo del presidente.

Extramuros de la Moncloa, sí se palpa una preocupación mayor. "Esto es bastante inexplicable. Y doloroso", señala un miembro de la ejecutiva federal que ha acabado asumiendo, como otros dirigentes, que la posibilidad que estaba sobre la mesa desde el primer día y que parecía más lógica, que Ábalos fuera el origen de las filtraciones, es la que ha cogido más vuelo después de que él reconociera que sí autorizó la publicación de los wasaps de 2023 porque dejaban bien a Sánchez y desmontaban la tesis de la derecha de que le apartó como ministro y como responsable de Organización del PSOE en julio de 2021 porque sabía de sus negocios turbios. "Yo creo que ha sido un mal tipo siempre. En Valencia ya conocíamos su golfería, pero todo esto lo supera", apunta un dirigente del PSPV, la federación de Ábalos, que concluye con un insulto de rabia contra él. "Pero en el partido —prosigue— no le damos mucha importancia. Los ataques a Pedro cierran filas en el PSOE". "Ahora lo que hay es preocupación por si hay algo de lo que preocuparse. Se respeta que Pedro no haya contado por qué lo echó. Lo que han salido son tonterías, pero queda la duda de si esto esto n es una amenaza velada suya", incide un dirigente territorial con mucho conocimiento orgánico. Una cabeza de caballo, vaya. "Lo vivimos con temor a lo que pueda venir", añade otro responsable territorial con asiento en el Senado.

Lo que desconcierta más al Ejecutivo y a los cargos socialistas son las razones que habrían llevado a Ábalos a dar ese hipotético paso. "Yo creo que ni él sabe lo que pretende", sostiene un ministro. Porque lo que repiten todos es que es evidente que Sánchez ni puede ni hará nada para resolverle la papeleta judicial, porque además "a la vista está" que no controla la Justicia ni a la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil, ya que no ha frenado ni un milímetro las investigaciones contra su hermano, David, y contra su esposa, Begoña Gómez.

En el partido hay quienes hablan de "temor" por lo que pueda llegar. Y desconciertan las razones que habrían llevado a Ábalos a dar el paso de filtrar sus chats. "Ni él sabe lo que pretende", sostiene un ministro

"Lo peor de todo es que estas mierdas están fuera de control. No se puede hacer control de daños ni nada de nada. Pelear contra [Alberto Núñez] Feijóo es fácil, pero darle patadas al aire sin saber de dónde viene el viento es más complejo", resume un responsable territorial. En el entorno más próximo a Sánchez admiten que Ábalos está "enfadado", que "cree que todo se debe a una vendetta" y que el Gobierno no le ha "defendido lo suficiente en este tiempo". Lo cierto es que el PSOE sí le reclamó su escaño menos de una semana después de estallar el caso Koldo, en febrero de 2024, y le suspendió de militancia automáticamente, pero no le ha sacudido con saña y, en esta última semana, ni siquiera lo ha señalado como culpable. Su expediente de expulsión, mientras, sigue congelado en la comisión federal de ética y garantías.

Hasta ahora, nada de lo publicado compromete penalmente al presidente ni a su entorno, ni complica más la ya difícil situación judicial del exministro. Es "salsa rosa", resumen los suyos. Pura "casquería", "cotilleo", dijo Sánchez en la sesión de control del miércoles en el Congreso. Revelaciones "intrascendentes". El miércoles, los chats a cuenta del rescate de Air Europa mostraban que estaba encima de la operación y que quería sopesar todas las opciones, poco más. Ningún indicio de irregularidad. Este sábado, por ejemplo, el rotativo de Unidad Editorial publica unos wasaps entre Ábalos y el expresidente José Luis Rodríguez Zapatero en los que este define a la vicepresidenta venezolana, Delcy Rodríguez, como su "amiga". Una relación de confianza que ya se conocía de sobra.

En el Gobierno prefieren no dar por hecho nada, no dar por sentado que el responsable es Ábalos, y apremian a la Justicia a investigar y llegar al final

En el corazón del Ejecutivo insisten en que no hay que dar nada por hecho, en que no se puede confirmar tan pronto que todo proceda del ex número tres socialista y que, en todo caso, hay que investigar, llegar hasta el final. El titular de la Presidencia, Justicia y Relaciones con las Cortes, Félix Bolaños, tachó la filtración este jueves en Onda Cero de "ataque despiadado" al presidente. "No creo que Ábalos esté chantajeando a Sánchez, es un ataque despiadado y sin límites a la privacidad", subrayó el ministro, quien incidió en que debe abrirse una investigación "seria y rigurosa" porque "puede haber delito".

