Es una de las intelectuales más reconocidas en Israel, formada en Harvard y Cambridge y con experiencia política en las filas laboristas. Einat Wilf (Jerusalén, 1970), que se describe como "sionista, feminista y atea", ha escrito siete libros pero el más conocido es La guerra del retorno con Adi Schwartz (Nagrela editores), un auténtico best-seller en Israel. Como diputada, entre 2010 y 2013, presidió la Comisión de Educación y trabajó en la de Exteriores y Defensa. Tiene experiencia en labores de Inteligencia en el Ejército y fue asesora del Simon Peres, cuando fue primer ministro. Su última obra es We Should All Be Sionists (2022).

Ante un reducido grupo de periodistas españoles en Centro Sefarad-Israel, Einat Wilf asegura que "un alto el fuego permanente ahora solo ayudaría a Hamás; ya había un alto el fuego hasta el 6 de octubre y mientras tanto preparaban el ataque". Está convencida de que "no habrá paz si los palestinos no renuncian a su objetivo de acabar con el Estado de Israel". En ese contexto, señala, "esta guerra es una oportunidad de cambiar las cosas". 

Para empezar Einat Wilf, que recuerda que creció en el movimiento pacifista, quiere explicar cómo la masacre del 7 de octubre efectivamente no se dio "en el vacío", como dijo el secretario general de la ONU, António Guterres. Sus razones son otras. "Siempre creímos que si terminaba la ocupación, y reconocíamos un Estado palestino independiente, habría paz. Luego nos dijeron que el problema eran los asentamientos. Y luego se trataba de Jerusalén Este. Todo se puso sobre la mesa. Pero ni Yasir Arafat, en 2000, ni Abu Mazen, en 2008, aceptaron y dejaron las negociaciones. Y no les criticaron por ello, sino por sentarse a negociar", explica la ex diputada. 

Lo que realmente quieren los palestinos es que no haya un Estado judío desde el río Jordán al mar Mediterráneo"

"El 7 de octubre vivimos la jornada más terrorífica en décadas, pero obedecía a un patrón de violencia que ya conocíamos. En 2001, 2002, 2003, 2004, lo llamaron la Segunda Intifada, pero en realidad fue una auténtica carnicería. Murieron familias enteras. La sensación entre los israelíes entonces era que si salías de casa estabas jugando a la ruleta rusa con tu vida", rememora Wilf. 

La tesis de Einat Wilf, que desarrolla en su libro La guerra del retorno, responde a la pregunta sobre qué quieren realmente los palestinos. "Su prioridad ni es el fin de la ocupación, ni los asentamientos, ni Jerusalén Este, ni un Estado independiente. Lo que realmente persiguen es que no haya un Estado judío desde el río Jordán al mar Mediterráneo”, apunta.  Y evoca al quien fuera ministro británico de Exteriores Ernst Bevin, quien aseguraba ya en 1947, antes de la creación del Estado de Israel, que el conflicto entre judíos y árabes por ese territorio era "irreconciliable". Según Bevin, "estos dos pueblos tienen dos prioridades: los judíos buscan establecer un Estado; y los árabes buscan evitarlo".

A su juicio, otra prueba que avala esta tesis es lo que han hecho los palestinos con Gaza, bajo control de Hamás, tras ganar las elecciones, en 2005. "Por primera vez los palestinos controlaban un territorio. Y en lugar de desarrollar la Franja para demostrar de lo que son capaces, utilizaron el territorio como palanca contra el Estado judío, porque aspiran a dominar todo desde el río Jordán hasta el Mediterráneo. Han empleado todo el dinero que han recibido en convertir Gaza en una máquina de guerra para liberar Palestina. Quienes viven en Gaza creen que son refugiados y que hay que liberar Palestina, y así surge Hamás, que es el último nombre que abandera una ideología que pervive desde hace décadas". 

Si España quiere promover la paz, ha de reconocer Palestina y especificar sus fronteras, y a la vez dejar de considerar a los palestinos como refugiados"

¿Es posible crear un futuro diferente? "Apoyo la solución de los dos Estados si se hace de forma lógica y consistente. El Estado palestino ha de construirse junto al Estado de Israel, no en lugar del Estado de Israel. Pero si los palestinos tienen un territorio con fronteras no pueden llamarse refugiados. Así no se promueve la paz. Necesitamos que el mundo se movilice para que los palestinos sepan que contarán con su apoyo si su meta es constructiva y quieren crear un Estado próspero. No podemos cerrar los ojos al hecho de que cada dólar que se da a los palestinos va directo a la causa de destruir el Estado de Israel”, afirma Wilf, que se declara una pacifista a largo plazo. "Si España, o cualquier otro país, quiere promover la paz ha de reconocer Palestina y especificar sus fronteras, pero dejar a la vez de considerar a los palestinos como refugiados", añade. 

Para la ex diputada israelí los palestinos han logrado que triunfe lo que denomina la estrategia de las pancartas. Se refiere a las pancartas de manifestaciones propalestinas en las que Israel aparece descrita como el diablo. “Una vez que tienes esto en tu mente, ¿qué haces con el diablo? ¿Negocias con el diablo? Por eso cuando sucedió el 7 de octubre muchos pensaron que los israelíes lo merecían”, remarca.  

