Acaba de cumplir los 80 años y se ha ganado entre los opositores marroquíes el apodo del “preso más viejo del mundo”. Mohamed Ziane es, además, el enemigo público número uno del régimen alauí, desde los todopoderosos servicios secretos hasta el círculo más próximo al rey Mohamed VI. Ex ministro de Derechos Humanos de Marruecos en tiempos del temido Hasán II, su caída en desgracia está ligada al ejercicio radical de su libertad y a atreverse a decir en público lo que muchos callan en Rabat: el monarca, ausente del país, debería abdicar en su hijo.

Desde finales del pasado noviembre Ziane se halla en la prisión de El Arjat, emplazada a unos 10 kilómetros de Rabat, en la ciudad vecina de Salé. En su celda inauguró el 14 de febrero su octava década de vida. “Moralmente está bien aunque la cárcel es siempre la cárcel. Se trata de una situación complicada”, señala a El Independiente su hijo Ali Reda Ziane, que actúa además como su abogado en las causas que tiene aún pendientes ante la justicia marroquí. Su progenitor está condenado a tres años de prisión incondicional por una miríada de delitos presentados por el ministerio del Interior que él niega completamente, entre ellos, "la ofensa a funcionarios públicos y la Justicia", "la injuria contra un cuerpo constituido", la "difamación", el "adulterio" o el "acoso sexual".

De hombre de Hasán II a "traidor"

Una retahíla que prueba, a juicio de él y los suyos, la despiadada persecución que sufre, especialmente severa desde que en octubre concediera a El Independiente una entrevista sin líneas rojas, en la que denunció la deriva política y social de su país y el reinado ausente del hijo de Hasán II, a caballo de París y Gabón. “Que Mohamed VI esté fuera de Marruecos es totalmente anormal. No se puede dirigir un país por Zoom”, advirtió el veterano político. En las semanas que sucedieron a la publicación de la conversación, la prensa marroquí se cebó con Ziane en una campaña de difamación pública que se sumó a la creciente vigilancia policial en torno a su residencia. En las tribunas de los rotativos estatales le llamaron "traidor español" y "loco", entre otros insultos.

“El motivo es político. Usted hizo una entrevista con él en octubre. A los políticos no se les permite hablar en Marruecos del modo que lo hace mi padre”, apunta Ali. “Él ha sido siempre un hombre de Estado, que trabajó con el régimen en el reinado de Hasán II y fue muy cercano a palacio y a uno de sus consejeros”, explica. Una proximidad que se quiebra en 1999 cuando, tras el fallecimiento del monarca, accede al trono su hijo y promete unas reformas hoy absolutamente truncadas. Zaine es entonces apartado de palacio. “Nació una nueva política que se resumía en su deseo de romper con el pasado y eso suponía romper con la gente que lo representaba”, advierten desde el círculo del letrado.

Hasta 2011 consideró que se podía cambiar Marruecos desde dentro del poder

“Durante más de 15 años todo el sistema quiso eliminar a mi padre de la escena política. Mohamed Ziane es un político todoterreno, que fue diputado y que hace la política por convicción, no para tener un cargo”, recuerda su vástago. Convertido ahora en opositor, muchos recuerdan precisamente su biografía y el hecho de que durante décadas fue el rostro de un Estado que perseguía la disidencia. Ziane - que ocupó el ministerio de Derechos Humanos brevemente, entre agosto de 1997 y marzo de 1998- opta por subrayar los detalles de su salida: es el primero y el único alto funcionario marroquí en haber dimitido por su voluntad, ante las cámaras de la televisión estatal.

Una determinación que no ha desgastado el tiempo ni las tácticas empleadas por Rabat para hacerle desfallecer. Fue una víctima más del espionaje del software israelí Pegasus que las autoridades marroquíes han usado con voracidad en busca de la intimidad de periodistas y activistas marroquíes y mandatarios extranjeros, desde Enmanuel Macron a Pedro Sánchez y sus ministros. Y jamás ha aceptado rendirle pleitesía al todopoderoso jefe de la policía y la inteligencia de Marruecos, Abdellatif Hammouchi, a quien acusa de haber orquestado la campaña contra él y haber encarcelado a uno de sus hijos en base a acusaciones fabricadas.

