El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, lanzaba a sus barones en la Junta Nacional Directiva del martes pasado su principal deseo de cara al ciclo de comicios. No poner techo electoral a las siglas ni en Euskadi, ya con la campaña iniciada, ni en Cataluña. Pero tampoco en las europeas, donde el objetivo, ahí sí, es ganar con contundencia. Para así conseguir un respaldo firme de la Unión -con mayoría simple conservadora- frente a Pedro Sánchez y la amnistía. Para que la UE "no se quede quieta" ante la sintonía evidente entre el presidente y su homóloga en la Comisión Europea Úrsula von der Leyen, pese a ser de su misma familia europea. Ya se advirtió tras el cónclave de Bucarest, donde se eligió a la alemana, de que habría mayor 'control' hacia ella. Con un acercamiento periódico.

"Ganar de forma clara es el mejor mensaje que podemos mandar a toda la Unión. Un mensaje de alerta sobre la situación de nuestro Estado de derecho, un mensaje contra las políticas de mentiras y corruptelas de este Gobierno, y un mensaje de que hay una mayoría que cree en una alternativa de España con una voz fuerte en la UE", expuso Feijóo. El popular aspira a ser la delegación más importante del PPE, incluso por encima de la CDU alemana -asociada con la CSU-. Y ya lo dice abiertamente. Sí es cierto que el PP parte de una buena situación de crecimiento, que dista con la realidad de sus homólogos en los alrededores, en el oeste, centro y sur de Europa.

En Francia, Los Republicanos de Éric Ciotti atraviesan su peor momento como cuarto partido nacional. La derecha radical de Marine Le Pen y la Reagrupación Nacional han absorbido casi por completo el voto conservador, y la opción política, que rivaliza con Macron y algo menos con la Francia Insumisa, empieza a normalizarse. Lo mismo ocurre con Forza Italia, que en todo caso, ya escapaba desde su fundación en los noventa del canon de derecha democristiana clásica. Hermanos de Italia, de la presidenta Giorgia Meloni ha capitalizado el espacio, asociado en coalición, en detrimento de la marca del ya fallecido Silvio Berlusconi. En este contexto mediterráneo, se une Portugal, que ha encadenado tres gobiernos socialistas consecutivos como en España, aunque recientemente la tendencia ya se ha invertido. El PP, de manera idéntica, es primer partido nacional y ostenta la mayor parte del dominio territorial pese a no gobernar desde Moncloa.

Sin opciones de momento en Malta o Dinamarca, en Alemania empieza a preverse un vuelco nacional en beneficio de la CDU-CSU de Friedrich Merz post transición de la era Merkel y gobierno del SPD en coalición con liberales y verdes. Lo que sitúa a Feijóo al frente de su principal competidor al oeste de Europa, de igual a igual. En Austria conservadores y ultras se mantienen en coalición. Igual que los populares del CSV de Luxemburgo, en solitario. En Países Bajos y Bélgica ostentan el gobierno los partidos liberales del VDV de Mark Rutte, o los Liberales y Demócratas flamencos de Alexander de Croo. ¿Qué previsiones tienen las fuerzas del PPE en estas zonas ahora en las europeas? Atendiendo a las últimas encuestas, se pronostican los siguientes escenarios en comparación con las elecciones del Bloque anteriores.

El triángulo de poder en el PPE se repartirá entre España, Alemania y Polonia a partir de las próximas europeas"

En un ligero descenso general del PPE, de 187 a 184, el PP pasaría de 13 a 25-26 diputados (37,5%) de media, el doble. Sería el tercer mejor resultado del partido, tras los de 1994 y 1999. En el caso de la CDU-CSU, los sondeos alemanes no muestran estimación de escaños, solo de porcentaje: sube del 24,2% a los 30-31 puntos. Serán las dos delegaciones más importantes del oeste. Los franceses se mueven entre 6 y 9 europarlamentarios (7%), los portugueses del PSD y la CDS-PP, dentro de Alianza Democrática, mantendrían resultados con 8 representantes (28,8%), y los italianos (7,7%) bajarían 1,1 puntos.

En Países Bajos la división del PPE se materializa en cuatro partidos que suman el 15% del voto, ganan de calle los ultras de Geert Wilders y el Partido de la Libertad, subiendo de uno a nueve cargos. Su homólogo austriaco, el FPÖ, absorbe parte del voto del popular ÖVP, que retrocede de siete escaños a cuatro (20-21%). En Bélgica el Open Vdl logra el 12% de los sufragios y los mismos dos eurodiputados. El maltés PN ganaría al PP y a la CDU-CSU en proporción de votos, pero solo reparte seis asientos, de los que solo logra dos (40%). Por lo que el ascenso se acota a España y Alemania.

