“Del mismo modo en que se ve desvanecerse una esperanza, así ha llegado el invierno esta mañana. Nos hemos dado cuenta cuando hemos salido del barracón para ir a lavarnos: no había estrellas, el aire oscuro y frío olía a nieve”, escribió Primo Levi, el prisionero número 174517 de Auschwitz. Arrestado en diciembre de 1943, desembarcó en el campo en febrero de 1944 y fue uno de los miles de supervivientes liberados el 27 de enero de 1945. 79 años después, el frío sigue acompañando a quienes por cientos de miles visitan anualmente el mayor campo de exterminio nazi, transfigurado en símbolo del Holocausto.

“Sabemos lo que quiere decir el invierno, porque estábamos aquí el invierno pasado, y los demás lo aprenderán pronto. Quiere decir que, en el curso de estos meses, de octubre a abril, de cada diez de nosotros, morirán siete”, relató Levi en Si esto es un hombre. “Quien no se muera sufrirá minuto por minuto, día por día, durante todos los días: desde la mañana antes del alba hasta la distribución del potaje vespertino, deberá tener constantemente los músculos tensos, dar saltos primero sobre un pie y luego sobre el otro, darse palmadas bajo los sobacos para resistir el frío”.

Auschwitz sobrevivió a los nazis y a la desmemoria, pero se enfrenta ahora a nuevos fantasmas

La nieve y el viento azotan también el Auschwitz de 2024. El aire frío huele aún a nieve. En su lustro de vida, 1,1 millón de personas murieron entre las alambradas del campo. La mayoría, alrededor de un millón, eran judíos. Cuando el ejército rojo accedió al recinto el 27 de enero de 1945, las últimas víctimas de Auschwitz apenas superaban las 7.000. Emplazado en una zona hoy residencial del pueblo polaco de Oswiecim -a unos 68 kilómetros de Cracovia-,  Auschwitz sobrevivió a los nazis y ha mantenido desde entonces la memoria del horror, pero se enfrenta ahora a nuevos fantasmas.

Se trata de amenazas silentes pero de las que son plenamente conscientes en el museo estatal de Auschwitz, la institución polaca que conserva un complejo de 155 edificios y los restos de las cuatro cámaras de gas y crematorios de Auschwitz II-Birkenau así como los 13 kilómetros de vallado que lo rodean y un sinfín de instalaciones, desde las vías férreas a través de las que llegaban los deportados hasta las 20 hectáreas de bosque. Una misión en la que su personal también cuida de mantener viva la memoria.

La desaparición de los supervivientes

“Cuando hablamos de preservar la memoria, tenemos un sitio original que cuidar porque es completamente diferente conocer la historia en el lugar que sucedió que en una sala de conferencias”, admite en conversación con El Independiente Paweł Sawicki, uno de los portavoces del Auschwitz Memorial. “Pero, por otro lado, debemos guardar la autenticidad de las historias de los supervivientes”, agrega. Camino de los 80 años de su liberación, quienes trabajan en Auschwitz admiten que van perdiendo el principal nexo con el traumático pasado: el testimonio de los que lograron vencer a años de trabajos forzados y vejaciones. “Los supervivientes han estado con nosotros todo el tiempo. Están presentes en la configuración de la memoria incluso ahora que su presencia se está desvaneciendo”.

Tenemos que transformarnos y usar la misma autenticidad que transmiten las historias de los supervivientes que ya se fueron

Tempus fugit. El tiempo vuela también en Auschwitz aunque la estampa invernal parezca congelada en los pliegues más sórdidos del ayer. “Tenemos ante sí el reto de aprender a usar a los supervivientes de una forma diferente. Hasta que podamos, debemos grabar sus testimonios, pero debemos buscar modos de usar de lo que disponemos. Y hay mucho”, reconoce Sawicki. “En cierta manera, tenemos que transformarnos y utilizar la misma autenticidad que transmiten las palabras y las historias de las personas que ya se fueron”.

