Sorpresivo anuncio en el bloque de Identidad y Democracia (ID) antes de que Europa entre en campaña electoral este viernes para afrontar los comicios al Parlamento Europeo del 9 de junio. Tanto la Reagrupación Nacional (RN) francesa de Marine Le Pen, como la Liga [antes Lega Nord] del italiano Matteo Salvini han anunciado el cese de colaboraciones internacionales y la ruptura con su homólogo alemán Alternativa para Alemania (AfD). Algo que deja aún más en el aire la conformación que tendrá el espacio de la derecha radical tras el cierre de urnas. Los motivos han sido las declaraciones del candidato alemán Maximilian Krah sobre las SS de la etapa nazi. Él ya ha abandonado la candidatura.

En concreto, en una entrevista para el diario italiano La Repubblica, éste opinó que "nunca diré que cualquiera que llevase un uniforme de la SS era automáticamente un criminal". Hay que evaluar la culpabilidad caso por caso", dijo, porque "al final de la guerra había casi un millón de SS. Incluso Günter Grass perteneció [Nobel de literatura y socialdemócrata]". Las reacciones de sus socios europeos no se han hecho esperar. Desde la RN entienden que AfD ha sobrepasado "líneas rojas". Desde la Liga, que "han ido demasiado lejos". Aunque hay que indicar que la fractura ya se venía fraguando. Especialmente por el amplio perfil filorruso de AfD, mientras el compromiso de Le Pen y Salvini con Ucrania ha ido en ascenso. Todo pese a que a la francesa aún le pesan declaraciones pasadas como que Francia debería salir de la OTAN o que Putin y Trump eran modelos a seguir. Por otro lado, las acusaciones de espionaje en favor a China han sido claves.

Esta fractura, que tendrá que ver como se resuelve, deja dos escenarios posibles. El primero es que RN y la Liga consigan imponerse y expulsar de ID a los alemanes. El segundo escenario es que, si no hay respaldo entre otros grupos, algo difícil debido al liderazgo de ambos, decidan salir de la familia europea y busquen nuevas alianzas. Entre ellas, la más probable, es el Grupo de los Conservadores y Reformistas Europeos (ECR) que lidera Meloni y en el que están los polacos de Ley y Justicia (PiS) y Vox. La presencia de Le Pen el pasado domingo en Madrid, en la cumbre de ECR de Vistalegre, deja una imagen de aproximación entre ambas. Aunque mientras fuentes de Vox apuntan a que no es necesaria la integración para colaborar, dada la pluralidad de fuerzas y objetivos, otras dejan la puerta abierta e instan a esperar hasta después de las elecciones.

Lo que sí es cierto es que cualquier vía que se decida tomar dejará de lado a AfD, principal escollo para algunos partidos de ECR, pero especialmente para que los integrantes del Partido Popular Europeo (PPE) se abran, aunque tenuemente, a mirar a partidos como el de Le Pen y el de Salvini. PiS, por ejemplo, y como reivindicó su representante en Vistalegre, el ex premier Mateusz Morawiecki, es profundamente rusófobo. Por, entre otros motivos, la experiencia de ocupación comunista del pasado. Por otro lado, liderazgos como el de la CDU alemana dentro de la familia popular, quien en el país germánico lleva casi una década imponiendo un cordón sanitario sólido, eran el veto máximo.

Así lo han reivindicado desde Ursula von der Leyen a, recientemente, Antonio Tajani. Éste es viceprimer ministro junto a Salvini y ministro de Exteriores del gobierno de Meloni, es vicepresidente del PPE y candidato a las europeas por Forza Italia. Y uno de los posibles nexos populares.

La apertura a pactos alternativos a la gran coalición con los socialistas no es del todo abierta, pero tampoco se cierra. A principios de mayo los socialdemócratas, liberales, verdes y La Izquierda firmaron en Dresde (Alemania) un manifiesto para "rechazar firmemente cualquier normalización, cooperación o alianza" con partidos de ID y ECR. Pero el PPE se negó. Hay una actitud en una parte mayoritaria del grupo a optar por una vía que puede denominarse como el modelo Vox: acuerdos puntuales con socios de los de Santiago Abascal. Pero sin que sean de gran calado. Feijóo y Abascal no pasan por su mejor momento, pero a nivel regional, las coaliciones se mantienen sólidas. Y así seguirán siempre que el PP quiera evitar que la izquierda toque poder, comentan fuentes de Vox. A ello se añade ya una normalización en países como Austria, Suecia y la propia Italia.

