Esta de Murcia no es la primera pero sí es la más contundente prueba del nivel de frívola irresponsabilidad con el que se desenvuelven estos nuevos partidos que iban a enseñar a los otros cómo se hace política de la buena. Bien, ya lo estamos viendo. Se hace así, saboteando gobiernos, negándose a sentarse con aquellos cuyos votos necesita el que se siente ofendido ante la sola idea de estampar una mera firma en un documento en el que coincide con su, ya no adversario sino directamente enemigo, "al 99%" o levantándose de la mesa porque alguien a unos cuantos cientos de kilómetros se ha permitido despreciar el nivel de la negociación hasta dejarlo en un al parecer demasiado humillante "tomar un café".

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