Temas que 2017 sacó a la luz

Por Marta G. Aller

Este es el año en que nos empezamos a tomar las mentiras en serio. Hasta que la posverdad entró en la RAE y los bots rusos en la campaña catalana, las fake news no eran más que un neologismo cursi. Pero en 2017 las noticias falsas pasaron de ser un gran negocio en las redes a desvelarse como una amenaza muy seria para las democracias occidentales.

En 2017 Donald Trump se convirtió en presidente de EEUU confirmando que no todo era mentira. Puede que sí que lo fueran las noticias que lo auparon a la presidencia, pero su victoria se hizo realidad. Y con él llegó el postescándalo: la era en la que ya nada escandaliza ni sorprende lo suficiente.

Así que 2018 va a tener que esforzarse mucho para asombrarnos, ahora que después de llevar el procés al límite tras el referéndum del 1-O hasta nos hemos acostumbrado a tener al ex president Carles Puigdemont queriendo gobernar Cataluña desde Bruselas. El mesías del procés acaba el año como un exiliado, un prófugo o un turista, según a quién se le pregunte. Y lo mismo se compara a sí mismo con El Lute que con Mandela. Qué mejor síntoma de que este año la posverdad lo ha inundado todo que la última oposición al independentismo haya acabado siendo otra mentira llamada Tabarnia.

E igual que cualquier mentira puede hacerse realidad en las urnas, también arrasa en los mercados. De ahí el éxito de bitcoin, la criptomoneda que ha aprovechado el descrédito de los expertos entre tanta posverdad para desafiar todas las alertas que la califican de burbuja. En 2018 tal vez salga de dudas el que todavía las tenga.

Sin embargo, 2017 también ha sido el año de la verdad. Ha salido a la luz el acoso que sufren muchas mujeres en el trabajo. The New York Times desveló los abusos sexuales sistemáticos con los que el poderoso productor Harvey Weinstein llevaba décadas atormentado a aquellas con las que trabajaba y de pronto el movimiento #metoo le dio fuerza y visibilidad a muchas víctimas que hasta entonces no se habían atrevido a denunciar. El movimiento ha sacado los colores a la sociedad por tener el acoso bochornosamente normalizado, ya fuera por miedo a represalias o por la costumbre de metabolizarlo como un simple malentendido. Ha dejado de ser un daño colateral ante el que guardar silencio para convertirse en un escándalo mucho más allá de Hollywood. Y aunque este año el acoso ha empezado a visibilizarse, a 2018 le queda mucho por resolver. Lo primero, evitar más víctimas. Pero también es urgente clarificar los límites de lo que es acoso y lo que no.

En la era de las noticias falsas no va a ser fácil dar con la verdad, pero mirar para otro lado solo empeora las cosas. Una máxima que deberíamos haber aprendido en un año repleto de mentiras que han llegado demasiado lejos.

Bitcoin: Lo que opinan los expertos

Bitcoin, especulación y pago de impuestos

A mediados de julio de este año, 2017, el precio del bitcoin alcanzaba los 2.198 euros. Recuerdo a mis compañeros, que adquirieron unidades por 667 euros en enero, apresurándose a cambiarlos por euros para disfrutar de las ganancias. En septiembre el precio alcanzaba los 4.151 euros; en noviembre, los 6.214 euros; y en diciembre, los 16.000 euros. Esos mismos compañeros, que se alegraban por haber multiplicado por tres su dinero en pocos meses, rabian por no haber mantenido los bitcoins inactivos tan solo unos meses más.

Cambiar euros por bitcoins es una operación especulativa de altísimo riesgo. En los últimos meses hemos visto un incremento asombroso en el precio de estas unidades, aunque lo mismo podríamos haber visto un decremento de similar magnitud. Bitcoin es un juego de riesgo basado en la ilusión de apostar por un activo de precio extraordinariamente fluctuante.

Los usuarios originarios del bitcoin, allá por el año 2009, eran creyentes criptoanarquistas y curiosos tecnólogos. Algunos especuladores e interesados se subieron al carro en 2013, cuando el precio del bitcoin ascendió a los 928 euros, para caer, poco después, a los 161 euros. En 2017, son fanáticos del bitcoin, empresarios y una gran masa de especuladores sin conocimientos financieros los que han comenzado a adquirir criptomonedas.

