Ciencia y Tecnología | Medio Ambiente

Los árboles que cambian de sexo cuando se ven amenazados

Más de la mitad de los arces rayados cambia de sexo antes de los cuatro años

Hoja y flor de arce rayado

Hoja y flor de arce rayado Jennifer Blake-Mahmud

Aunque el polen ha cubierto las calles durante semanas, como bien saben las personas alérgicas, rara vez nos paramos a pensar en la sexualidad vegetal. Hay especies que tienen flores masculinas y flores femeninas. Más del 90% de las especies de plantas con flores combinan ambos sexos en una sola planta. Pero la cosa se pone interesante en ciertos árboles que, o son masculinos o son femeninos. Esto lo saben bien los cultivadores de dátiles, que deben disponer sus palmeras de determinada forma para que se produzcan frutos.

En un estudio en la revista Annals of Botany, un equipo de la Universidad de Rutgers-New Brunswick encontraron que los arces rayados pueden cambiar de sexo de un año a otro. Un árbol puede ser masculino un año y femenino al siguiente, y mientras que los árboles masculinos crecen más, los árboles femeninos tienen más probabilidades de morir.

El estudio encontró que el 54% de los ejemplares cambiaron de sexo durante un período de cuatro años, algunos, al menos dos veces. Desde que comenzó el estudio en 2014, el 75% de los árboles que murieron fueron hembras. Dado que solo los árboles hembras pueden producir semillas, los cambios en el número relativo de machos y hembras podrían llevar a poblaciones reducidas.

El tamaño no importa

"Encontramos que, contrariamente a los conocimientos científicos anteriores, los árboles poco saludables tienen una mayor probabilidad de ser hembras, y el tamaño del árbol no parece influir en el sexo de un árbol", explica la autora principal Jennifer Blake-Mahmud, botánica. quien obtuvo su doctorado en Rutgers y ahora está en la Universidad de Princeton.

El arce rayado (Acer pensylvanicum), una especie de crecimiento lento que alcanza alturas de aproximadamente 30 a 50 pies, prospera en elevaciones medias a altas a lo largo de los Montes Apalaches desde Georgia hasta Nueva Escocia, y es nativo de Nueva Jersey. No es difícil encontra estos árboles en nuestras ciudades.

Aunque la capacidad de una planta para cambiar de sexo es increíblemente rara, se sabe que algunas otras especies lo hacen, como el Jack-in-the-pulpit, una planta arbolada en el sotobosque que también florece en la primavera. En estos casos, generalmente las hembras parecen ser más sanas o más grandes, ya que se necesita más energía para ser mujer y producir frutos y semillas.

Los árboles del sotobosque, como el arce rayado, pueden enfermar por muchas razones: los insectos los mastican, los ciervos los usan para frotar las astas, los árboles grandes caen sobre ellos durante las tormentas o pueden sufrir sequías.

Sólo los ejemplares femeninos producen semillas, pero ellas mueren antes

Durante períodos más largos, estas condiciones estresantes pueden devenir en un mayor número de ejemplares femeninos en comparación con los ejemplares masculinos en las poblaciones de árboles de arce rayados. Más hembras probablemente se traduzcan en más semillas y más plántulas de arces rayados. Esto puede parecer algo bueno, pero puede que no sea necesariamente el caso. Dado que la tasa de mortalidad femenina es mucho más alta que la tasa de mortalidad masculina, el número de árboles en estas poblaciones puede disminuir a largo plazo.

Las próximas investigaciones analizarán la importancia de ciertos factores ambientales para determinar el sexo de un árbol de arce rayado. Los científicos están observando la concentración de azúcar almacenada en la savia para ver si los árboles con más reservas de azúcar tienen más probabilidades de ser hembras. También están analizando si pueden provocar un cambio de sexo al causar una lesión, como cortar una rama.

Florecer en familia para garantizar la supervivencia



En 2018, un trabajo liderado por investigadores del CSIC ha demostrado que la floración, clave en la reproducción vegetal, depende del ambiente social en el que crecen las plantas. Los resultados, que aparecen publicados en Nature Communications, muestran que las plantas son capaces de reconocer la identidad genética de sus vecinas y ajustar la floración a las características del grupo para tener más éxito. | Vídeo: Mario Viciosa

 

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