Tras la caída de Mariúpol, el cerco cada vez más estrecho sobre Severodonetsk atisba una nueva victoria para Rusia. Las tropas han tomado el centro de la ciudad, considerada capital administrativa de Lugansk, escenario de la nueva fase de la guerra donde Vladimir Putin endurece sus ataques para asegurarse el control del este de Ucrania.

Las operaciones de asalto rusas de las últimas horas se han llevado a cabo "con éxito parcial" al expulsar a las tropas ucranianas del centro, aunque el Ejército habría repelido los ataques en la carretera dirección Bajmut, Viktorivka-Vrubivka y Komishivaja-Vrubivka, según el Estado Mayor del Ejército ucraniano, que cifra en unos 32.300 el número de militares rusos muertos en combate, incluidos más de 150 durante el domingo, y 10.000 los ucranianos desde el comienzo de la invasión. Rusia controla ya la mayor parte de la ciudad, más del 70% del territorio.

Mientras, a las afueras de la ciudad, Azot resiste al asedio. La planta química en Severodonetsk se ha convertido en el eje de la ofensiva. Los ataques traen consigo reminiscencias de las tácticas rusas en Azovstal, la acería al sur de Mariúpol que durante semanas aguantó los embistes de los tanques y la artillería rusa convirtiéndose en símbolo nacional de la resistencia. Junto a los milicianos atrincherados, en Azot se refugian de los ataques aéreos hasta 800 civiles, entre ellos decenas de niños, según las autoridades locales.

“Estamos tratando de llegar a un acuerdo, con la ayuda de la viceprimera ministra ucraniana, Irina Vereshchuk, para organizar un corredor humanitario, pero hasta ahora no ha tenido éxito. Los refugios de Azot no son tan fuertes como el de Azovstal, por lo que debemos sacar a la gente con garantías de seguridad”, expresaba el lunes el delegado del Gobierno en Lugansk, Serhiy Haidai, sobre la situación de la base que el domingo sufrió un grave incendio tras derramarse decenas de toneladas de aceite.

Los prorrusos se reafirman, por su parte, en que la evacuación comenzó el sábado. En cualquier caso, la estrategia rusa de desgaste es similar a la de Mariúpol, que ha sufrido los golpes más brutales de la invasión durante los tres meses de un asedio que acabó a finales de mayo con la rendición de los alrededor de mil milicianos de Azovstal, donde también se refugiaban cientos de civiles.

Los últimos "héroes de Ucrania", como los llamó Volodimir Zelenski, abandonaban a mediados de mayo la planta metalúrgica tras días sin comida, agua y munición para seguir combatiendo, y algunos de ellos gravemente heridos, posteriormente desplazados a territorio ruso para ser juzgados por "actos de terrorismo". Rusia consumaba, así, la toma del enclave del mar de Azov, su única gran conquista desde el 24 de febrero. Un desenlace que va camino de repetirse en Severodonetsk.

"O se rinden, o mueren"

En la misma línea, los separatistas elevan el tono para conseguir la rendición. "Deben rendirse o morir", han sido las palabras escogidas por el subjefe del Departamento de la Milicia Popular, Eduardo Basurin, en declaraciones a la agencia rusa RIA. "Tienen dos opciones: o siguen el ejemplo de sus compañeros soldados y se rinden, o mueren".

Rodear a las fuerzas de Kiev, aumentar la artillería y asegurar el bloqueo de las rutas logísticas son la prioridad de Moscú para impedir el abastecimiento y acelerar la rendición de la ciudad industrial tras semanas de bloqueo, donde la destrucción de los puentes adquiere un papel primordial para ello, como ya ha pasado en otras regiones sitiadas. Las autoridades ucranianas denuncian que las fuerzas rusas ya han volado todos los puentes, entre ellos el que conecta con la localidad vecina de Lisichansk.

Precisamente en esta ciudad a 11 kilómetros de Severodonetsk, separadas por el río Donets, se está terminando de gestar el próximo cerco ruso. Los últimos ataques de las fuerzas rusas en edificios residenciales y escuelas han dejado tres muertos, entre ellos un niño.

Severodonetsk presenta una carga simbólica tanto para Kiev como para Moscú. Al ser la única gran urbe del Donbás junto a Lisichansk en manos ucranianas, allí "se está decidiendo" el destino de la región, donde se libra una de las batallas "más difíciles desde el comienzo de la invasión rusa a gran escala", en palabras del mandatario ucraniano.

Su derrota le aseguraría al Kremlin el control total de Lugansk y daría alas a la conquista de nuevos territorios, además de ganar capacidad de negociación con respecto a Kiev -de donde las tropas se retiraron a primeros de abril tras el fracaso en la conquista de la capital-. También los contraataques llevaron a las filas defensoras a mantener Járkov bajo su control. Las últimas jornadas han sido para la segunda ciudad más grande de Ucrania demoledoras, intentando resistir al incesante plomo ruso. Allí, Amnistía Internacional ha documentado los ataques deliberados contra la población civil y ha hallado pruebas del uso de armas prohibidas por tratados internacionales por parte de Rusia.

Zelenski pide armas pesadas

Mientras, Kiev llama al envío de armas pesadas por parte de sus aliados occidentales para alcanzar una situación militar relativamente equiparable a la rusa. “Para poner fin a la guerra necesitamos paridad de armas pesadas", expresaba el lunes Mykhailo Podolyak, asesor personal de Zelenski.

Según los cálculos de Podolyak, Ucrania necesita al menos 1.000 obuses, 500 tanques, 300 sistemas de cohetes de lanzamiento múltiple y 2.000 vehículos blindados para lograr la paridad de armas pesadas y liberar los territorios. A su mermada capacidad armamentística se une la reciente destrucción con proyectiles de un arsenal ucraniano que incluía equipamiento enviado por Estados Unidos y Europa.

El cruce de ríos, clave en la guerra

Las operaciones de cruce de ríos será uno de los factores más importantes en el transcurso de la guerra durante los próximos meses, tal y como revela el ministerio de Defensa británico en su último informe.

El texto hace referencia a Siverskyy Donets, el cauce que rodea Severodonetsk y que funciona de barrera natural para los invasores. "Para lograr el éxito en la fase operativa actual de su ofensiva en el Donbás, Rusia tendrá que completar ambiciosas acciones de flanqueo o realizar cruces de ríos de asalto", concluye el informe.

Inteligencia británica también informó en un comunicado previo que Moscú está buscando generar más unidades de combate en suelo ucraniano, pudiendo llegar a desplegar un tercer batallón. Un movimiento que tendría efectos adversos, asegura, ya que el despliegue de tres batallones en la localidad "reduciría la capacidad a largo plazo de las formaciones para regenerar el poder de combate después de las operaciones".

El 1 de junio, el Ejército ruso entraba en Severodonetsk tras días concentrando arsenal y efectivos. A primera hora de la jornada ya había tomado la mitad de la ciudad, lo que auguraba su caída en cuestión de horas. La batalla librada calle a calle ha impedido, hasta el momento, la conquista total del territorio en disputa desde 2014 por rusos y ucranianos al ser enclave estratégico de la autoproclamada república de Lugansk.