Roger Senserrich (Maracay, Venezuela, 1979) lleva dos décadas viviendo en Estados Unidos y se siente bien integrado en la cultura estadounidense, a la que atribuye una gran capacidad de acogida de inmigrantes. Al menos hasta ahora. Su newsletter Four Freedoms (por el discurso de las cuatro libertades de Franklin D. Roosevelt) es una guía fundamental para profundizar en la política de Estados Unidos. Acaba de publicar Por qué se rompió Estados Unidos. Populismo y polarización en la era Trump (editorial Debate), donde da claves para entender por qué el ex presidente más disruptivo de la historia de la primera potencia global ha conectado con tal cantidad de ciudadanos estadounidenses que tiene posibilidades de volver a la Casa Blanca.

Cuenta en el libro cómo la ruptura en Estados Unidos es previa a Donald Trump. "Quien rompe EEUU es Richard Nixon, porque es esencialmente el político que redefine la política del país de forma radical a partir de 1968. Es quien inventa la política de resentimiento, que es lo que ha definido el populismo conservador tanto en Estados Unidos como en el resto del mundo. Nixon es también quien redefine las coaliciones electorales en el país, haciendo que el sur deje de ser demócrata, y es el que impulsa muchas de las reformas institucionales que debilitarán a la izquierda y darán paso a esta dominación republicana de los 70 y 80 como la destrucción de los sindicatos, la desregularización, aunque fuera accidental, de las campañas electorales, la creación de todos estos movimientos sociales a la derecha... Así que esencialmente quien lo rompe es Nixon, no solo por ser mal político, sino por todas las reformas y las instituciones que permiten que llegue a la Presidencia, como la historia previa de racismo, así como los cambios que Nixon impulsa, aunque no se vean en muchos casos las consecuencias hasta años después, cuando reforma tras reforma EEUU deriva hacia la polarización".

Quien rompe EEUU es Richard Nixon, al inventar la política del resentimiento que define el populismo conservador tanto en ese país como en Europa

Y también ponemos el foco en Donald Trump mientras que infravaloramos la responsabilidad del Partido Republicano en esta deriva. "A partir de 1975/1980 el Partido Republicano empieza a desviarse y alejarse del centro. La polarización en EEUU viene sobre todo del lado republicano. Los demócratas se han movido ligeramente a la izquierda, pero no demasiado. Los republicanos se han movido muy a la derecha. Eso empieza básicamente bajo Reagan, se acelera muchísimo en los años de Bill Clinton, cuando Newt Gingrich llega a speaker, y aparece Fox News y los agitadores de derechas en las emisoras de radio como Rush Limbaugh, y se dispara completamente bajo Obama cuando la política de resentimiento, tras el 11-S, con la Presidencia de una persona de color se sale de la escala".

El papel de los medios

Los medios de comunicación contribuyen, y mucho, a acentuar la polarización. El estallido se produce cuando se rompe con la tradición de neutralidad al poner fin a la Fairness Doctrine por la que los medios estaban obligados a mantener la equidistancia. En los 80 Ronald Reagan abre la oportunidad a una serie de emprendedores mediáticos. "Es entonces cuando aparecen Rush Limbaugh o Michael Savage. Estos presentadores con una agenda reaccionaria hacen política en la radio como entretenimiento como bufonada. La radio es el primer paso, después aparece Fox News y se traslada en internet. Curiosamente eso no aparece en el Partido Demócrata. Así se da una polarización asimétrica: hay medios de derecha, derecha, pero no de izquierda radical. La derecha así domina el discurso y domina la agenda aunque no lo traslade a victorias políticas", indica Senserrich.

Lo curioso de personajes como Russ Limbaugh o Tucker Carlson, que sería su versión actualizada, es que hacen lo que hacen por dinero más que por ideología. "Carlson en privado desprecia a los votantes del Partido Republicano y no cree en lo que dice. Es un entretenedor, como lo era Limbaugh, que dominaba la agenda del Partido Republicano de forma muy efectiva pero también desmesurada".

