El reloj de Albert Rivera es clave para entender la legislatura que nos espera. Si es la pregunta que más se hacen los españoles en Google sobre el líder de Ciudadanos es por algo.

Su Swatch naranja, valorado en unos 145 euros, estuvo de moda en la España en funciones. Los medios le dedicaban artículos en las páginas de estilo y hasta tuvo, durante la última campaña electoral, un hilo en Forocoches, la influyente logia cuñadista del siglo XXI.

Un reloj es clave en el trabajo de los árbitros, que es el puesto que se ha pedido en el pares y nones del patio del Congreso

Es normal que el reloj de Rivera interese tanto. Controlar el tiempo es clave en el trabajo de los árbitros, que es el puesto que se ha pedido Ciudadanos en el pares y nones del patio del Congreso.

Albert Rivera, en un momento del debate con Pablo Iglesias en 'Salvados'.

Albert Rivera, en un momento del debate con Pablo Iglesias en 'Salvados'. Atresmedia

Prometía ese Swatch ser el minutero que marcara la hora de la regeneración política, pero tras la investidura de Mariano Rajoy cunde la sensación de que al discurso de la nueva política se le está pasando el arroz. ¡Árbitro, la hora!

Es normal que los votantes de Ciudadanos estén desconcertados. Nadie en el recreo se pedía ser el árbitro. Porque los referís, que es como me enseñó a llamarlos mi abuelo, nunca ganan ni pierden. Son invisibles salvo cuando se equivocan. Sus aciertos raramente son noticia.

Cunde la sensación de que a la nueva política se le está pasando su momento... ¡Árbitro, la hora!

Con el PSOE instalado en el malmenorismo, Podemos autoproclamado líder de la oposición y un PP en el Gobierno con el botón rojo de las próximas elecciones, Ciudadanos tiene por delante una legislatura muy difícil de arbitrar.

Estos 10 meses en funciones han desgastado su mensaje de regeneración. ¿Cómo puede un árbitro estar en fuera de juego? Orsai, diría el abuelo.

Por más que sean fundamentales para que se juegue un partido limpiamente e imprescindibles en una legislatura de pactos como ésta, el del árbitro siempre será un trabajo ingrato. Qué difícil movilizar silbato en mano grandes apoyos entre la afición.

No hay más que ver cuáles son el resto de preguntas que España se hace sobre Rivera en Google para deducir la indefinición de la que adolece todavía su proyecto. ¿Es de extrema derecha? ¿Creyente? ¿Taurino? Los españoles no tienen claro de qué equipo es Ciudadanos. Y nadie anima al árbitro.