Los banqueros no sirven para la política, pero suelen tener buen olfato para detectar el riesgo. En un informe para sus mejores clientes, realizado tras las elecciones del 21-D, JP Morgan advierte del peligro para la estabilidad de Mariano Rajoy si las cosas no mejoran en Cataluña en los próximos seis meses.

No hace falta ser un ejecutivo de JP Morgan para darse cuenta de que un deterioro prolongado de la situación catalana afectará al gobierno, pero lo que sí es importante es que la advertencia del gigante norteamericano va a mantener a raya a los grandes inversores institucionales. Y eso sí que es importante para la economía tanto de Cataluña como de toda España.

Al margen de la victoria por mayoría absoluta del bloque independentista (JxC, ERC, CUP), lo que preocupa es que el PP ha quedado reducido casi a cenizas a manos de su rival político más directo, Ciudadanos. La cuestión es si el tsunami catalán puede extenderse a toda la península (como piensa Rivera) o quedará circunscrito a esa comunidad autónoma. En la dirección del PP parecen tenerlo claro: "En las últimas elecciones generales la mitad de los votantes de Ciudadanos votaron al PP".

El gobierno tiene asegurada la estabilidad parlamentaria si el PNV decide apoyar los presupuestos de 2018. Esa es la primer debilidad de Rajoy, que no depende de sus propias fuerzas para sobrevivir.

Pero, incluso en el caso de que los nacionalistas vascos decidan que ahora no es el momento para hacer caer al gobierno, Rajoy tendrá que hacer frente a un panorama complicado en Cataluña, no sólo por la más que posible formación de un gobierno tan radical como el que ya había antes del 21-D, sino porque los procesos judiciales en marcha van a añadir aún más tensión a las relaciones entre la Generalitat y Madrid.

El presidente del gobierno cuenta todavía con el apoyo del PSOE y Ciudadanos para prolongar la aplicación del 155 si fuera necesario. Pero ese respaldo vendrá acompañado de la lógica petición de contrapartidas. Antes de las elecciones catalanas, Rajoy había rebajado hasta el máximo las expectativas de una reforma constitucional. Pero, tras el 21-D, las cosas no van a seguir igual. Si Sánchez y Rivera se van a convertir en las muletas de Rajoy, van a ponerle condiciones muy duras para que pueda caminar.

En la dirección del PP no ha habido autocrítica tras el 21-D. Ninguno de los 10 miembros que la conforman ha sido capaz de cuestionar las decisiones del presidente del gobierno

Este es un dato de la realidad que el PP no debería echar en saco roto. Lo peor que le puede ocurrir al partido del gobierno es volver a caer en el inmovilismo.

Hasta ahora, lo que hemos visto es preocupante. El PP ha reaccionado culpando a la apelación al voto útil de Ciudadanos y a los medios de comunicación de su derrota, lo que, al margen de no ser cierto, tampoco parece inteligente. Con ello logra enfadar a muchos de sus posibles votantes y disgusta a algunas cabeceras (como Abc) que tradicionalmente le han dado su aval.

En la reunión de la Ejecutiva del partido del pasado viernes (formada por las 10 personas que mandan en el PP) no hubo atisbo de autocrítica. Nadie cuestionó lo que había sucedido en Cataluña, ni siquiera el origen de muchos de los males que han llevado al batacazo electoral: la nefasta gestión del referéndum del 1-O. Todo lo contrario, se valoraron como positivas todas las decisiones que se han adoptado desde el gobierno frente al desafío independentista.

Los 10 de Génova forman un bloque granítico en torno a Rajoy. El partido puede sufrir los embates más duros, pero la dirección se mueve siempre en el sentido que quiere el presidente.

"Otra cosa -dice uno de los miembros de ese selecto club- es que Cospedal tenga su propia agenda o que las disputas entre la secretaria general y la vicepresidenta del Gobierno generen ruido mediático, pero miente el que ponga en duda la unidad en la dirección del partido".

Incluso las críticas que llegan desde la FAES parecen no hacer mella en el liderazgo del presidente: "Aznar está resentido y aprovecha cualquier ocasión para soltar una tarascada", dicen con cierta displicencia.

Las cosas se ven de forma muy diferente en las comunidades y en las ciudades donde manda el PP y en las que hay auténtico pánico ante las próximas encuestas.

Rajoy ha sabido navegar en aguas turbulentas. Sus enemigos le han dado por muerto varias veces pero él ha sabido zafarse cuando parecía al borde del abismo.

Sin embargo, ahora las cosas son diferentes. Cataluña va a seguir siendo la prioridad de la política española durante toda la legislatura. El 155 y las elecciones del 21 de diciembre eran, en teoría, el mejor antídoto frente al independentismo. Pero no ha sido así. ¿Quién pagará la factura si en unos meses las cosas van a peor?