Este sábado Alberto Núñez Feijóo respondió al ala más a la derecha del partido, la autodenominada como liberal, que en los días previos, a través de dos de sus máximos exponentes históricos, el expresidente del Gobierno y del partido, José María Aznar, y la ex del PP de Madrid y expresidenta de la Comunidad, Esperanza Aguirre, venía demandando en distintas intenciones una redirección y llenado ideológico del PP. En su tierra, en O Pino (A Coruña), Feijóo llamaba a la militancia a avalarlo para el 21 Congreso del partido, pero a la vez aseguraba que el PP no puede aspirar ni quiere "gobernar por el desgaste del PSOE".

El miércoles pasado, de hecho, Aznar alertó de que en vista de ese deterioro público y electoral de los socialistas, cabía la posibilidad de caer en la autocomplacencia, la renuncia al rearme y, con ello, en dar lugar a un gobierno de "rumbo errático". Demandó volver a "entusiasmar a los propios". Ante ello, Feijóo garantizó que "no va a ser un congreso de trámite", sino de "ideas, proyecto y un verdadero propósito" ante la posibilidad de que haya adelanto electoral de generales. Un congreso que deje claro que el relevo del PP no es de serie, sino que se quiere generar ilusión y mostrar que "el cambio, la honestidad y la dignidad sí merece la pena", afirmó Feijóo ante los suyos.

Esta clara contestación a Aznar, y por ende a Aguirre o a Isabel Díaz Ayuso, que hace una semana junto a la lideresa en la presentación de su libro pedía volver a "ilusionar", se unió a una sucesión de intervenciones en actos públicos durante la semana en la que el popular aseguró que lo que habrá debate ideológico, que será abierto y que lo que se consense y prometa, lo cumplirá. "No soy un chisgarabís que se desdice a la primera de cambio", una clara apelación indirecta al mandato de Mariano Rajoy.

En esta situación, de cara al evento del partido, Hay similitudes con el congreso de Valencia de 2008. Entonces, el PSOE de José Luis Rodríguez Zapater había repetido en el Gobierno y ese sector más conservador presionaba a Rajoy para un cambio ideológico que no terminó de materializarse. Rajoy apostaba por la gestión económica a las puertas de la crisis e incluso Aguirre amagó con presentarse a primarias contra él. "Quien quiera irse al Partido Liberal o al Partido Conservador, que se vaya, yo quiero un partido moderado, abierto e integrador", dijo Rajoy, apelando a las relaciones con la CDU alemana o Los Republicanos franceses, contra Aguirre, en el pistoletazo de salida hacia ese cónclave. El gallego ganó con el respaldo de la estructura valenciana, finalmente.

Ahora, al aparato de Carlos Mazón, tras la crisis de la DANA, no se le ha dado protagonismo en el Comité del Congreso (COC). Y tampoco Feijóo se juega su cargo. Por ahora, solo ha presentado candidatura José Luis Bayo, un candidato recurrente en los procesos de los últimos años, procedente de Valencia y crítico con Mazón.

Feijóo y sus movimientos, escorados al centro

En esta ocasión, Feijóo no despeja su línea públicamente, pero las primeras referencias a las medidas que tomaría si es presidente están vinculadas a la gestión económica, como una auditoría de las cuentas del Estado o el recorte del gasto en la Administración, con un gabinete solo de 14 ministros. Y eso apunta a incluirse en la ponencia política que se presentará a mediados de junio. Además, la elección de Feijóo de los cargos que supervisarán y elaborarán esa base del debate en el congreso es de clara tendencia moderada. Y eso preocupa a la corriente liberal, que de la mano de Aznar y Aguirre le vienen allanando a Ayuso y al PP de Madrid el camino para abordar la batalla cultural en el PP.

De hecho, como ya publicó El Independiente, la intención del aparato madrileño es la de presentar enmiendas al texto, al menos en los temas más ideológicos, una vez se complete la elección de compromisarios. Se suma al deseo de los más católicos de enmendar el vacío sobre el aborto, la eutanasia o la gestación subrogada, huérfano de debate, en el último congreso nacional ordinario de 2017.

De la mano de ese ámbito madrileño están figuras del PP catalán y vasco, que se alinean con posiciones duras especialmente en su pugna con el nacionalismo y el separatismo. De la segunda puede descartarse a Alejandro Fernández o a Cayetana Álvarez de Toledo. La segunda se alinea con la concepción de ese sector católico en el que puede incluirse a Ayuso, en la que descarta penalizar asuntos como el aborto y la eutanasia, pero sí acotar los supuestos para que no "sea libre", dijo en 2019 en una entrevista para TV3. Fuentes de esa corriente, en conversaciones con este diario, afirman que indiferentemente de lo que se refleje en el documento político, la decisión la tienen los compromisarios, no Génova.

Hay excepciones. Figuras como Ester Muñoz, vicesecretaria de Educación y Salud del PP, o Miguel Tellado, portavoz parlamentario, representan la línea más dura del PP de Castilla y León y del PP gallego. Sin embargo, la sintonía es completa con Feijóo. De hecho, Tellado h sido lugarteniente del actual presidente durante su etapa en Galicia.

