Una deslucida cumbre de la Liga Árabe en Argel ha concluido este miércoles con una reivindicación de mínimos de la causa palestina, en mitad de la normalización de relaciones con Israel de varios de sus estados miembro, y sin abordar las profundas divisiones que amenazan la continuidad de la organización, desde el conflicto entre Marruecos y Argelia hasta las guerras en Siria, Libia o Yemen.

Una condena clara a la ocupación israelí ha sido evitada por parte de la Liga Árabe. En el comunicado final, la organización se compromete un continuo apoyo árabe a la causa palestina; pide que Jerusalén sea protegida y se rechaza el uso de la violencia por parte de Israel contra los palestinos además de instar a Tel Aviv a acabar con el bloqueo de la franja palestina de Gaza, en medio de crecientes tensiones en los territorios palestinos.

Más allá de esta posición, la cumbre de la Liga Árabe -a la que no han asistido el monarca marroquí Mohamed VI o el príncipe heredero saudí Mohamed bin Salman, entre otros- tampoco apuesta abiertamente por lanzar iniciativas para la creación del Estado palestino, coincidiendo con los resultados de unas elecciones en Israel que cementan el regreso del ex primer ministro israelí Benjamin Netanyahu con el respaldo de los partidos de extrema derecha israelíes.

La de esta semana en la capital argelina era la primera cumbre de la Liga Árabe desde 2019, meses antes de la propagación del coronavirus. Y la primera desde la normalización de relaciones con Tel Aviv en el marco de los bautizados como Acuerdos de Abraham, iniciados por Emiratos Árabes Unidos y secundados por Bahréin y Marruecos. El establecimiento de lazos anunciado por Sudán sigue sin concretarse.

Las reuniones de la Liga son encuentros ceremoniales en nombre de la unidad árabe

El apoyo a la causa palestina -una reivindicación histórica que había unido hasta ahora a la organización fundada en 1945- ya ni siquiera es real, a pesar de las afirmaciones realizadas por el presidente argelino Abdelmajid Tebboune destacando la palestina como “la causa central” de los árabes. "Nuestra principal y primera causa, la madre de todas las causas, la cuestión palestina, estará en el centro de nuestras preocupaciones y nuestra principal prioridad", declaró Tebboune.

Sin mención a Turquía e Irán

“No se podía esperar mucho de esta cumbre. Normalmente, las reuniones de la Liga son encuentros ceremoniales en nombre de la unidad árabe, pero Siria aún no ha sido readmitida ni han asistido los jefes de Estado de dos importantes monarquías del Golfo, Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos, cuya presencia sería crucial para abordar la crisis de Yemen”, explica a El Independiente Ibrahim al Marashi, profesor de la California State University San Marcos. “Si estos tres grandes estados árabes no participan en los asuntos de la Liga, la cumbre no es realmente una muestra de unidad sino de división”, agrega.

La declaración final tampoco ha abordado la injerencia extranjera en los conflictos que incendian la región, especialmente de Irán y Turquía. La cumbre también ha debatido los dramáticos efectos de la guerra en Ucrania en la crisis alimentaria, entre ellos, Yemen y su hambruna ya crónica, agravada ahora por el hecho de que importaba el 40 por ciento de su grano de Ucrania antes de la invasión rusa a gran escala. En el conflicto que enfrenta a Rusia y Ucrania, los mandatarios árabes optaron por mantenerse neutrales, un triunfo para Moscú y su intento de mostrar las grietas de su aislamiento internacional.

Uno de los pocos acuerdos ha sido apoyar en público la reciente decisión de la OPEP+ -la alianza de la organización de exportadores de petróleo y sus socios, liderada por Arabia Saudí y Rusia- de reducir la producción de petróleo en dos millones de barriles diarios, en mitad de la preocupación por la inflación.