A Trump los medios no pueden tratarle como un candidato normal. Es una persona corrupta que intentó dar un golpe de Estado y aspira a la Presidencia"

roger senserrich, politólogo

En los medios de comunicación con Trump sucede un fenómeno curioso. Genera tantas noticias desmesuradas que acaban por no cubrirse adecuadamente. Recordemos que en 2016 había una grabación en la que decía que le gustaba abusar de mujeres, le condenaron por fraude y su director de campaña, Paul Manafort, tuvo que dimitir por pasar información a agentes rusos.

"La estrategia de Steve Bannon era inundar la zona de mierda, literalmente. Había tantas noticias negativas de las que hablar que acabas por no informar de ninguna bien. Es lo que ocurre ahora. Pensemos que es un candidato que debe 500 millones de dólares, un riesgo de la seguridad nacional. Y los medios dan la misma relevancia a las noticias sobre la edad de Biden que a las barbaridades de Trump", señala Senserrich, quien cree que al ex presidente no se le puede tratar como un candidato normal. "Biden es un candidato de 82 años pero es un político normal. Trump es una persona corrupta que intentó dar un golpe de Estado y aspira a la Presidencia".

EEUU es una democracia desde 1965. Hasta 1965 en una gran parte de EEUU había gobiernos autoritarios"

De alguna manera el ideal que tenemos de Estados Unidos como gran icono de la democracia se resquebraja. "EEUU es una democracia desde 1965. Hasta 1965 en gran parte de EEUU había gobiernos autoritarios. Incluso después esa pulsión antidemocrática que ha vivido el sur del país y el movimiento conservador emerge de nuevo. Los republicanos tienen esa tendencia a instrumentalizar las instituciones para minimizar la competencia electoral, como el gerrymandering en Wisconsin", señala Senserrich.

Y a eso se añade el Supremo, formado por jueces designados por el presidente. De los nueve jueces actuales, tres los nombró Trump y otros tres presidentes republicanos. Fue el Supremo el que decidió el ganador en las elecciones de 2000 y el órgano que ha dado luz verde a que Trump sea candidato a pesar de lo que hizo el 6 de enero de 2021. "La Constitución es tan ambigua que el Supremo acaba siendo una Cámara de tercera lectura. Es un legislativo pequeño que representa las elecciones de gente muerta. Ahora tiene una supermayoría conservadora. Y los jueces ocupan sus cargos de por vida, generalmente. En las próximas décadas habrá revisiones constitucionales escoradas a la derecha sin que nadie pueda hacer nada por evitarlo".

Lo que está en juego el 5-N

A juicio de Senserrich, el próximo 5 de noviembre, cuando se celebran las elecciones presidenciales en EEUU, está en juego el futuro de la democracia. "EEUU corre riesgo de involución democrática. Trump es un político autoritario. Y si gana, es probable que intente destruir la democracia americana por completo. Además, es profundamente conservador: va a favorecer a los ricos y a recortar libertades", señala Senserrich.

Las élites republicanas probablemente no quieren a Trump pero no han tenido las agallas de enfrentarse a él"

Trump será el candidato del Partido Republicano, salvo que le suceda algo de aquí a la Convención Republicana. "Nikki Haley encarna lo que es ahora el Partido Republicano. Es muy probable que la mayoría de las élites no quieran a Trump. Pero son incapaces de coordinarse para derrotar a Trump. Y si lo hicieran lo conseguirían. Pero los contrincantes de Trump se han pasado la campaña criticándose entre ellos. Han reaccionado demasiado tarde. El partido no ha tenido las agallas para enfrentarse a él", dice Senserrich.

Considera difícil prever a quién elegirá como candidato a vicepresidente. Mike Pence, su número dos en el primer mandato, no le votará, lógico después de lo que sucedió el 6 de enero de 2021. Pence se negó a secundar a Trump en su intento golpista. "Ahora está desatado y puede escoger a cualquiera, incluso a su hija o a su hijo", apunta.

El procés y el trumpismo

Desde Europa resulta difícil entender por qué Trump vuelve a tener posibilidades de ser presidente. A juicio de Senserrich, Trump se beneficia de la polarización, ya que este fenómeno hace que muchos le voten porque le sienten "de los suyos", frente a "los otros". "Hay cierto tribalismo, cierta hipnosis colectiva en apoyar a Trump", señala el politólogo, que ve similitudes entre el trumpismo y el procés.