Y es que el Gobierno no quiere pasar por alto lo ocurrido, porque considera "muy grave" que se viole la privacidad de las comunicaciones del presidente. También porque estima que se puede estar cruzando "una línea muy peligrosa", ya que llegará un momento en el que puede no haber "límites". "Es que va a llegar un punto en el que vamos a tener que preguntarnos cómo nos comunicamos... ¿por tamtam?", reflexiona una ministra.

Pedro tiene callo suficiente. Decir que es fuerte es poco. Es un tanque. Y el partido no está en exceso intranquilo. También tiene callo", abunda uno de los dirigentes que más conecta con Sánchez

Los colaboradores de Sánchez reiteran que está "tranquilo", que ha encajado bien el golpe. Señalan cómo el miércoles, en la Cámara baja, no se le veía "nervioso" y que de hecho se quedó más tiempo en su escaño, atendiendo las preguntas dirigidas a parte de sus ministros. Está "bien", aunque cabreado, disgustado, relatan en su entorno, porque no es "agradable" que se difundan sus conversaciones privadas. Pero tiene las espaldas anchas, recalcan. "Cuando se tomó los cinco días de reflexión [el año pasado], era consciente de los ataques que seguiría sufriendo. Está preparado psicológicamente", apuntan desde su círculo más próximo. "Pedro tiene callo suficiente. Decir que es fuerte es poco. Es un tanque. Y el partido no está en exceso intranquilo. También tiene callo", abunda uno de los dirigentes que más conecta con Sánchez.

Lo ocurrido no provocará mudanza en el jefe del Ejecutivo. Ya las portavoces del PSOE y del Gobierno, Esther Peña y Pilar Alegría, subrayaban esta semana que nada apartará del camino al líder socialista. En lo más puramente operativo, no tiene previsto cambiar de hábitos: ya cambió de número de móvil hace meses, pero se sigue comunicando con los suyos por la aplicación de Meta (WhatsApp). Los miembros del Ejecutivo disponen, no obstante, de una plataforma de mensajería más segura, COMSec. Y, como recuerda un miembro del Gabinete, las cuestiones más sensibles no se dejan por wasap.

Vamos a aguantar el chaparrón. Le están intentando destruir pero él se cree esto. Da igual que tenga enfrente al juez Peinado o a Ábalos. Mandar el mensaje de que no cederemos al chantaje ya está dado", observan en la Moncloa

En lo político, Sánchez no tiene previsto replicar públicamente a Ábalos. "Vamos a aguantar el chaparrón —responden en el equipo de confianza del jefe del Ejecutivo—. Entendemos que todo el mundo esperaría de nosotros que reaccionáramos de forma furibunda, pero somos mejores personas. Es que ya nos han dado tantos palos que no llama la atención. Y conceder que el responsable es Ábalos sería dar por buena la teoría del chantaje. Y no hay mayor chantaje que el del juez [Juan Carlos] Peinado, que intenta destruir a la mujer del presidente para que se marche de la Moncloa. ¿Así que qué vamos a hacer? Pues resistir. Puede sonar peliculero, pero es así. Le están intentando destruir y él se cree esto, su voluntad de transformar el país. Y da igual que tenga enfrente a Peinado o a Ábalos". En la Moncloa, pues, entienden que no es necesario enviar ningún recado al exministro: "Mandar el mensaje de que no cederemos al chantaje ya está dado".

Partido y Gobierno caminan a ciegas. Sin saber si en la próxima esquina puede detonarse el explosivo. Si las entregas de mensajes continuará días, semanas, meses. Si el impacto seguirá o no. De ahí el peligro y el potencial poder desestabilizador de estas revelaciones. Pero también hay una posibilidad cierta: que la carga se reduzca y el interés decaiga, que un nuevo evento solape y entierre los chats, que la vorágine informativa se coma los mensajes. Nada raro, por otra parte —¿no ha pasado a un segundo, tercer o cuarto plano el apagón peninsular del pasado 28 de abril?—. Y luego está quien aplica el humor y aconseja relativizar.

—Esto va a terminar con que quien no salga en los wasaps no es nadie —acaba con ironía un dirigente con mucha trayectoria y que sabe bien, muy bien, cómo funciona el poder.