El presidente Sánchez no considera que copiara fragmentos de su libro ni su tesis, sino que cometió un “error involuntario”. Los nuevos globos sonda del Gobierno ya no son para probar medidas, sino para ir testando eufemismos que le ayuden a salir al paso. Sin embargo, llamar “fallo” al plagio y “reseña” a su libro no parece que le vaya a ahorrar tener que explicaciones en el Senado sobre su cuestionada tesis.

Desde que el diario El País revelara que el libro que el presidente firmó con  Carlos Ocaña en 2013 copiaba sin entrecomillar ni citar la fuente párrafos enteros del discurso de un diplomático, el presidente ha dejado de acusar de fake news a la prensa que lo acusa de plagio. Reconoce ahora el error pero no que deba tener consecuencias políticas. Qué lejos queda ya la ex ministra Montón que tuvo que dimitir por ello hace apenas una semana.

Sánchez ha prometido que va a reeditar el libro cuando lo que en realidad querría reeditar son sus 100 días en Moncloa

Las 454 palabras que Sánchez extrajo de esa conferencia en la Universidad Camilo José Cela no bastan para la dimisión de un presidente, pero sí para el bochorno. Un bochorno “cutre”, en palabras de Pablo Iglesias, uno de los principales socios del Gobierno que cada vez ve tambalearse más su imagen de escaparate electoral.

Sánchez ha prometido que va a reeditar el libro habiendo subsanado esos “fallos” cuando lo que en realidad querría reeditar son sus 100 días en Moncloa, que de tanto rectificar la está dejando perdidita de tip-ex.

Y a medida que aumenta la tensión en el Gobierno,  crece también la presión para que se celebren las generales antes del verano. La oposición ya lo va dando por hecho y hasta 56,9% de los españoles quiere elecciones generales anticipadas, según un sondeo de El Independiente.

Además de a las elecciones, la gente ya bromea que Sánchez a lo que va a tener que presentarse en junio es a la Selectividad. Contra el pitorreo no sirven los eufemismos.