En los últimos días, a pesar de que cada vez es mayor el número de personas que tiene bitcoins, el precio no ha dejado de caer lentamente. Se cree que es debido a la acción de las ballenas o usuarios con un número inusitadamente grande de monedas virtuales, que venden con cautela para aprovecharse del precio, pasando el dinero a dólares a otras criptomonedas, como el BCH o el Dash.

El cambio de euros por bitcoins y viceversa se suele realizar en casas de cambio como Kraken, Bitstamp, Coinbase o Poloniex. A pesar de esta centralización de las operaciones La dificultad de fiscalizar las operaciones provoca una preocupante evasión de impuestos. Los usuarios que cambian sus bitcoins por euros por un valor superior al de adquisición se benefician de un incremento patrimonial, que deberían declarar y por el que, por regla general, deberían pagar en las escalas correspondientes del 19%, el 21% o el 23%. Sin embargo, prácticamente ningún usuario cumple con esta obligación.

Desde la Unión Europea, para combatir la evasión de impuestos, el fraude, el blanqueo de capitales y la financiación de actividades ilícitas y terroristas, se ha planteado un escenario en el cual las casas de cambio de criptomonedas tendrán que declarar el inicio de su actividad, además de identificar a los sujetos implicados en las compraventas y conocer o investigar el origen y el destino de los fondos. Si subirá el precio del bitcoin o si estamos frente a una burbuja a punto de estallar, no se sabe. Lo cierto es que el bitcoin es un interesante activo para el mercado de la especulación. ¿Comprarías un bitcoin por 16.000 euros?

Pablo Fernández Burgueño, profesor del Programa de innovación y Tecnología Financiera del IEB

Innovación: observar y aprender

Los cambios tecnológicos que se están produciendo en el sector financiero son de gran magnitud y de amplio espectro. Uno de los desarrollos tecnológicos con mayor potencial es la tecnología DTL (Distributed Ledger Technology) y su variante blockchain, en la que se basan las monedas virtuales como el bitcoin. La industria bancaria, al igual que otras, están explorando el potencial de la tecnología DLT, aunque, por el momento, bajo una perspectiva experimental y no de mercado.

Aunque la tecnología blockchain aún presenta importantes desafíos operativos y conceptuales, los bancos están contribuyendo de forma decisiva a su utilización futura, tanto de forma directa como en colaboración con otros socios tecnológicos y empresas de otros sectores. Sus potenciales beneficios son innegables, especialmente para el cliente, que es el centro de la estrategia de los bancos. En el caso de las transacciones financieras donde los clientes demandan mayor valor añadido, esta tecnología permitirá mayor rapidez y reforzará la seguridad, con un menor coste.

Por otro lado, los bancos observan con atención la evolución de las monedas virtuales como el bitcoin. Y aprenden sobre sus debilidades, así como de su potencial. En este momento hay numerosas cuestiones sin responder sobre este tipo de activos que deben ser tenidas en cuenta, como la protección del usuario, su gobernanza, su usabilidad la transparencia, las limitaciones operativas y el riesgo de su utilización para transacciones ilícitas. La actividad de los bancos se basa en el concepto de red autorizada que impide el anonimato de los participantes, mientras que la regulación y supervisión busca un doble objetivo, la protección del cliente y la estabilidad financiera. El desarrollo actual de las monedas virtuales dista mucho de asegurar ambos objetivos.

En definitiva, para la industria bancaria, lo relevante en este momento es la tecnología que soporta el entorno de blockchain y explorar las opciones tecnológicas de cara al futuro. Y es que la innovación financiera es imparable.

José Luis Martínez Campuzano, Portavoz de la Asociación Española de Banca

Las criptomonedas lo cambiarán todo

La aparición de las criptomonedas, con su buque insignia el BITCOIN, ha supuesto una auténtica revolución, dentro del sector financiero, el sector al que la nueva era tecnológica, ha declarado la guerra. Internet pasa como un rodillo por todos los sectores económicos, como ha sido el sector retail, la publicidad, los medios de comunicación y las telecomunicaciones. Actualmente, las denominadas Fintech, están cambiando un sector, que dentro de 10 años, será diametralmente opuesto, a lo que es hoy en día, afortunadamente. Los medios de pago, podría ser una de estas revoluciones y precisamente por ello, se ha gestado una burbuja. Herman Minsky ya definió el arranque de una burbuja, con la palabra “perturbación”. Toda burbuja comienza con una perturbación, capaz de generar el autoconvencimiento de algo absurdo, por el mero hecho de hacer dinero.