Netanyahu no está a la altura

El 7 de octubre fue una jornada trágica, la peor sufrida por la población judía desde el Holocausto. El gobierno de coalición de Benjamin Netanyahu, el más ultraderechista de la historia de Israel, llevaba meses haciendo frente a las protestas en las calles por su controvertida reforma judicial. Sin embargo, la conmoción fue tal que todo el mundo dejó a un lado las disputas políticas y respaldó a Netanyahu. 

Hay un abismo entre el gobierno israelí y los ciudadanos... la situación no puede perdurar"

"Israel estaba de duelo, conmocionado. Era una situación como Pearl Harbour o el 11-S. Ahora está perdiendo apoyo cada día porque no está a la altura del desafío. Hay un abismo entre el gobierno israelí y los ciudadanos. La gente está a la altura: da muestras de heroísmo, voluntarismo, solidaridad, de entrega… está siendo asombrosa la reacción. En el mejor de los casos el gobierno ha estado desaparecido, o lo ha hecho mal. Cuando se da esta diferencia, la situación no puede perdurar. No por lo que pasó el 7 de octubre sino por la reacción", indica Einat Wilf. 

Asegura que los palestinos son muy claros y dicen lo que quieren y lo que van a hacer. El problema es que mucha veces no damos crédito a sus declaraciones. "Lo comprobé cuando trabajaba en los servicios de Inteligencia. Hay que escucharles. Si dicen que repetirán una y otra vez lo que hicieron el 7 de octubre hasta que los judíos dejen Israel, hay que tomarlo en serio. Y están dispuestos a pagar el precio, es decir, el sacrificio de miles de ciudadanos. Ni siquiera Hamás asume la responsabilidad del bienestar de los gazatíes", apunta Wilf, que compara a Hamás con el ISIS en Mosul o los nazis en Berlín.

Las condiciones del alto el fuego

Sostiene que Israel intenta reducir el número de bajas civiles, que no son su objetivo, pero Hamás utiliza a los gazatíes como escudos humanos y que engañaron a los israelíes con la idea de que estaban interesados en la prosperidad de Gaza, mientras planeaban los ataques contra Israel. "Un alto el fuego permanente no es una buena idea. Si indagamos en la historia, vemos que en el último siglo el patrón es el siguiente: si los árabes masacran a los judíos, desde fuera nos piden que lo aceptemos. Si responden los judíos, nos demandan un alto el fuego. El 6 de octubre había un alto el fuego y Hamás lo utilizó para planear su ataque. El liderazgo israelí debería decir lo siguiente: queremos que acabe esta guerra".

Y a continuación ha de especificar las condiciones para conseguirlo. "Son: liberación de todos los rehenes, desarme de Hamás y destrucción de los túneles, juicios para los criminales del 7-O y el compromiso de renuncia a la ideología de destrucción de Israel. No nos devolverán a los asesinados pero harán posible el fin de la guerra”, subraya Einat Wilf, que propone a quienes se manifiestan por el alto el fuego que realicen demandas concretas y no se limiten a lanzar brindis al sol.

El objetivo de Israel en esta guerra es destruir a Hamás. Sin embargo, Hamás se sostiene en una ideología. ¿Es posible cambiar una ideología? "Las ideologías cambian en condiciones de dificultad. La tragedia de los palestinos es que cuando llega un momento en que podrían cambiar, porque sufren derrotas y ven que esa ideología no lleva a nada bueno, reciben el sustento de todas las ideologías fallidas del mundo. Hay que entender que el antisemitismo consiste en organizarse políticamente contra los judíos. Las ideologías fallidas se alimentan de esto. Los palestinos se concentran en buscar culpables, en lugar de en qué hacer, y por ello se hunden en la destrucción", explica.

Nada de lo que hicieron los judíos hizo a los nazis más radicales. Era su ideología lo que era radical... Si queremos parar la oleada de sufrimiento, debe terminar la ideología de destrucción de los palestinos"

Para Einat Wilf Japón es un referente de cómo puede cambiar una ideología. "Es la muestra de que una ideología puede cambiar. La sociedad japonesa estaba movilizada para la muerte. Como la sociedad palestina está movilizada para la destrucción. Pero EEUU logró cambiar toda la estructura de la sociedad japonesa. Los profesores y los alumnos tuvieron que releer los libros de texto y ellos mismos tachar con lápiz negro cualquier mención al supremacismo japonés, al militarismo, de forma tan intensa que no pudieran ver más esas ideas. Toda una generación de japoneses entendió así que su ideología estaba muerta". 

Parece difícil imaginar a los palestinos del día después a esta guerra haciendo lo mismo que los japoneses después de la Segunda Guerra Mundial. "Más que pensar quién debe gobernar Gaza la cuestión es cuál será su ideología. No puede ser una ideología basada en la destrucción de Israel", señala la investigadora.

No cree que esta guerra vaya a alimentar más odio. "Los palestinos ya estaban radicalizados antes de esta guerra, y lo están con gobiernos más moderados y menos moderados. Ya vimos el patrón de la matanza del 7-O en 1947 y 1948. Nada de lo que hicieron los judíos hizo a los nazis más radicales. Era su ideología lo que era radical. No se trata de lo que haga Israel, sino que es su mera existencia lo que no toleran. Hagan lo que hagan el odio está ahí. Esta guerra es una oportunidad de cambiar las cosas. Si queremos parar la espiral de sufrimiento, hemos de entender que esa ideología de destrucción es lo que debe terminar. No depende de lo que haga Israel, ni su gobierno".