"Es una identidad de grupo que se refuerza a sí misma que hace que gente que es perfectamente razonable en su vida normal desbarre cuando habla de política. La diferencia es que los catalanes no tienen armas nucleares", indica.

Como en el procés, hay cierta hipnosis colectiva al apoyar a Trump... La diferencia es que los catalanes no tienen armas nucleares"

En todo caso no ve comparable la polarización de derecha e izquierda en España con lo que se vive en Estados Unidos. "En el caso del procés, Carles Puigdemont, que sería como Trump, es el resultado de años de reformas y de pactos con el diablo de catalanistas moderados. Y el Partido Republicano es así: jugaban con el resentimiento pensando que se podían controlar hasta que un día descubren que les están comiendo el Partido. El Partido Republicano se ha montado al tren del trumpismo. Las élites del Partido Republicano se han rendido a Trump para tener una pizca de poder. Ponen el partido antes que su país, algo nada patriota. En el caso de Cataluña se han perdido diez años".

Los valores de Biden

En esos Estados Unidos polarizados, que volverá a vivir unas elecciones con dos candidatos antitéticos como el presidente demócrata Joe Biden y el ex presidente republicano Donald Trump, Senserrich mantiene que tiene lógica que el actual mandatario sea el candidato del Partido Demócrata.

"Ya ha ganado a Trump, en las presidenciales de 2020 y en las midterms de 2022. Los demócratas tenían que decidir entre dos riesgos: un candidato de 81 años o unas primarias que dividan al partido. En 1980 intentaron esta opción y perdieron. No hay nadie que sea el sucesor natural, aunque haya varios posibles a medio plazo. Si Biden hubiera decidido irse, sería otra cuestión. Es un buen político y ha hecho un buen mandato. Hizo un buen discurso del Estado de la Unión en marzo, pero es cierto que tiene 82 años y que todo puede pasar", dice Senserrich.

Las elecciones se van a decidir en tres o cuatro estados, como últimamente, y el Partido Republicano tiene ventaja en los colegios electorales, de forma que Biden ha de ganar casi por cinco puntos. En 2020 se impuso por 4,5, pero con 4,4 habría perdido. "Los grupos decisivos serán el voto latino porque los demócratas tienen problemas para mantenerlo. Y los suburbios. Serán idiosincrasias locales en sitios particulares las decisivas. Estas elecciones se van a decidir por gente que cabría en un taxi", dice Senserrich.

Las elecciones se van a decidir por la gente que cabe en un taxi... Si tuviera que apostar, diría que Biden tiene más posibilidades porque la economía va muy bien"

"Ahora están empatados pero queda mucho tiempo. Si tuviera que apostar diría que Bien tiene más posibilidades porque la economía va muy bien. EEUU está creciendo al ritmo de China, ha sido una presidencia sensata, estable, y Trump sigue siendo muy impopular. Hay que recordar que Trump intentó un golpe de Estado. Ese mensaje ha de calar: Trump y golpe de Estado. Eso sí, estoy convecido de que será muy ajustado", comenta Senserrich, quien considera que Biden debería hablar de libertades, como hizo en el discurso del Estado de la Unión. "Biden debería recordar que Trump es un candidato republicano tradicional. Durante su mandato lo que hizo es bajar los impuestos a los ricos y ya está. En eso consistió su agenda política".

Y para más INRI es un peligro en política exterior. "Admira a Putin y ve la política exterior como un juego de suma cero, de forma transaccional. Dejará tirados a los ucranianos, dejaría tirados a los taiwaneses si China los invade, y Europa tiene que prepararse y pensar en su seguridad sin ayuda de EEUU. Y es un proteccionista acérrimo así que iniciará una guerra comercial con todo el mundo. Todo lo ve como un juego de ganadores y perdedores".

El 5-N es su momento decisivo: o lo gana todo o lo pierde todo. Para los que defienden la democracia y luchan contra la polarización también es un punto de inflexión.