En 2017, se ha consolidado entre los inversores el BITCOIN, como un instrumento de especulación salvaje, con unas revalorizaciones, capaces de encantar al más iluso. Todos estamos escuchando fábulas de gente que se ha enriquecido con poco dinero y todos queremos formar parte de esa locura. Esto justifica la idea de burbuja, puesto que son pocos los inversores que conocen las bondades del BITCOIN (que las tiene), pero al parecer, nadie parece comprender el marco normativo legal, en contra del blanqueo de capitales y la financiación al terrorismo, combatido por el Estado. A parte, la volatilidad del BITCOIN, lo anula como instrumento de pago, puesto que con esta volatilidad, si un consumidor quisiera comprarse por ejemplo un SEAT LEON, en un mes podría comprarse un Porsche 911 Turbo. Esto significa, que no hay divisa en el mundo, que puede servir como instrumento de pago, con esta volatilidad. OTro ejemplo que explica el fenómeno de la burbuja, es el caso de MtGox, empresa emisora de BITCOIN, que quebró en 2.014, y en el proceso de disolución, sus BITCOIN se han revalorizado hasta el punto de que la empresa es capaz de pagar todas sus deudas, y repartir importantes ganancias a sus accionistas, valorando los BITCOIN a 19.000USD. Y es que un mercado de algo que incorpora un máximo de 21.000.000 de unidades y atrae el interés de miles de millones de personas, es un mercado fácilmente estragulable.

Está claro que las criptomonedas pueden tener espacio en el futuro, pero antes de que se consoliden, pasará al menos una década y por el camino, el 99% de las criptomonedas, terminará quebrando.

Marc Ribes, fundador de la firma de análisis bursátil Blackbird

El acoso a las mujeres

Rompe tu silencio

Entre los hombres siempre ha habido un pacto de silencio sobre sus “correrías y proezas” sexuales. Las mujeres debíamos ser sumisas y calladas. Lo hemos sido durante siglos, hemos permanecido aisladas en espacios privados. La violencia sexual ha permanecido oculta.

Las mujeres nos hemos ido formando, hemos ido cogiendo fuerza. Exigimos que se nos trate con la dignidad que, como seres humanos, nos merecemos.

La semilla de la igualdad ha germinado y ha creado una masa crítica que permite decir ¡basta!, que anima a denunciar y proclamar ¡a mí también me sucedió! No son hechos aislados, son hechos ocultados, silenciados, que cargan la culpa y la vergüenza sobre la víctima. Se ha creado un clima que ha permitido romper el silencio y constituye un punto de inflexión.

Teresa San Segundo Manuel, Profesora Titular Derecho Civil, Directora Centro Estudios Género de la UNED y Directora Máster Malos tratos y violencia de género

Una problemática cada vez más habitual

Durante el año 2017 hemos conocido casos de supuestos acosos laborales, sorpresivos y con gran repercusión mediática, hasta el punto de provocar el cese de directivos en empresas importantes. Es la consecuencia, sin duda, de una, cada vez mayor, conciencia de todos los actores sociales, entre los que desempeñan un papel importante las empresas, para fomentar el conocimiento y la sensibilidad en la prevención del acoso y en la erradicación de las conductas de hostigamiento en el entorno laboral.

La legislación no ha cambiado, pero sí los matices en su interpretación y aplicación. Además, hay una mayor implicación de las pirámides organizativas empresariales para garantizar la seguridad y salud de los trabajadores en los aspectos relacionados con el trabajo. Todo ello se viene materializando en políticas de compliance laboral -una de las principales preocupaciones de las empresas desde la reforma del Código Penal de 2015-, revisiones de los planes de igualdad, protocolos de lucha contra el acoso, así como en los códigos éticos, con la finalidad de otorgar una mayor y eficaz protección tanto al denunciante como al denunciado, en aras del buen ambiente laboral y empresarial.

También hay un mayor interés en erradicar conductas, situaciones o expresiones que, si bien en otras épocas podrían haber provocado silencios o risas, sin mayor relevancia, ahora ya no. Asimismo, 2017 ha puesto de relieve la necesidad de buscar respuestas eficaces a supuestos de acoso llevados a cabo por empleados en lugares distintos del centro de trabajo, fuera del horario laboral y a través de herramientas, medios tecnológicos o redes sociales personales e, incluso, privadas, en las que se exponen mensajes cuyas implicaciones frente a terceros pueden rebasar la esfera de protección estrictamente íntima del emisor.