“El sistema considera que estamos ante un hombre que no puede ser controlado y no lo quiere. A pesar de todo eso, mi padre se ha mantenido en el juego político sin necesidad de acceder a un cargo”, asevera Ali. La ruptura definitiva con la élite que domina hoy Rabat empezó a fraguarse en 2011, al calor de las revueltas que se sucedieron por el mundo árabe. “Hasta entonces había considerado que se podía cambiar Marruecos desde dentro del poder”, evoca. A partir de entonces se convenció justo de lo opuesto: que quienes se habían erigido en salvadores y aceptado los corsés y las maniobras del Estado profundo no podían ser actores de la solución.

Abogado de la oposición perseguida

En 2017 escenificó su enmienda en público uniéndose al equipo de defensa del activista rifeño Nasser Zefzafi y otro centenar de compañeros del Hirak, el Movimiento Popular Rifeño que había surgido en el otoño de 2016 tras el asesinato de Mohssine Fikri, un vendedor ambulante de pescado. Después de que un policía le confiscara media tonelada de pescado, Fikri optó por protestar encaramándose a un camión de la basura. El agente activó el mecanismo de trituración de residuos del vehículo hasta aplastarlo. Su atroz final desempolvó el recuerdo de Mohamed Bouazizi, el vendedor tunecino que en 2010 se quemó a lo bonzo y desencadenó la Primavera Árabe, con resonancias que llegan hasta el presente.

Hay toda una estructura montada para destruir a Mohamed Ziane por razones políticas

En los despachos de Rabat no le perdonan a Ziane, hijo de un acaudalado mercader rifeño y una española, su reivindicación constante de un régimen que respete los derechos humanos de sus ciudadanos, sin distinción de género, clase social o cuenta bancaria. “Empezaron a batallar contra él”, advierten sus cercanos. Las presiones y represalias se multiplican: primero obligan a los activistas a que renuncien a su defensa; más tarde es condenado a seis meses de prisión y luego a un año de cárcel sin ejecutar; y tratan, además, de impedir su ejercicio como abogado con sucesivas inhabilitaciones. En la actualidad, pesan sobre él cerca de media docena de expedientes disciplinarios. El año pasado fue expulsado del despacho de propiedad gubernamental que había ocupado desde 1971 y que alquilaba al Estado.

Ziane nunca desistió, incluso cuando el régimen conspiró contra él para dejarle sin clientes y ahogarle económicamente. El ex ministro aceptó casos complejos, casi imposibles, en un país en el que las libertades públicas son vulneradas a diario. Fue el abogado del periodista Taoufik Bouachrine, ex director del periódico Al Ajbar al Youm que cumple actualmente una pena de 15 años de cárcel por cargos que oscilan entre el asalto sexual o prostitución y el tráfico de seres humanos y que él rechaza categóricamente. “Hay toda una estructura montada para destruir a Mohamed Ziane por razones políticas. A su juicio, se debe servir al poder y no está permitido disentir”, denuncian.

No creo que exista hoy un político en Marruecos con mayor popularidad. Su entrada en la cárcel la ha alimentado, porque fue un hombre de Estado al que ahora castigan

Arrestado en el despacho

El penúltimo acto de este hostigamiento acaeció el pasado 21 de noviembre, cuando una veintena de agentes de seguridad le detuvieron en su despacho, apenas una hora después de que el tribunal de apelaciones confirmara la pena de tres años de prisión y una multa de unos 500 euros. Dos días antes, Ziane había denunciado en su canal de Youtube el intento del aparato de seguridad de haber tenido “una conducta sexual inapropiada” con una ex agente de policía a la que representaba legalmente. La presunta víctima negó las acusaciones contra el letrado.