Feijóo promete debate abierto de ideas. Confía en que la propuesta saliente sea moderada y promete que cumplirá su programa y las directrices del congreso

A la corriente le incomoda que tanto Ayuso como figuras muy próximas personal y doctrinalmente hayan quedado fuera de ese grupo de ponencia y se haya dado paso a otras del PP de Madrid, pero alineadas con la línea de Feijóo, caso de la eurodiputada y directora de Reformismo 21, el think tank del actual presidente, Alma Ezcurra. También que la institución sea quien coordine la elaboración del documento, como laboratorio de ideas que sirvió para sustituir la influencia de FAES. Pero sobre todo, que se haya optado por nombres como los presidentes de Andalucía, Juanma Moreno, y de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco [se añade la alcaldesa de Zaragoza Natalia Chueca]. Sus líneas moderadas, aplicadas especialmente por el primero en Andalucía, abriéndose paso hacia la mayoría absoluta por el centro, inquietan a los más liberales.

Por otro lado, fuentes del entorno de ambos barones populares dudan que quieran abrirse en la elaboración de esa ponencia a un giro ideológico notable, o a centrarse más en cuestiones morales que en la gestión económica o asuntos sociales como la vivienda o el empleo. No ven apropiado a estas alturas un debate en torno a cuestiones como el aborto, más allá de respaldar la ley de plazos, como Feijóo, y que en el caso de menores deba contarse con el permiso de los padres y madres.

Sobre todo, no se cree que haya intencionalidad cuando ambos barones serán los primeros en enfrentarse a las urnas entre finales de año y la mitad del próximo. Primero Mañueco, con un Vox duro al que no se le puede dar oxígeno entrando en sus mismos temas, y con un PSOE dañado al que se entiende que se le puede hacer daño por el centro. Segundo, Moreno Bonilla, que apuesta por las mismas recetas de 2022. Hablando de servicios públicos e incluso de políticas verdes. Se entiende que la derecha está movilizada en un momento en el que la izquierda —también en Europa— está herida, y los problemas del Gobierno, con sus socios, y las investigaciones judiciales que rodean al PSOE, a Pedro Sánchez y a su entorno, pasarán factura.

Las corrientes más moderadas esperan imponer su peso en el cónclave. La clave estará en el perfil de los compromisarios que salgan elegidos en los últimos días de la primera quincena de junio. Habrá representación de 3.300, de hecho, la mayor de la historia del partido. De forma externa, a la moderación andaluza y castellano y leonesa se puede mencionar la extremeña o gallega. María Guardiola fue la presidenta del PP que se negó a pactar con Vox en un principio mientras esa misma corriente liberal presionaba desde Madrid. El PPdeG habla gallego y está más concienciado con la diversidad territorial pese a defender la unidad de España. En general el resto de baronías están bajo la misma cuerda de Feijóo, pero puede haber sorpresas. Pero puede que los ciertos cuadros inferiores tengan líneas más duras, un ejemplo puede ser el PP vasco.

Omisión a la dinámica de pactos

Hay quien prevé que dentro de la ponencia política se prioricen los planes ya presentados por el PP en política de vivienda, de modelo energético, de plan hidráulico y de regeneración institucional y lucha contra la corrupción. Todo con un perfil que ponga en valor lo común con una perspectiva muy social. Con guiños a lo económico, a la bajada de impuestos y a la competitividad de las empresas y el fomento de la inversión y la generación de empleo. Pero a priori se quiere evitar una cuestión troncal para ese sector liberal: quitarse el complejo de pactos con Vox y dejar atrás el coqueteo con fuerzas nacionalistas e independentistas. Así lo ha adelantado este domingo Europa Press aludiendo a fuentes de la dirección nacional.

"Ningún partido dedica a otro su Ponencia Política. Sería un error", trasladan desde Génova, descartando hablar de las relaciones con terceros partidos en la ponencia marco. Se unen a la línea marcada por Moreno Bonilla, que a principios de mes aseguraban que la ponencia no tiene por qué plasmar las "estrategias de futuro". Dependerá, por tanto, determinar hacia qué lado se posiciona el partido, las enmiendas que se tomen para apuntillar las posiciones respecto a la inmigración, los valores, o la concepción del Estado y las peculiaridades de sus territorios lo que permita ver el rumbo al que quiere ir el PP de cara a las nuevas elecciones.

Desde Madrid esa corriente crítica juega con la baza de que es quien se enfrenta directamente, y en paralelo a Génova, contra el Gobierno. La propia Ayuso dio cuenta de ello. "En la Comunidad de Madrid no le tenemos miedo. Están usando su poder para acorralar a los gobiernos del PP, especialmente el de Madrid. Con esa obsesión psicopática del presidente contra nosotros". Ayuso evoca un rifirrafe directo Moncloa-Puerta del Sol.

No empañar la oposición Sánchez

La ausencia de presión o posicionamiento pública por cargos activos en el partido reflejan en todo caso el cumplimiento de las directrices dadas por Feijóo en la última reunión de la Junta Directiva Nacional, de no convertir el congreso en una pugna interna que deje en un segundo plano la labor de oposición al Gobierno en su momento más duro. Se intuye que el ambiente se caldeará algo a partir de la segunda quincena de julio, tres semanas antes del cónclave. Pero en cualquier caso, las diferencias quieren trasladarse en lo privado y en el debate de compromisarios que acontecerá, previsiblemente, el sábado 5 de julio.

Hay voces que son más reacias. Dudan que el evento vaya a concretar mucho más lo que busca hacer el PP y creen que el argumento de Feijóo, abierto al debate, puede ser un arma de doble filo. Si se impone la visión más centrista con un debate real, saldrá muy reforzado, pero si se elude un debate profundo habrá mayor grieta interna entre las dos grandes almas del PP.