Apenas han pasado nueve meses desde que Alberto Núñez Feijóo se resistía a competir con Vox en la calle, con movilizaciones, y priorizaba la acción judicial contra la amnistía y el rechazo político al cupo catalán. Frente a ello, Vox, que tras las últimas generales perdió la capacidad de actuación vía recursos al Tribunal Constitucional o de puesta en marcha de una moción de censura como las llevadas a cabo en 2020 y 2023, sí quería calle. Si bien no las ha convocado a título personal, se ha nutrido de entidades afines como DENAES, primero, y otras asociaciones integradas en la Plataforma por la España Constitucional para despersonalizar esas salidas y dar protagonismo a la sociedad civil. En ellas, como en la última de la Plaza de Colón del 10 de mayo, se personaron figuras populares como los diputados Miguel Tellado o Cayetana Álvarez de Toledo.

Ahora Feijóo, a diferencia de estos últimos meses, ve determinante no dejar ese terreno público a Vox, especialmente cuando quiere constituirse como la gran alternativa política a Sánchez tras el congreso del partido y en la búsqueda de esa de decena de escaños extra que le permitan constituir un frente antagonista sólido que le de, esta vez sí, la investidura. Así lo acreditan fuentes populares conocedoras de ello, aludiendo a la convocatoria de una manifestación en Plaza España para este próximo domingo a las once de la mañana. El gallego busca atender a aquellos que le piden dentro de su propio partido no esperar a la caída de Sánchez para un relevo sin más, a estilo bipartidista, sino motivar al electorado para que el proyecto reciba un respaldo masivo. El objetivo de Feijóo es superar la barrera de los diez millones de votos, respecto a los más de ocho logrados el 23-J.

Según indican esas fuentes mencionadas, en Génova han detectado un nivel de descontento generalizado entre las potenciales capas de electorado del centroderecha, sobre todo tras las sucesivas informaciones que apuntan a supuestas corruptelas en el entorno del PSOE, del Gobierno y del entorno del presidente. Desde el caso Ábalos, a las investigaciones abiertas al hermano y la esposa de Sánchez. Y ven necesario desde el PP atender a ese descontento para posicionarse como opción útil frente a Vox. De hecho, horas después de anunciarla Feijóo el jueves en Génova, Vox movilizó a sus jóvenes a través de su plataforma satélite, Revuelta, para la convocatoria de una manifestación improvisada por la tarde frente a La Moncloa que secundaron unas 350 personas, incluido el propio Santiago Abascal.

La competencia entre PP y Vox es máxima mientras a nivel regional se dan pequeños pasos como en Baleares. Feijóo estudia "acciones judiciales" mientras los de Abascal ya se han lanzado con una querella ante el último episodio de esas presuntas corruptelas o acciones turbias. Contra la presunta fontanera del PSOE, Leire Díez y sus socios, a quien se le achaca un intento de desprestigio de la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil (UCO) y de su jefe de la Unidad de Delitos Económicos, el órgano que investiga alguno de esos casos que salpican al Gobierno.

Al contrario, aprovecha las capacidades parlamentarias frente a Vox, con una petición de comparecencia de Fernando Grande-Marlaska en el Congreso y de la propia Díez en la 'comisión Koldo' del Senado, para que se expliquen. Y mientras, Vox busca destacar las "contradicciones" de los populares, abiertos a pactos de Estado con el PSOE a la vez que denuncian que es una "mafia".

El PP abre la convocatoria a todos los grupos políticos y el conjunto de la sociedad civil para descolocar a Vox, que rechaza sumarse al considerarla como de partido

También ha reprochado a Génova que en un momento crítico de país, llamen a la movilización bajo las siglas del PP, algo que Bambú no ha hecho directamente en este tiempo, pero sí a través de entidades afines. Lo cierto es que Feijóo, tras la llamada a la sociedad civil, dio instrucciones a su equipo para que la concentración del domingo no tenga logos ni escenografía propia del partido. "Será un acto de país al que puedan acercarse personas de diferentes sensibilidades. Que el logo del PP no sirva de excusa a nadie para no plantar cara al Gobierno", aseguran fuentes populares, que no renuncian con ello a ofrecer a los españoles su "estructura e ilusión". Se quiere abrir la convocatoria, además, a aquellos perfiles moderados, de centro o decepcionados con la izquierda.

Vox, pese a todo, se reafirma en no asistir y reclama más al PP, una moción aunque sea simbólica a sabiendas de que se perderá por el rechazo de Junts y PNV. "No hay que pedir permiso a los separatistas, señor Feijóo", le reprochó durante la manifestación de Moncloa en declaraciones ante los medios. Pero Feijóo no quiere regalarle oxígeno a Sánchez, porque una victoria de nuevo, como en 2020 y 2023, en el PP creen que le reafirmaría socialmente y, especialmente, dejaría al PP retratado solo con Vox y el único diputado de UPN de su lado.