La ambigüedad de los populares se debe a una cuestión de necesidad. La preferencia sigue siendo la de mantener relación con los socialistas y terceros socios. Pero el vértigo de que Meloni y Le Pen, así como Orbán desde Hungría [de momento con no adscrito aunque con voluntad de ir con ECR], consigan casi 200 escaños, les hace querer mantener abierta esa ventana de oportunidad. Aunque solo sea con Fratelli d'Italia. El presidente del PPE, Manfred Weber, ya ha mostrado acercamiento. También von der Leyen, aunque desde un papel institucional como presidenta de la Comisión y su interlocutora como premier.

Se ha apostado por una diferenciación de dos ultraderechas, una que podría considerarse como inexplorable, caso de AfD, y otra más aceptable, como FdI. Por lo que el paso dado con los alemanes por parte de Le Pen y Salvini, les aproxima ligeramente más al PPE. A un escenario más justificable para pactos.

Un acercamiento a estos grupos distanciará a Von der Leyen de S&D y Renew Europe de cara a una investidura

Los socialdemócratas de S&D, así como Renew Europe, ya han advertido a von der Leyen de que no tendrá su apoyo para repetir en el cargo esta próxima legislatura. Por lo que, ante una necesidad mínima de escaños, en lo que podría explorarse esa vía Meloni, al mismo tiempo podrían fracturarse los lazos con el centroizquierda y condenarse el PPE a lanzarse a los brazos de todos los grupos a su derecha. El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, ya advertía a la líder europea en una entrevista reciente para El País de que, de tender la mano a ese espacio, no contará con los votos del PSOE.

De momento, la candidata ha mostrado perfil moderado, con mítines en Berlín con duras críticas a AfD, pero también en Varsovia como guiño a Donald Tusk. Primer ministro polaco que, con una coalición de centroderecha ha desbancado del poder a PiS e insta a sus homólogos a evitar la senda populista.

La cuarta reinvención de Le Pen

No es cuanto menos curioso que partidos como el de Le Pen, la RN, fundada por neofascistas y colaboracionistas de Alemania en la II Guerra Mundial, entre otras facciones de la sociedad francesa, expulse a un partido por expresar matices en torno al nazismo.

Más, cuando liderazgos como el de Björn Höcke, en el Estado de Turingia, ya ha tenido escándalos previos y ha sido ligado a corrientes neonazis en el país. Suya es la frase "el monumento de la vergüenza", utilizada para referirse al memorial del Holocausto de Berlín. Es más, este mes ha sido condenado a pagar 13.000 euros por utilizar terminología nazi en un mitin el año pasado. Algo penado, como el saludo fascista, por la ley. Empleó el '¡todo por Alemania!' de las tropas de asalto de Hitler, las SA. Aunque él ha defendido que no lo expresó intencionadamente.

Le Pen se desligó de la marca 'Frente Nacional' en 2018 y rompió con ese legado de la plataforma creada por su padre, Jean-Marie Le Pen. Con la intención de mostrarse más potable al público, ya con la derecha clásica en retroceso. Él, entre otros aspectos, hacía gala de un perfil antisemita. Ahora, de cara a su cuarto intento por llegar al Palacio del Elíseo como presidenta de la República, Le Pen busca presentarse como más moderada. Gustar entre el votante clásico del centroderecha descontento con Macron. Sobre todo, en los grandes feudos urbanos, ya con un importante respaldo en los pequeños enclaves. Busca ser homologable a Meloni, y un acercamiento en Europa, podría ser un primer paso para ese objetivo doméstico que se antoja principal.

Si hay un escollo, es la presencia de Reconquête!, el partido de Eric Zemmour. Es uno de los competidores de Le Pen, y presenta como cabeza de lista a la sobrina de la dirigente francesa, Marion Merenchal. Íntima de Vox, pero distante con su tía.