Esta problemática será cada vez más habitual y tendremos, sin duda, resoluciones judiciales novedosas para darle repuesta, producto de la ya enquistada “vida en red”. Esperemos que las mismas sean acordes con la realidad social de los nuevos tiempos que estamos viviendo.

Bruno Álvarez, Socio de Sagardoy Abogados

Acoso sexual ¿tiempos de cambio?

Este año se han cumplido diez años de la Ley Orgánica de Igualdad en España pero los casos recientes -y mediáticos- de acoso sexual parecen manifestarse como un indicador envenenado en entornos donde existía una aparente igualdad de trato. La campaña #MeToo de la actriz Alyssa Milano ha levantado sospechas del acoso machista en la industria audiovisual de EEU como algo inherente sistema, si bien estas denuncias también señalan a periodistas, políticos, músicos y profesionales de otras industrias y sectores.

La situación en Europa no es mejor. La Agencia de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea dice que una de cada dos mujeres en la UE ha sido víctima de acoso sexual desde los 15 años de edad. España está por debajo de la media UE-28 y son los países nórdicos y del Benelux, junto con Francia y Reino Unido los que están por encima de la media.

El problema del acoso algunos dicen que tiene que ver más con las relaciones de poder que con las relaciones sexuales, por eso no debe extrañarnos que el 32% de las acosadas señalaron como autor a un compañero de trabajo, un superior o un cliente, y lo que parece más paradójico respecto del entorno laboral, el 74 y el 75% de las mujeres con mayor nivel profesional o que ocupan un puesto directivo han sido objeto de acoso sexual.

Y en este sombrío panorama ¿qué ha cambiado este año? Probablemente la constatación de la gravedad del problema, la necesidad de denunciarlo y la determinación de todas las Administraciones en acabar con esta “patología social”.

Detrás del acoso sexual hay una enorme tragedia. La OIT señala que las mujeres con más probabilidad de ser acosadas son las viudas, separadas, divorciadas, mujeres que trabajan en empleos predominantemente masculinos, mujeres recién ingresadas en una empresa y mujeres con contratos de empleo precario o irregular, es decir, el acoso sexual se ceba con las personas más vulnerables.

Además, muchas mujeres no saben que son violentadas sexualmente, cuesta mucho identificarlo porque están muy socializados este tipo de conductas y existe el miedo a denunciar… en España nuestra normativa parece suficiente para prevenirlo, pero dado el escaso número de denuncias y que la persona acosada es la única legitimada para iniciar acciones, deberíamos reflexionar sobre si este límite legal debe existir o deberíamos explorar otras posibilidades.

De cara al venidero 2018 y tras el “basta ya”, deberemos potenciar la sensibilización de la sociedad con este problema, y en el ámbito laboral el papel de la negociación colectiva para incrementar la sensibilización, formación y divulgación de buenas prácticas. Al final es una cuestión de educación individual y colectiva. Tenemos que aflorar la fenomenología del acoso para entender las razones, los mecanismos desencadenantes y las propuestas de abordaje. Hay que retomar la importancia de los planes de igualdad como instrumento dinámico del diagnóstico de la efectividad del mismo trato entre hombres y mujeres, así como pieza necesaria para prevenir comportamientos discriminatorios como el acoso.

Javier Blasco, director jurídico de Adecco

Fake News

El nuevo ecosistema desinformativo

Victoria de Donald Trump en Estados Unidos, triunfo del Brexit en Reino Unido y del “no” en el referéndum por la paz en Colombia. Son tres casos de campañas muy polarizadas y en las que, con posterioridad, se habló de “desinfomación” no sólo en las plataformas digitales sino también en los medios de comunicación tradicionales, lo que habría influido en el resultado, que en todos los casos resultó inesperado.