Desde su cautiverio, Ziane se reafirma en las palabras que usó en octubre durante la entrevista con este diario. “Se reafirma en lo que ha dicho desde el día que nació”, trasladan desde su entorno. En la conversación, el ex ministro ofrecía un análisis sombrío del país por cuya independencia decidió luchar, renunciando en parte a su origen español: “El poder en Marruecos está formado por personas fieles a un Estado que es más pasado que futuro. La situación social y económica del país es muy grave”.

Una advertencia al desencanto de amplios sectores de la sociedad marroquí que la monarquía prefiere ignorar, cuando no sofocar. “La gente no tiene ganas de cambiar la naturaleza ni la forma de los regímenes; lo que tiene ganas es de largarse de una vez y para siempre”, manifestó entonces Ziane, inquieto por las ansias de emigrar de las generaciones más jóvenes. Una defensa de otro Marruecos que le ha granjeado muestras discretas de adhesión entre quienes más padecen un sistema elitista y desigual donde la educación no funciona como ascensor social.

“Gracias a todo esto ha ganado una gran popularidad en Marruecos. Cuando voy por la calle hay gente que no conozco y que se acercan para saludarme y decirme que están con él. Pero no pueden hacer nada. Es gente pobre y sencilla”, dice su hijo. “No creo que exista hoy un político en Marruecos con mayor popularidad. Su entrada en la cárcel la ha alimentado, porque él fue un hombre de Estado al que ahora castigan. Es algo formidable”.

Su aislamiento es total: tiene prohibido comunicarse con otros presos y puede salir al patio cuando está vacío

Las protestas por su encarcelamiento han logrado alguna concesión mínima. “Entre rejas tuvo un problema intestinal pero, tras denunciarlo, su salud ha mejorado”, admite Ali. Pero su aislamiento resulta total: tiene prohibido comunicarse con otros presos y se le permite salir al patio de la prisión cuando el resto de reos se hallan en sus celdas. Le han negado material de escritura y lectura. “Es una suerte de tortura psicológica”, narran sus allegados.

En diciembre los tribunales rechazaron la petición de excarcelación por motivos de salud. No aportaron razones a su falta de clemencia. Sin un horizonte preciso para su liberación, que exigen organizaciones de derechos humanos como Amnistía Internacional, en su familia temen por su destino y por su óbito lejos de la luz pública. Un escenario que podría resultar incómodo para Mohamed VI y su camarilla. “Si le pasara algo en la cárcel, sería muy peligroso para el Gobierno”, alertan. “Siempre debe haber esperanza. Somos creyentes. No creemos en otro poder que el divino”, concluye Ali.

El PP pregunta por Ziane y Exteriores responde (a su manera)

El ministro de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación, José Manuel Albares con la embajadora de Marruecos en España, Karima Benyaich.

La inquietud por el encarcelamiento de Ziane ha llegado incluso al Congreso de los Diputados. El PP tramitó a finales de noviembre una pregunta por "la ratificación por un Tribunal de Rabat de la encarcelación del exministro marroquí, Mohamed Ziane, que cuenta con nacionalidad española".

La respuesta del ministerio de Asuntos Exteriores llegó en enero y por su interés se reproduce íntegra: "Los Derechos Humanos son un principio rector de la política exterior del gobierno de España y desde el Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación se defienden y promocionan en todos los países. Tanto en sus contactos bilaterales como en el marco del diálogo de la Unión Europea con los distintos Estados, España suscita las cuestiones relativas a los Derechos Humanos, de manera global y en los casos particulares".

La réplica, absolutamente vaga y despreciando lo que se pregunta, es la utilizada como modelo de copiar y pegar por el ministerio que dirige José Manuel Albares para responder a periodistas y políticos de la oposición cuando preguntan por derechos humanos en Marruecos. Una muestra del acuerdo alcanzado con Marruecos por el ala socialista del Gobierno de coalición y verbalizado por Sánchez en su compromiso de "no ofenderse" mutuamente.