Para los socialistas, "nada cambia". Las relaciones con Junts, siempre tortuosas, quedan como estaban. Nada está completamente roto ni la legislatura va a colapsar. La respuesta a la "reflexión" a la que invitaba Carles Puigdemont al Gobierno es clara: "Mano tendida" y "diálogo". "Nada se da por perdido", ni tan siquiera los Presupuestos Generales del Estado de 2026.

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Lo que la semana pasada llamaba pomposamente "la hora del cambio" la portavoz de los posconvergentes en el Congreso, Míriam Nogueras, se tradujo este lunes en un anuncio de ruptura con el PSOE por parte del líder de la formación y expresident de Cataluña. Junts así pasará a "ejercer la oposición" al Gobierno, según advirtió desde Perpiñán (Francia) tras la reunión con su dirección que acordó "por unanimidad" ese teórico divorcio. En una larga comparecencia ante los medios, sin admitir preguntas, Puigdemont se quejó de que los socialistas no tienen "voluntad" de "ejecutar los acuerdos políticos en tiempo y forma", lamentó que el partido de Pedro Sánchez considere que "sus tiempos y ritmos eran los únicos válidos". El PSOE, dijo, "ha estado ignorando su debilidad parlamentaria y ha menospreciado los avisos y las señales que hemos ido mandado en estos 22 meses de trabajo y 19 encuentros en Suiza. No ayudaremos a este Gobierno ni a ningún otro que no ayude a Cataluña".

Pero Puigdemont no entró al detalle de qué significa cortar por lo sano, una decisión que en todo caso deberá ser ratificada por las bases de su formación en la consulta telemática que estará operativa el miércoles y jueves de esta semana. Simplemente aseguró que el Gobierno "no podrá recurrir a la mayoría de investidura" ̅—hasta ahora, Junts siempre rehuía esa etiqueta, insistía en que no formaba parte de ningún bloque en el Congreso̅—, que "no tendrá Presupuestos" ni "capacidad para gobernar". "Podrá ocupar poltronas, pero no podrá gobernar. Podrá tener poder, pero no podrá ejercer el Gobierno. El PSOE debe reflexionar y responder ante la ciudadanía cómo piensa continuar, de qué manera piensan gobernar el país", explicar "con mucha más precisión que hasta ahora cómo piensan gobernar más allá de su proverbial capacidad para ocupar el poder", subrayó.

La reflexión fue inmediata por parte de los socialistas. Y la expresaron vía comunicado de Ferraz: "Desde el PSOE mantenemos la mano tendida. Seguiremos ofreciendo la que es, ha sido y será nuestra mejor baza: el diálogo. Así entendemos la política, como un instrumento para tender puentes, y así seguirá siendo". Desde la cúpula socialista manifestaron también su "respeto absoluto" al "funcionamiento interno de cualquier partido político", a la consulta convocada por la cúpula de Junts a sus bases.

Sánchez ha venido insistiendo en los últimos días, en respuesta a los avisos de Junts, que sí cumple con lo suscrito en el pacto de Bruselas, hace casi dos años, el que le permitió recibir los siete votos de Junts en su investidura. Ferraz hoy lo reitera: "En lo que está en nuestra mano, entendemos que tanto el Gobierno como el PSOE estamos cumpliendo lo pactado. En lo que está en manos de otros, estamos trabajando para que se cumpla". Los socialistas, por tanto, refutan el mensaje de los posconvergentes de que ellos han abandonado lo firmado. Porque cuestiones como la aplicación de la ley de amnistía depende de los jueces; la delegación de las competencias migratorias a Cataluña, de Podemos, y la oficialidad del catalán en la Unión Europea, del resto de países miembros, porque se exige la unanimidad.

Por la mañana, antes de la comparecencia de Puigdemont, la portavoz del PSOE, Montse Mínguez, mostraba cautela y pedía esperar a las palabras del líder de Junts, porque solo se conocía la decisión de la ruptura pero no la concreción (que tampoco se dio horas más tarde). Pero el mensaje era nítido y es el que mantuvo la dirección más tarde: "Mano tendida", apuesta por el "diálogo", "búsqueda de acuerdo", porque "vale la pena" seguir gobernando, para mejorar la vida de los ciudadanos.

"Hay diálogo, hay mano tendida, hay negociación y vale la pena. Vamos a insistir en esto y a seguir trabajando porque, como insisto, vale la pena dialogar, negociar y alcanzar acuerdos porque ahí tienen ustedes los datos económicos de nuestro país y los avances que hemos vivido durante estos años, y este Gobierno es lo mejor para Cataluña y para España", defendió.

La decisión de Puigdemont no pilló por sorpresa a los socialistas. Como decían en la Moncloa, la esperaban. Intuían, y lo habían señalado en los últimos días, que Junts no se iba a lanzar a una moción de censura con PP y Vox, porque corría el riesgo de ser penalizada en Cataluña. Así que en el Ejecutivo no asustaba del todo la ruptura, porque los posconvergentes no eran socios estables, ni votaban todo a favor en el Congreso. En la Moncloa, de hecho, ya veían venir que no iban a tenerlos a su lado para la senda de estabilidad —que se presentará, en principio, en los próximos días— y muy probablemente tampoco para los Presupuestos de 2026. La dinámica de interlocución con Junts era todo menos sencilla. Ley a ley, "pieza a pieza", como se afanaba en repetir Nogueras.

En ese sentido, los socialistas creen ahora que nada cambia sustancialmente, tal y como ellos preveían. Pero hasta esperaban un tono más desabrido de Puigdemont en su comparecencia, y no lo fue tanto. Además de las quejas por los incumplimientos, de la acusación de querer "ocupar el poder", el expresident reprochó al PSOE moverse por puro "tacticismo".

"Pensábamos que iba a ser mucho más duro que lo que fue. Pero es lo que siempre dijimos: es un error tremendo leer lo que le pasa a Junts desde Madrid. Si ellos hacen una moción apoyándose en Vox no pueden regresar a Cataluña", esgrimían en el Gobierno. La receta, la respuesta que dan a la derecha independentista catalana, es "diálogo, diálogo y diálogo" y "negociación, negociación y negociación". De modo que "no cambia nada". "Seguiremos negociando cada ley, como hasta ahora. Y no damos por perdido nada, ni tan siquiera los Presupuestos", abundaban desde la Moncloa.

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