Las elecciones autonómicas convocadas por Pere Aragonès para el próximo 12 de mayo serán el escenario de una batalla sin cuartel entre el independentismo catalán, que jugará todas sus bazas para sacar el máximo partido a la amnistía para revalidar la mayoría del bloque secesionista, al tiempo que intenta dirimir la sempiterna competición entre Junts y Esquerra por el liderazgo de ese bloque. ERC llega a la convocatoria con ventaja en las encuestas, pero Junts ha recortado terreno en los últimos meses en unos sondeos que no recogían los últimos envites de Carles Puigdemont en la negociación de la amnistía.
El último sondeo del Centro de Estudios de Opinión (CEO) otorgaba la victoria al PSC -los socialistas se han mantenido siempre en cabeza desde las elecciones de 2021- con entre 39 y 45 escaños, frente a una horquilla de 29-34 para ERC -ahora cuenta con 33 diputados- y la caída de Junts a 19-24 desde los 32 actuales. Pero sondeos más recientes rebajan las expectativas de los republicanos que se quedarían en 32 escaños, y una recuperación de Junts hasta los 27 diputados.
Unos datos a los que hay que sumar la incidencia de las nuevas fuerzas que amenazan con presentarse a los comicios: la candidatura anunciada por Clara Ponsatí, la lista cívica de la ANC y la concurrencia de Alianza Catalana. El partido que lidera la alcaldesa de Ripoll, Sílvia Orriols, es la máxima amenaza, especialmente para Junts, por conexión con el carlismo tradicional con una propuesta de extrema derecha independentista. La propia Orriols saludaba la convocatoria con ironía, dejando claro que piensa presentarse a las autonómicas: "Las elecciones catalanas coinciden con la Fiesta Mayor de Ripoll. Si esto no es un presagio..."
Decisión mascada desde el domingo
Estos son los factores que el equipo de Aragonès baraja desde que el pasado domingo, apurando la negociación de los presupuestos, el president se convenció de que no conseguiría el apoyo de los comunes a sus cuentas. "Empezamos a ver que era posible que las cosas fueran muy mal" reconocen desde Palau, y el president ya tenía en mente "esta opción"- el adelanto electoral- si no podía aprobar los presupuestos.
Con un presupuesto de 43.673 millones de euros Aragonès confiaba en revertir los últimos sondeos negativos. Especialmente con los 1.000 millones de euros presupuestados para combatir la sequía que ofrecían un mullido colchón para dar ayudas al sector primario, el más perjudicado. La gestión de la sequía, y en las últimas semanas la rebelión de los payeses, han dado la puntilla a un Govern ya desgastado por la crisis en la educación -desde los pésimos resultados de Pisa al conflicto del catalán- o los malos datos en seguridad.
Sin presupuestos, el adelanto electoral permitía a Aragonès coger a Junts con el pie cambiado, sin candidato definido y aún pendiente de la aplicación de la amnistía. Sin olvidar que su gran rival, el PSC de Salvador Illa, puede ver sus expectativas rebajadas sustancialmente por el 'caso Koldo' y la negociación de la amnistía impuesta desde Junts.
Por último, las elecciones en mayo descartan una posible batalla interna en Esquerra por una candidatura de Oriol Junqueras. El presidente de ERC está inhabilitado por su participación en el referéndum del 1-O, pero también confía en la amnistía para recuperar sus derechos políticos. Esquerra designó oficiosamente candidato a Aragonès hace un mes para frenar las especulaciones en este sentido, pero Junqueras ha seguido especulando con esta opción.
Junts y "el mejor candidato"
Los de Aragonès están convencidos además de que en términos de estructura de partido solo el PSC puede competir actualmente con ERC. Junts sigue siendo un partido en construcción, que perdió parte de su representación territorial en las últimas elecciones locales, con un resultado solo maquillado por la victoria de Xavier Trias en Barcelona. Pero Junts dispone hoy por hoy de la mejor marca electoral en el bloque independentista.
Carles Puigdemont ha conseguido imponer el relato de que solo él es responsable de que el PSOE haya acabado aceptando la amnistía, pese a que es un proyecto que solo ERC defendía antes del 23J. Cada votación en el Congreso, desde la elección de Francina Armengol como presidenta a la aprobación de los decretos ómnibus ha llegado precedida por un órdago de Junts y la consiguiente cesión del PSOE, lo que ha vuelto a colocar a los de Puigdemont en el centro del tablero político, para desesperación de Esquerra.
Su punto débil es la falta de candidato. Y el secretario general del partido, Jordi Turull, se apresuró este miércoles a intentar cerrar ese flanco anunciando la candidatura de Puigdemont. "El mejor candidato, en el que todos estamos pensando" apuntó Turull. El propio Puigdemont lo matizó después, asegurando que tiene que "meditar" la decisión, pero es poco probable que pueda sustraerse a la presión del partido, imponerse en los últimos meses para negociar la amnistía en primera persona.
De momento, ya ha anunciado que estará en el Parlament para el debate de investidura del próximo president, dando por supuesto que en junio podrá hacer efectiva la amnistía para regresar a España sin temor a ser detenido. En 2017 la promesa de su retorno le dio la victoria a Junts en el bloque independentista. En 2021, la candidatura la encabezó Laura Borràs, y ERC se impuso.
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