Al debilitado Partido Popular, que en las elecciones de 2015 perdió en muy gran medida el inmenso poder autonómico y municipal que había disfrutado en la legislatura anterior, se le está abriendo una brecha peligrosa a cuenta de la debilidad de su gran adversario en los comicios de 2019.  Ciudadanos ha subido mucho en las encuestas de opinión y en los sondeos de intención de voto. Pero no tiene con qué responder a esa expectativa. No hablo de que le falten ideas, de que no tenga programa. Lo que no tiene es gente, le faltan cuadros en una dimensión dramática. Y esa es una debilidad que amenaza con estrangular su horizonte político.

Para ganar unas elecciones hay que tener con qué pero, por encima de todo, hay que tener con quién

Para ganar unas elecciones hay que tener con qué pero, por encima de todo, hay que tener con quién. Todo partido que aspire a ser determinante en el Gobierno de España tiende a poner primero el pie en los gobiernos autonómicos y en los municipios españoles. Pero es que en España hay 67.611 concejales en 8.093 ayuntamientos. Y hay 1.248 diputados autonómicos en las 17 autonomías más Ceuta y Melilla. Y lo primero que necesita todo partido de ámbito nacional es reclutar a miles de hombre y mujeres dispuestos a trabajar en las filas de ese partido para luchar por la victoria. No valen los espontáneos o por lo menos no son los que más valen.  El partido que crece en apoyos según las encuestas, Ciudadanos, necesita imperiosamente tirar de candidatos con una cierta experiencia de gestión, que hayan vivido ya la política. Y el granero ideal para el partido naranja está en el Partido Popular porque la derrota sufrida en el 2015, cuando el PP ganó las elecciones pero perdió el poder, ha dejado fuera del juego de la acción política a miles de militantes.

Es a ellos a quienes Ciudadanos está ya lanzado un anzuelo del que cuelga un cebo muy apetitoso: la perspectiva de ganar las elecciones y, para el candidato contactado, la posibilidad de recuperar un poco de poder y un regreso a la actividad política. Y sucede que al PP le ocurre justamente lo contrario: que no ha vendido en los últimos tiempos ninguna campaña en la que convoque a los suyos a recuperar la victoria, no sólo en votos sino en asientos de gobierno. Por esa razón no es de extrañar que algunos se hayan ya cambiado de bando y no es descabellado pensar que esos algunos se pueden convertir en muchísimos si los populares no espabilan ya y no se ponen en marcha para amarrar a los suyos en el compromiso con sus siglas.

La  batalla va a ser a cara de perro porque Ciudadanos está dramáticamente necesitado de caras para pegar en sus carteles electorales. En este momento sólo tiene dos alcaldes en poblaciones de más de 70.000 habitantes: Mijas y Valdemoro. Necesita, por lo tanto, dar un salto de gigante de aquí a mayo de 2009, así que se va a comportar como el Flautista de Hamelín al que siguieron todos los niños de esa pequeña ciudad al norte de Alemania, que desaparecieron para siempre detrás del flautista que se vengó así del alcalde por no haberle querido pagar los mil florines acordados por haber librado al pueblo, gracias a las notas de su flauta, de la plaga de ratas que lo había asolado.

La situación del PP no es buena y su riesgo es tan alto como la necesidad del partido naranja

La situación del PP no es buena y su riesgo es tan alto como la necesidad del partido naranja. Claro que la fidelidad a unas siglas mantendrá en sus filas a muchos de sus representantes. Pero el traslado a las filas del partido de Albert Rivera tampoco supondría ningún desgarro a quien decida emprender ese viaje porque las diferencias ideológicas entre ambas formaciones no son ni mucho menos insalvables. Y si del lado de Ciudadanos se "vende" la victoria electoral, el viaje se convierte en definitivamente atractivo. Por eso el peligro para el PP es tan alto y por eso ha llegado ya para ellos el momento de actuar y de poner en pie de preparación de las elecciones a todo su enorme ejército de militantes y cargos o ex cargos municipales  autonómicos.

Es verdad que hay territorios en los que los naranjas no tienen ninguna perspectiva de éxito con esta estrategia, pero eso es porque el Partido Popular ha conquistado y ejerce con toda comodidad el poder. Y del poder no se tienen noticias de que nadie desee alejarse. Por eso en Galicia Albert Rivera  y los suyos no van a ser en ningún caso adversarios de altura para los de Núñez Feijóo. Allí Ciudadanos tendrá que aplicarse, porque no le queda más remedio, en formar equipos de gentes que se estrenen ahora en la vida política. En Andalucía tratarán de "robarles"candidatos también a los socialistas además de a los populares.

La necesidad de Ciudadanos es mucha y su apuesta para las próximas elecciones -municipales, autonómicas y generales-  es muy alta. Van a tener que aprender  a practicar la estrategia del depredador. Y las víctimas van a tener que poner en marcha cuanto antes las prácticas de autodefensa.