Los términos “fake news” (noticias falsas) y “posverdad” han estado muy presentes durante todo el año 2017. El diccionario Oxford eligió el término “posverdad” (del inglés post-truth) como la palabra internacional del año en 2016, y la definió como “las circunstancias en las que los hechos objetivos influyen menos en la formación de la opinión pública que las referencias a emociones y a creencias personales”. Es decir, una falsedad que continúa siendo aceptada aun sabiendo que es una falsedad y que no impide tomar decisiones basándose en ella. Pero, ¿es la posverdad un fenómeno nuevo? No lo es. Nos lo recuerdan Stalin, Goebbels, Mao y muchos más. Las redes sociales, no obstante, han amplificado su alcance. La sociedad de la información se ha convertido en la sociedad de la infoxicación. Y la melodía informativa ha dado paso al ruido digital. ¿Leemos? El 80% de los usuarios de internet no lee. Hace un recorrido superficial. Muchos usuarios retuitean sin leer. O solo leen el titular… Ante un océano de datos, declaraciones, rumores –mayoritariamente en forma de tuit– ya no “miramos” solo “vemos”.

La televisión ya no es el medio preferido. Millenials, generación Z y quizás todos (o casi todos) prefieren el ciberespacio. Y allí, las redes sociales. ¿Quién elige las noticias (tipo, jerarquía, etc.) en la red social? Un algoritmo. Eli Pariser nos alerta: Hay cosas que Google y Facebook esconden al mundo. Sin embargo, los algoritmos no necesariamente garantizan que las noticias sean realmente noticias. De hecho, fueron los algoritmos los que sesgaron la información a favor de Trump. Los investigadores Alessandro Bessi y Emilio Ferrara afirman que los bots fueron utilizados en actos que buscaban alterar el resultado de las elecciones presidenciales y que trolls extranjeros bombardearon las redes sociales estadounidenses con noticias falsas.

En un ecosistema mediático donde se institucionaliza la mentira, se hace necesario comprobar la veracidad de las noticias. Y aquí radica la oportunidad para el periodismo. Uno de los efectos positivos que las «noticias falsas» han provocado ha sido abrir el debate sobre el papel de los medios ante la verificación de la información y un fuerte crecimiento del fact-checking (chequeo de información). También la alfabetización mediática es más necesaria que nunca. Las instituciones educativas (formales e informales) y, especialmente, los medios deben contribuir al fomento de una alfabetización digital que no solo es técnica o instrumental. Ha de ser además: mediática. La han llamado media literacy. Vivimos en tiempos de nuevas alfabetizaciones. Aquí radica otra de las claves: Educar. O mejor, educar la mirada. Especialmente en estos tiempos en los que “ver” –más que nunca– no significa “mirar”.

Santiago Tejedor Y Núria Fernández, Profesores del Departamento de Periodismo de la UAB e integrantes del grupo de investigación Gabinete de Comunicación y Educación.

Posmodernismo y noticias falsas

2017 ha sido el año de la consolidación del postmodernismo. Heidegger, Derrida y Foucault tenían razón. El ser humano nunca va a ser capaz de conocer la realidad verdadera. Solo se puede limitar a interpretarla y en la mayoría de los casos lo va a hacer con una serie de perjuicios, sentimientos y sesgos preconcebidos. La racionalidad es altamente cuestionable. Las ciencias sociales no son como las naturales, donde es más fácil obtener resultados objetivables. En las ciencias sociales hay hechos incontestables, el recuento de las elecciones es el que es, pero los resultados de unas elecciones, como las que se produjeron esta semana en catalunya, son interpretables de múltiples, y a veces opuestas, maneras y todas tienen su parte de verdad.

En las facultades de periodismo se dice que si diez periodistas cubren un accidente van a salir diez historias diferentes, y ninguna de ellas será totalmente correcta. En 2017 esta visión se ha extendido como la pólvora. La crisis financiera y económica de 2008 (sí ya han pasado diez años) ha traído unos efectos devastadores. No solo ha supuesto la recesión más larga desde la gran depresión de los años 30 del siglo pasado, ha hecho que muchas personas, desilusionadas, desencantadas y traicionadas por las elites, hayan perdido el respeto a la autoridad. A los políticos, los expertos, los académicos y los periodistas. Ciertos encantadores de serpientes, también llamados populistas, han aprovechado este sentimiento generalizado para llegar al poder. El ejemplo más claro es el de Donald Trump, el nuevo presidente de los Estados Unidos, que ha insistido en este su primer año que dos medios de la reputación del New York Times y la CNN son fake news. Es decir, mienten como bellacos.

