Sabe que camina por un campo de minas. También que aún no lo conoce bien, ni el terreno, ni al adversario y que la munición que se cruza en él puede ser peligrosa. Isabel Celaá ha librado este viernes su segundo round en la sala de prensa de La Moncloa como ministra portavoz. La también titular de Educación ha accedido con semblante serio, con sonrisa forzada y temerosa de no saber librar bien el combate. Con respuestas medidas, algunas escritas y con un verbo tranquilo que le ha permitido medir cada palabra, la ministra ha logrado salir sin rasguños de su segunda cita con la prensa. Basta con no equivocarse. Celaá acumula experiencia en política y sabe que la prudencia es un buen aliado.

Tras una semana complicada, "líquida" la ha llamado ella, la portavoz debía transmitir normalidad. O al menos intentarlo. El objetivo ha sido recuperar la ilusión generada por el Ejecutivo al que representa en sus primeros días de vida y que se fueron por el desagüe con el 'caso Màxim Huerta', y que amenazan con seguir haciéndolo con la imputación del titular de Agricultura. A Celaá se le ha visto atenazada y prudente, precavida y temerosa, insegura y aún algo desubicada. Pero culminar el trago sin heridas, y tras una semana de vértigo, puede considerarse un éxito.

Su intervención ha comenzado con una disculpa por el retraso y ha seguido poniendo las condiciones en las que cada viernes prensa y Gobierno se verán las caras: 45 minutos como máxima de encuentro, reparto de preguntas a criterio del secretario de Estado de Comunicación, Miguel Angel Oliver, y buena disposición a avanzar hacia el conocimiento mutuo.

Celaá ha iniciado su intervención respaldando la resolución de "las crisis" del Gobierno en su primera semana en el poder, "ha sido un ejercicio pedagógico y de transparencia", ha afirmado. Al ex ministro Huerta ni se le ha citado. Ha definido como "semana líquida" la vivida por el Ejecutivo, "ésta lo ha sido".

En su carpeta llevaba acuerdos de calado social, decisiones gubernamentales con impacto social: paga extra de la pensiones, retorno de la sanidad universal, recibimiento del Aquarius y el anuncio de la primera ronda Sánchez con los presidentes autonómicos.

Algo nerviosa, en los asuntos más espinosos ha recurrido a la lectura del argumentario preparado por sus asesores, y en otras materias ha caído en pequeñas confusiones, como la de "José María, perdón María José Segarra", al referirse a la nueva fiscal general del Estado. También ha sido imprecisa en varios de los anuncios y se ha hecho un pequeño lío con las cifras del préstamo que la Tesorería General del Estado ha autorizado a la Seguridad Social para financiar la paga extra de las pensiones. No obstante, tampoco, por ahora, la presión mediática le ha puesto en grandes apuros.

La lista de anuncios la ha completado con el del "desbloqueo" de los proyectos de ley en las Cortes que han heredado del PP, la reactivación del plan de ayudas a la vivienda que legó el PP y el anuncio de una próxima ronda de reuniones bilaterales del presidente Pedro Sánchez con los presidentes autonómicos. Celaá no ha dado fechas, "antes del verano", es todo lo que ha detallado. Formalmente el verano comienza el próximo día 21, en sólo seis días. Una ronda que arrancaría el lehendakari Iñigo Urkullu y seguiría el presidente Quim Torra, según marca el orden de antigüedad de sus respectivos estatutos de autonomía.

Preguntada por cuándo comparecerá el presidente Sánchez, tampoco se ha aventurado a dar una fecha "podrán disfrutar de una comparecencia del presidente pero no puedo decirles cuándo".

Buscando siempre con la mirada la aprobación del responsable de la comunicación gubernamental, ha cedido a Oliver la decisión de dar los turnos de palabra, "para evitar el dedo" y para cumplir el compromiso de dar voz a medios que no lo hicieron la semana pasada, tal y como Celaá se comprometió. Durante los tres cuartos de hora en los que se ha prolongado la comparecencia, el juego de manos, a modo de reafirmación y la mirada cabizbaja constante han denotado que la responsable de ser la voz y la imagen del Ejecutivo de Sánchez está aún en fase de adaptación.

El juego de manos, a modo de reafirmación, y la mirada cabizbaja constante han denotado que la responsable de ser la voz y la imagen del Ejecutivo de Sánchez está aún en fase de adaptación

En los anuncios en los que más cómoda se ha visto a Celáa han sido en los de carácter social. La llegada del Aquarius con 629 migrantes a bordo la ha precisado para la mañana del domingo y en la que ha implicado, bajo la gestión "ejemplar" de la vicepresidenta Carmen Calvo, a siete ministerios, en un primer momento y a ocho poco después. También se ha referido a la decisión, ya avanzada por el ministro del Interior, de estudiar la eliminación de las concertinas en la frontera de Ceuta y Melilla. Celaá se ha referido a la necesidad de "remover" esta cuestión, "no queremos que nadie se haga daño", ha dicho, señalando que se buscarán fórmulas que aseguren la seguridad sin necesidad de aplicar "medios cruentos".

Sin duda, las dos cuestiones en las que la ministra se ha mostrado más insegura y más ha titubeado han sido la polémica en torno a la competencia sobre el traslado de los políticos catalanes presos a cárceles catalanas y la imputación del ministro de Agricultura, Luis Planas. Interpelada sobre si es el Ejecutivo competente para decidir o debe recaer en el juez, Celaá ha recibido la pregunta con una mueca. Ha asegurado que los políticos catalanes en prisión por el procés pueden ser "transportados" una vez concluya la instrucción y las diligencias. En ese punto la competencia es de Instituciones Penitenciarias, para añadir después que en realidad, "es una cuestión de comunicación entre el Gobierno y el Poder judicial".

Respecto a la imputación del ministro de Agricultura, Luis Planas, el mensaje que Celaá sabía que debía trasladar era que hasta ahora el Gobierno "ha demostrado" que el nivel de exigencia en estos casos "es altísimo" y que el titular de Agricultura "no tiene cuentas pendientes con la Justicia". Cuando parecía que había sorteado la cuestión más espinosa sobre la que sabía que le podían preguntar, justo al final, otra pregunta incómoda que ha provocado el arqueo de cejas en la ministra: "¿Cómo que no tiene cuentas pendientes? El señor Planas está imputado...?", le ha cuestionado una periodista. Incómoda, ha recurrido a uno de sus papeles para leer casi por completo la respuesta preparada por sus colaboradores, "seguimos pensando que no tiene causas pendientes" y "sabemos que no se le va a acusar". En ese instante, Oliver daba por terminada la comparecencia, decisión que Celaá ha recibido con un suspiro evidente. Ya sólo restaba lo más fácil, recuperar la sonrisa, secuestrada por la tensión, para las últimas fotografías y asistir al corrillo de periodistas en busca de aclaraciones.