A diferencia de Vox, sí acudirán todos los presidentes — incluido Carlos Mazón— y barones autonómicos del PP como respaldo claro a Feijóo también de forma previa al congreso. Hay que remontarse a finales de 2023 para atender a una convocatoria de estas características, con la duda aún de si las altas temperaturas no desmovilizarán. Destacan la de la avenida de Felipe II previa a la investidura fallida de Feijóo en septiembre de 2023 y la abierta a todos, sin partidismos, de la Puerta del Sol en noviembre de ese año, a la que se sumó Abascal. Todas contra la amnistía como moneda de cambio para Sánchez. Hubo otras de menor envergadura también con firma del PP, como las del Templo de Debod en diciembre y la de enero de 2024 en Plaza de España. Se sumó la de la Puerta de Alcalá de mayo de 2024, ya con el caso Koldo y el caso Begoña sobre la mesa.

El dilema de la Conferencia de Presidentes

Aunque la imagen que busca Feijóo es clara, de oposición total al Gobierno, la convocatoria de la Conferencia de Presidentes en Barcelona para el viernes, dos días antes de la movilización, dejan en una encrucijada al PP, entre ese rechazo al Gobierno y la actuación bajo el marco de la normalidad institucionalidad, lo que alienta a Vox para denunciar connivencia entre populares y el Gobierno. "Es muy fácil. Que rompan con este Gobierno y nos sentamos al día siguiente", sugirió Abascal este domingo en una comida con afiliados en Navalagamella (Madrid).

Abascal quiere cercar al PP frente al intento de Feijóo de posicionarse como opción útil de cara a unas nuevas elecciones

Las sensaciones de cara a esa cita no son buenas, con todo. Primero, porque el miércoles pasado, en la reunión preparatoria de la Conferencia para trazar un orden del día, las comunidades, mayoría populares, y el Ministerio de Política Territorial, salieron sin un acuerdo. Es la primera vez que ocurre. Las materias que el Gobierno quiere abordar es la Vivienda y la Educación, especialmente Formación Profesional. En cambio, el PP aboga por dar continuidad a la última reunión del 13 de diciembre en Santander, porque consideran que no hubo tiempo suficiente para tratar los asuntos allí llevados.

Reclama abordar cuestiones como la seguridad energética y la garantía de suministro, la inmigración y las fronteras, el servicio ferroviario, el transporte público y la movilidad, el déficit de profesionales sanitarios, la actualización de las entregas a cuenta por real decreto ley, la financiación y añadir la educación infantil y la okupación a las carpetas sugeridas por Moncloa.

Hay dos posturas sobre este asunto: la de Génova y la Isabel Díaz Ayuso. La de la presidenta madrileña es la más dura. El PP denunció que Sánchez convocó la cita de Presidentes para desviar el foco de las investigaciones a su entorno. Desde la Puerta del Sol se considera que el Gobierno quiere apuntalar la imagen de Sánchez, algo que chirría entre el Ejecutivo autonómico. Si no se pacta un orden del día que incluya inmigración o las cuestiones energéticas, Ayuso plantará al Gobierno. "No vamos a participar en una cita que solo busca una foto para tapar los casos de corrupción", trasladó la semana pasada el consejero de Presidencia, Miguel Ángel García. Ayuso ya amagó con esa intencionalidad el año pasado, faltando a las bilaterales con Sánchez en Moncloa, pero asistiendo a Santander.

Ayuso amaga con no asistir a la reunión si no se abordan cuestiones como la inmigración o la energía mientras el PP apunta a caldear en Barcelona la movilización

La postura de Génova, al contrario, y a la que podría ceñirse Ayuso, es la de presionar in situ a Sánchez y calentar esa convocatoria del domingo, llamando a la participación ante el "rechazo" del Gobierno a abordar "los temas que preocupan a la gente". Una forma, en definitiva, de afrontar la posible ambigüedad de sentarse con un Ejecutivo al que denuncias y contra el que protestarás en el centro de Madrid 48 horas después para la convocatoria inmediata de elecciones. Por ello, el PP no quiere dejar espacio para que convierta el evento en un monólogo si finalmente no se pacta ese orden del día.

Se buscará abordar los asuntos más espinosos y, de no poderse hacer, se presionará públicamente ante los medios de comunicación allí presentes. A diferencia de Ayuso, ningún otro mandatario territorial del PP ha amagado con no asistir. Génova da libertad a sus presidentes, pero recuerdan que a la primera parte del cónclave participa el Rey Felipe VI, por lo que se apela a una actitud de Estado. A la espera de la cita, y sin semana parlamentaria a la vista por ser primeros de mes, los populares aprovecharán las puestas en escena de estos días para incentivar esa movilización. Feijóo viene haciendo esa tarea, con distintas intervenciones desde el viernes en Valladolid, Castelldefels, Madrid y esta tarde en Cáceres con los respectivos barones.