La carrera contrarreloj de los estados miembros de la Conferencia de las Partes contra el cambio climático ha perdido un año. El 2020 ha sido borrado por la pandemia de Covid. Por esta razón la cumbre climática de Glasgow, la COP26, que tiene lugar durante la primera quincena de este mes de noviembre se celebra con un año de retraso.
La COP26 es la cumbre más importante desde la de París de 2005, es la cita en la que los países tienen que reflejar su ambición climática. Esto es, tienen que presentar sus planes de reducción de emisiones. De su ambición climática, de su reducción de emisiones, depende que los gases de efecto invernadero presentes en la atmósfera no aumenten demasiado y eleven la temperatura de la Tierra más de 1,5ºC de media.
Esta es la media de temperatura que se establece en el Acuerdo de París como deseable para que el cambio climático no tenga consecuencias catastróficas en el planeta y en su habitabilidad en muchas partes del mismo. Cualquier elevación de temperatura media por encima de 1,5ºC sería considerado un fracaso.
Los días 1 y 2 de noviembre tiene lugar el encuentro de los líderes mundiales. En estos días se esperan los anuncios más importantes de cada país en cuanto a la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero. Los países tienen también que hacer sus compromisos para detener y revertir la deforestación para 2030, pero esta vez se debe acompañar con fondos.
Además, los estados anunciarán un acuerdo para reducir las emisiones globales de metano en un 30% para 2030. La mayoría de estas reducciones de metano provendrán de mejoras técnicas en el sector del petróleo y el gas. Con este fin está previsto que la ONU lance un observatorio bajo su paraguas institucional en el que se haga seguimiento de los avances en la reducción de emisiones de metano. Un gas de efecto invernadero muy contaminante pero gran parte de su emisión es controlable y reducible.
Ayuda a los países afectados
La adaptación, la mitigación, la financiación y la cooperación internacional serán los ejes en torno a los que se articularán las negociaciones de la COP26. Los estados ricos están comprometidos a financiar la adaptación de los países en vías de desarrollo con 100.000 millones de dólares. Pero esta entrega se está haciendo con retraso. Esta inyección financiera debe ayudar a los países vulnerables a abandonar los combustibles fósiles y adaptarse a los efectos del cambio climático. Según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) sólo se han dado 20.000, una quinta parte de lo previsto.
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