Ni el mayor atentado yihadista ocurrido en la historia de Catalunya puede evitar que el procés lo ocupe todo.  ¿Qué tiene que ocurrir para que una vida humana esté por delante de un lazo amarillo? Aunque las víctimas lo pidieron, nadie les hizo caso y asistimos atónitos a una amalgama de pancartas colgadas, gritos fuera de lugar, manifestaciones y peleas entre los que decían recordar a las víctimas y sólo se reivindicaban a sí mismos. Para unos fue el día de la reafirmación del Rey, no de las víctimas del atentado. Para otros el del recuerdo a sus políticos encarcelados, no el de los muertos. A quién importan los muertos…

¿Qué tiene que ocurrir para que una vida humana esté por delante de un lazo amarillo?

Las víctimas caminaban en primer lugar por Las Ramblas, pero todas las cámaras de televisión perseguían a los cargos políticos que las seguían, ninguneando el dolor y persiguiendo la confrontación política. También la prensa hemos olvidado a las víctimas. Al llegar al mosaico de Joan Miró en La Rambla, habían retirado las flores que otros ciudadanos y la ACVOT había depositado el día anterior, para que ellos pudieran depositar limpiamente sus flores en maceteros de diseño.

Ser víctima del terrorismo en España implica un doble sufrimiento, el del dolor causado por el atentado y el añadido por nuestros políticos en cuanto los focos de la noticia se apagan. Siempre las victimas del terrorismo han sido utilizadas políticamente, cuando entre ellas las hay de todas las ideologías, sin embargo, el PP de las últimas décadas las instrumentalizó para su propio beneficio electoral. En lo que todos los Gobiernos nacionales y autonómicos se han puesto de acuerdo es en negarles las ayudas y el reconocimiento de víctimas a muchas de ellas.

Hace seis años la Generalitat de Artur Mas retiró las ayudas al Servicio de Información y Orientación a las víctimas del Terrorismo, con la excusa de ahorrar 30.000 euros al año. Fue creado por Montserrat Tura del PSC y al llegar CiU al poder le recortó el 95% del presupuesto.

Los Gobiernos de Aznar, Zapatero y Rajoy han hecho lo propio en los últimos años, enfrentarse a las víctimas en tribunales para evitar reconocerlas como tales. Nuri y Enric perdieron a sus dos hijos en el atentado de Hipercor, 31 años después aún no han sido reconocidos como víctimas del terrorismo porque aquel día iban acompañados de la hermana de Nuri, que también falleció. Aseguran que las secuelas que sufren no pueden ser del atentado porque no estaban allí, aunque les mataran a sus hijos. Consiguieron ganar una baja laboral “por enfermedad común” y el Ministerio del Interior la recurrió para que se la retiraran, como así fue. Piensan llegar hasta el Tribunal de Estrasburgo para que se dicte una justicia que en España les ha sido negada.

Este maltrato a las víctimas se contrarresta con declaraciones falsas de apoyo incondicional

Este maltrato a las víctimas sistemático y silencioso durante años en los Tribunales, se contrarresta con declaraciones falsas de apoyo incondicional por parte de nuestros cargos públicos. Los abuelos de Xavi, el niño de 3 años de Rubí asesinado por los yihadistas en La Rambla no tienen derecho a nada, ni siquiera a ayuda psicológica porque, al igual que los padres de Hipercor, no estaban allí en ese momento. Y si no se cambia la ley, ha prescrito al cumplirse un año, el tiempo para acreditar daños y lesiones a consecuencia del atentado, cuando muchos psicólogos aseguran que pueden aparecer secuelas a los tres años de sufrir los hechos. La Generalitat se preocupó de las víctimas con llamadas telefónicas apenas tres meses después del 17 de agosto, después nada, el silencio y el procés.

Carlos es colombiano, periodista de radio que vino a buscar suerte a España sin poder todavía legalizar su situación en nuestro país. La furgoneta de los yihadistas se le vino encima y pudo esquivarla lanzándose a uno de los kioskos de La Rambla, el terrorista intentó atropellarlo igualmente y se empotró contra el kiosko. Resultó herido pero el Ministerio del Interior no le reconoce como víctima porque sus lesiones son por la caída del techo del kiosko, no provocadas por la furgoneta. Tras múltiples reclamaciones durante este año le han dicho que le conceden una medalla, pero el reconocimiento de víctima no. Él no acepta la medalla y los llevará a Tribunales, aunque mientras tanto no puede trabajar ni regularizan su situación en España. El pasado día 17 lloraba desconsoladamente en Plaza Catalunya durante el homenaje de Barcelona.

No hay mayor homenaje a las víctimas que tratarlas con la dignidad que se merecen y no obligarlas a mendigar ayudas a las que tienen derecho en los Tribunales. Por ahora ningún Gobierno lo ha hecho.