Un desafío mayor porque en los confines de la institución que vela por el recuerdo saben que las nuevas generaciones que irrumpen en la geografía de Auschwitz “ya solo conocen la historia por los libros de texto”. “Hasta ahora la historia de la II Guerra Mundial se transmitía por la generación de los abuelos. Para la mayoría de los jóvenes de hoy, sus abuelos nacieron después de la guerra, lo que significa que la historia de Auschwitz y la contienda en general dejó de contarse como una especie de narración personal y familiar. ¿Cómo encontrar el lenguaje para que todo esto resuene en ellos? Es un desafío importante”.

La fiebre de los selfies

Cerca de 1,7 millones de personas visitaron Auschwitz en 2023, un incremento del 41% respecto al año anterior. Un peregrinaje masivo -la Alhambra, el monumento más visitado de España, recibió 2,6 millones de visitantes el año pasado- que ha inundado el perímetro del campo de pantallas y selfies. “No es un fenómeno nuevo”, señala Sawicki, preocupado -como otros centinelas del memorial- por las fotografías en un lugar sensible y el furor reciente de los selfies.

“Cuando analizo una fotografía publicada en las redes, me fijo en dos componentes: no sólo en la foto, sino también en la motivación por la que una persona decide hacer una fotografía. Porque puedes venir aquí y quedar muy conmovido. Puede ser una cosa importante que hiciste en tu vida. Y el único lenguaje que conoces para expresarlo es hacerte un selfie. Pero entonces la gente escribe sobre esto. Hay una foto, pero también hay una historia. Y no creo que esto sea algo irrespetuoso en este primer nivel”, arguye.

“Sé que puede ser difícil de entender y quizá sea mejor que la gente encuentre nuevas formas de expresión, pero este es el lenguaje visual de hoy”, agrega. Hay un par de sitios en Auschwitz donde tomar fotografías está prohibido, como la sala que reúne el pelo de quienes fueron asesinados en las cámaras de gas. El año pasado el debate estalló después de que se difundiera la imagen de una visitante posando sonriente en los raíles con uno de los campos de Auschwitz. “Las imágenes pueden tener un inmenso valor emocional y documental para los visitantes. Las imágenes pueden ayudarnos a recordar. Los visitantes deben tener en cuenta que entran en la ubicación real del antiguo campo donde fueron asesinadas más de 1 millón de personas. Respeten su memoria", respondió en un tuit la institución.

Para Sawicki, el desafío es concienciar a largo plazo. “Hay fotos que serán percibidas como irrespetuosas y que habrán sido tomadas sin ningún tipo de reflexión. Y aquí hay algo sobre lo que deberíamos educar a la gente, que debe ser consciente del simbolismo del lugar”, opina. “Queremos que la gente se haga fotografías aquí porque muchos no pueden venir y sirven para amplificar el mensaje pero debemos encontrar una especie de compromiso o educar a la gente para que piense en cómo hacer fotos en este lugar respetuosamente”.

La instrumentalización de la memoria

Es una de las batallas que libra el equipo de profesionales que se preocupa por Auschwitz. En su última reunión, el consejo que dirige los designios del memorial contra “la instrumentalización de la memoria”. “Pedimos a quienes participan en el debate público que se abstengan de utilizar la memoria de las víctimas del terror del Tercer Reich alemán (polacos, romaníes, judíos, personas de otras nacionalidades, ciudadanías e identidades) para fines políticos actuales. Las cámaras de gas y las marchas de la muerte son hechos que llenan de horror tanto a los supervivientes como a las generaciones posteriores. La inmensidad del sufrimiento de las víctimas y la necesidad de conmemorar su destino son las razones de las numerosas instituciones creadas para conmemorar su martirio. Hacemos un llamamiento a todos para que respeten y honren la memoria de las víctimas".

Un político puede visitar el lugar, pero no debemos dejar que trate de convertir este lugar en una plataforma política

El uso de referencias a Auschwitz e incluso de las imágenes de sus prisioneros, la búsqueda de paralelismos con los conflictos actuales o las propias visitas de políticos al campo, acompañadas de sus declaraciones, inquietan al comité de sabios que preserva el rumbo del sitio. “La instrumentalización en el debate político existe y podemos verla en Polonia y en otros lugares, también en acontecimientos recientes como las protestas antivacunas. Intentamos proteger el lugar para que no se utilice políticamente”, responde Sawicki. “Un político puede visitar el lugar. Creo que todos estamos de acuerdo en esto, pero no debemos dejar que trate de convertir este lugar en una plataforma política”, alega.