Pujanza del centroderecha polaco

Frente al dominio estimado de los populares españoles, entraría con pujanza el cinturón del este y norte de Europa. Aunque estos países prefieren ser denominados como Mitteleuropa. En la mayoría de enclaves geográficos a excepción de Estonia, Chipre y Eslovaquia, dominan o participan en los ejecutivos. Solo en Hungría el KDNP es socio muy minoritario de Orbán. Gobiernan en Suecia, Finlandia, Letonia, Croacia y Grecia. Todos mantienen representación o se compensa de un lado frente a otro. Los nórdicos rondan los 20 puntos de estimaciones, mientras que los griegos igualarían sus 33 puntos. El sostenimiento es patente en otras zonas donde colideran, como República Checa, Rumanía o Bulgaria. Allí, el PP-DB, un segundo partido afiliado al EPP despunta del 6% al 21%.

Pero es Polonia la que lidera en este punto geográfico, con la Plataforma Cívica del nuevo -otra vez- primer ministro polaco Donald Tusk. Pese a estimarse que sacará menos porcentaje en las urnas (33,5% frente a un 38%) por ir separado de su aliado de gobierno, Tercera Vía -tiene un alma liberal que apunta a integrarse en Renew Europe y otra democristiana hacia el PPE-, la suma de ambas entidades crece notablemente hasta el 50% del sufragio polaco. El nacionalpopulismo de Ley y Justicia cae de un 45,4% a un 29,2% tras ganar las legislativas pero no poder seguir gobernando.

Con la guerra de Ucrania de fondo y la ultraderecha en auge -entre ella, partidos pro Putin-, los gobiernos nacionales de Francia y Alemania buscan un aliado fuerte en el Este con el que sacar pecho, y el giro polaco hacia la democracia liberal, nuevamente, lo permite. Es un propósito de reactivar el denominado como triángulo de Weimar. Se extiende hacia el interés militar, de rearme. Y ese interés, podría replicarse dentro del PPE entre alemanes y polacos, sumado a ese cinturón oriental que proyecta estabilidad.

Weber, con el apoyo del PP, es favorable a pactar, de requerirse, con ECR y Meloni; von der Leyen y Tusk, no"

El equilibrio de poder interno, en todo caso, se materializará en función de uno de los principales debates en el seno popular: el horizonte de pactos. Hay una facción continuista a Merkel que la representa von der Leyen, la cuál rechaza abrirse a Meloni y a ECR si da la suma. Aquí podría ubicarse a Plataforma y a Tusk, valedor materializar la salida del populismo en Polonia. Ello, sin quitar que el propio primer ministro ha valorado positivamente la lealtad de Meloni con el atlantismo o la UE. Y desde 2017 viene defendiendo no dejar que banderas como la de la seguridad, por ejemplo, sean capitalizadas por los extremistas. Por otro lado, podría fijarse al presidente del PPE, Manfred Weber, como factible a ese acercamiento a Fratelli en desistimiento de la vía socialdemócrata y liberal que viene replicándose años.

Las condiciones de Weber para alianzas, según explicó en una rueda de prensa en diciembre tras la victoria de Tusk, fueron: que sean fuerzas europeístas, pro-ucranianas y pro-israelís, y que defiendan el Estado de derecho. Pese a su posición, von der Leyen se abre y añade el factor pro-OTAN y el rechazo a Putin. Todo si no hay más remedio para seguir siendo presidenta. Frente a los populares polacos, que no quieren acercarse a ECR, el PP se sentirá cómodo tanto con una alianza con Renew Europa, de donde tantean el fichaje de Adrián Vázquez, y con los socialdemócratas, que distinguen claramente del PSOE; como con ECR, ya que ya cuenta con alianzas regionales con Vox e internamente tiene perfiles divergentes como Ayuso o González Pons que mantienen vivas las dos almas del partido. Si se opta por este segundo camino y se producen desavenencias con Tusk, el papel del PP será más importante junto a la CDU-CSU. Habrá apoyo por igual desde Génova.

Independientemente de los pactos, que podrán variar hacia una facción u otra, dependiendo de las materias, el sentir del cuartel general popular es que el peso que se ganará electoralmente se verá recompensado dentro de la Comisión, pese a no ser las relaciones con von der Leyen las mejores a diferencia de con Weber. Más cuando la alemana cuenta con un respaldo mayoritariamente leve, reflejado en la votación de Bucarest, con 300 de 801 delegados sin participar.

La apertura a grupos liberales

Una de las muchas claves que permitirá al PP ser la principal fuerza del Parlamento Europeo es el establecimiento de la 'doctrina del Bungalow', fomentada por el excanciller alemán Helmut Kohl. Es es el establecimiento de una amplia familia política diversa entre sí pero una férrea disciplina interna. Esto viene abonándose desde finales del siglo pasado, sobre todo con la ampliación al Este y la entrada de nuevos países con formaciones de índole liberal. Ha permitido cosechar éxitos consecutivos al PPE en la última década.