Si eso lo piensa el presidente de los EEUU (porque así le conviene), ¿qué no hará el ciudadano medio cabreado? Hoy la gente lee lo que se acerca más a sus creencias y sentimientos. Y por mucho que los expertos le digan que votar por esta opción puede ser perjudicial, no lo aceptan. En este 2017, que está a punto de acabar, hemos descubierto que una (alarmante) cantidad de ingleses y catalanes piensan que salir de la Unión Europea y de España es positivo. Que sus vidas van a mejorar.

Los expertos nos empecinamos en decirles que eso no es verdad. Que sus vidas van a ser mucho peor. Pero ellos no escuchan. Dicen que son fake news, simplemente cambian de canal, y escuchan a los encantadores de serpientes. Facebook ha intentado introducir avisos en los artículos sospechosos, pero tampoco ha funcionado. La gente sigue leyendo lo que quiere leer y cuestionando el sistema. Y la propaganda rusa alimenta esa llama descaradamente porque cuanta más inestabilidad haya en Occidente menos habrá en Rusia.

En 2018 esta tendencia va a continuar. Algunos políticos insistirán en que hay que regular mejor la información. Eso sería peligroso. La libertad de prensa debe ser sagrada. Casi mejor centrar los esfuerzos en tener buenos profesores, buenos periodistas, buenos expertos, y sobre todo, buenos políticos.

Miguel Otero Iglesias, investigador principal del Real Instituto Elcano y del Instituto para la Unión Europea y Asia en la ESSCA School of Management de Paris.

Divide y engañarás

Fake news. Para algunos, nada nuevo bajo el sol: las tretas políticas y mediáticas de siempre. Para otros, una nueva era en el debate público, que marca su implosion definitiva tras una breve pero intensa edad de oro del ágora. Probablemente, un poco de ambas, al fin y al cabo.

Lo que es igual que siempre es el uso estratégico de la información por el lado de la oferta (quien la suministra), así como los sesgos cognitivos en el lado de la demanda (quien la consume). Pero resulta más significativo lo que es diferente. Ahora, esta información sesgada se transmite en canales particularmente fragmentados, facilitando la consolidación de cámaras de eco gigantes. En cierto sentido es una vuelta al pasado, cuando la principal fuente para cualquier persona era su entorno inmediato, el boca a oreja. Ahora construimos mega entornos, espacios de debate circular que, a diferencia de lo que pasaba antes de la invención de la imprenta, nos dan la impresión de estar en el centro del debate cuando sólo estamos en un lateral.

Esta ilusión de pluralidad tiene todos los visos de marcar los años y décadas venideros. Para romperla no hace falta tanto un cambio o evolución en la tecnología como una modificación de los intereses y comportamientos de la audiencia, y también de los emisores. La verdad es que nada en la historia social y política de la humanidad nos hace ser particularmente optimistas al respecto.

Jorge Galindo, sociólogo y editor de Politikon

Hackear la democracia

Hackear la opinión pública. El arma más poderosa de las guerras y los conflictos geoestratégicos del siglo XXI consiste en alterar el sistema operativo más sensible de un Estado: las mentes y los corazones de sus ciudadanos.

Los gobiernos y la comunidad internacional llevan años preparándose para neutralizar y resistir ataques cibernéticos contra sus infraestructuras y empresas estratégicas. El ataque del ciber-virus WannaCry el 12 de mayo 2017 afectó a 300.000 ordenadores en 150 países y paralizó durante horas empresas y sectores estratégicos de las principales economías mundiales causando pérdidas de billones de euros. A pesar de la potencia del ataque, los gobiernos y las empresas apenas tardaron tres días en neutralizar el ataque y recuperar la normalidad en sus actividades.

Las disrupciones digitales destinadas a alterar la opinión pública de un país ni se detienen con un antivirus, ni se controlan en cuestión de horas, ni se limitan a ocasionar pérdidas económicas. La utilización maliciosa de las nuevas herramientas de comunicación por parte de gobiernos y grupos sub-nacionales está erosionando gravemente la confianza de los ciudadanos en sus instituciones públicas y los estados de derecho modernos. Detectar y neutralizar las injerencias comunicativas y los intentos de disrupción destinados a alterar la convivencia, las percepciones y la opinión de los ciudadanos debe de ser una prioridad en la acción de gobierno de las democracias liberales.

Javier Lesaca, consultor e investigador visitante en la Universidad George Washington y autor de libro “Armas de Seducción Masiva” (Península, 2017)