“No podemos controlar lo que el político dirá después de la visita. Y es su responsabilidad. Se les puede criticar por ello. Puede haber debate en la opinión pública, pero lo que tratamos de hacer es proteger el lugar histórico para que no se utilice como escenario”, subraya el portavoz. Una de las visitas más recientes de políticos tiene como protagonista a la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. “Es importante, es algo que no debemos olvidar, que no hace tanto, y no muy lejos, sucedió algo como esto, donde se perdió la dignidad”, deslizó. El periplo, como casi todo en la política española, acabó suscitando críticas. El socialista Juan Lobato la acusó de ir a Auschwitz a "montar numeritos”. Asociaciones memorialistas le afearon que no recordara a las víctimas del franquismo y sí a las del nazismo. “La primera víctima del nazismo en Europa fue que Hitler ayudase a Franco”, advirtieron a propósito de una memoria patria dividida aún en líneas ideológicas.

De los dos principales conflictos bélicos que han marcado los dos últimos años, la invasión de Ucrania por Rusia y el enésimo choque entre palestinos e israelíes, también han emergido intentos de establecer vinculaciones con el página más oscura del siglo XX europeo. Auschwitz también se revuelve con esas tentaciones de cierto revisimismo al calor de los acontecimientos actuales. “Intentamos defender el lugar y la memoria para que no se haga un mal uso político de ellos. Creo que es nuestra obligación, nuestra responsabilidad”, responde tajante Sawicki.

Los falsificadores del horror

Como una legión dedicada a verificar la verdad en tiempos de noticias falsas y desinformación, los empleados de Auschwitz se mantienen alerta de falsificaciones, bulos y revisiones. Hay riesgos en ciernes como el potencial de la Inteligencia Artificial, capaz de manipular testimonios e imágenes. “Hoy se puede hacer una foto de un superviviente e incluso utilizar su voz para contar cualquier cosa que quieras que cuente. Y la gente puede no ser capaz de diferenciar lo que es verdad de lo que no lo es”, advierte el portavoz.

No es sólo investigar la historia sino también dar a la gente la posibilidad de tener esta 'contravoz' que establezca lo que son hechos

Otro de sus frentes es quienes “usan Auschwitz intentando contar la historia, pero sin ninguna investigación objetiva”.  Sawicki cita como ejemplo de distorsión histórica un autor español, Mario Escobar, y su novela Canción de cuna de Auschwitz. La obra trata de relatar la vida de Helene Hanneman, una enfermera alemana casada con un gitano que llega en 1943 al campo de exterminio. “Es un libro basado en una persona real donde se recoge la visita de Heinrich Himmler, el jefe de las SS, al campamento romaní. Al final del libro, el autor explica que se lo inventó porque encajaba con su narración, que la visita no se produjo realmente. Es un reto al que nos enfrentamos. Si se busca un buen libro de memorias, una historia humana de Auschwitz, deberías encontrar los libros más antiguos posibles escritos por supervivientes publicados hace muchos años cuando la memoria estaba fresca”, sugiere Sawicki.

Una tarea detectivesca y de compromiso con la verdad que en Auschwitz están decididos a realizar, retando a políticos, mercaderes y oportunistas. “Es cada vez más un elemento importante de nuestra misión. No es sólo investigar la historia sino también al menos proporcionar a la gente la posibilidad de tener esta 'contravoz' que establezca lo que son hechos y lo que no. Lo contrario es aceptar que se puede mezclar todo y dejar que se cree una realidad distorsionada de este lugar”.

Levi fue uno de aquellos supervivientes que narraron su infierno, esos dos largos inviernos en Auschwitz. Y ese frío que entumece el cuerpo y también el alma. “Con todas nuestras fuerzas hemos luchado para que no llegase el invierno. Nos hemos agarrado a todas las horas tibias, y a cada puesta de sol hemos procurado sujetar el sol en el cielo todavía un poco, pero todo ha sido inútil. Ayer por la tarde el sol se ha puesto irrevocablemente en un enredo de niebla sucia, de chimeneas y de cables, y esta mañana es invierno”, escribió Levi.